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Montaje de un fondo con un pie con una rozadura y encima la cara de una chica mostrando dolor

Los mejores trucos para evitar las rozaduras y las ampollas en los pies en verano

Aunque somos conscientes cuando el dolor ya es inevitable, podemos prevenir las causas

Cuando llega el verano y empieza a apretar el calor, es el momento ideal para dejar atrás algunas prendas de ropa, entre ellas el calzado. Bien sea en chanclas, sandalias o alpargatas... lo único que queremos es ir fresquitos. ¡Pero ojo! Porque este tipo de calzado también puede provocarnos alguna que otra molestia.

Rozaduras y ampollas: su aparición en verano

Aunque uno de nuestros principales objetivos en verano es ir lo más destapados posible, debemos tener en cuenta que la exposición de los pies puede suponernos algunas molestias. Esto es algo evidente si tenemos en cuenta que con la llegada de esta época también damos paso a un nuevo tipo de calzado.

El calor, además de ser muy sofocante y molesto, también nos hace sudar, sobre todo en los pies. Estos factores, junto con otros hábitos que comentaremos más adelante, son la principal causa de la aparición de rozaduras y ampollas.

Montaje de una chica sudando y una redonda con una mano de mujer mayor tocándose el pie
El calor es uno de los principales factores originarios de las rozaduras | Getty Images, Satjawat Boontanataweepols Images

Daniel López, podólogo y profesor de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña, explica en una entrevista para Infosalus los principales motivos por los cuales aparecen estas afecciones en verano. Además, también explica algunos trucos para que no surjan y vayan a más.

A grandes rasgos podemos decir que el sudor puede ocasionar roces que irriten la piel. La aparición de rozaduras (que posteriormente se convierten en ampollas) puede deberse a múltiples causas. Según destaca López, una de las principales es el mal cuidado que tenemos de los pies.

La importancia del calzado

De la misma forma que cuidamos y prestamos atención a otras partes del cuerpo como la cara o el pelo, también deberíamos hacerlo con nuestros pies. La falta de control por parte de un especialista podólogo podría ser el origen de muchos problemas de este tipo.

Así pues, acudir a este especialista puede suponernos un verdadero beneficio a corto y medio plazo, ya que podría ayudarnos a tratar estas problemáticas y además a corregir determinadas alteraciones y deformidades. Aunque es algo muy evidente, no todo el mundo lo hace.

La aparición de este tipo de rozaduras se debe mayoritariamente a un inadecuado cuidado. Si bien es cierto que existen determinadas técnicas como limas, cuchillas y cremas exfoliantes, debemos tener presente que muchas veces pueden acabar quemando y dañando la superficie de la piel.

Montaje de una mujer exfoliándose la piel del brazo y una redonda con una mujer pasándose la lima por el brazo
Un mal uso de los exfoliantes también puede provocar efectos negativos | Getty Images

"Este cuidado incorrecto, sin una supervisión por parte del podólogo para realizar un correcto tratamiento, deriva habitualmente en la aparición de papilomas, hongos, mal olor, dermatitis de contacto, grietas en los talones, durezas, callosidades y alteraciones en las uñas", señala López.

Pero si existe otro elemento clave en el cuidado y la salud de nuestros pies, sin lugar a dudas es el calzado. Existen determinadas prácticas que podrían pasarnos factura, como utilizar un calzado heredado, inadecuado, o de dimensiones que no correspondan con nuestra talla.

Los materiales a partir de los cuales están fabricados también es importante. Así pues, debemos prestar atención a todos aquellos que tengan costuras o que no ventilen, ya que podrían ocasionarnos problemas. Si queremos ir cómodos y evitar estas afecciones, lo mejor siempre es elegir un calzado cómodo, de nuestra talla y que sea de material transpirable.

¿Cómo podemos prevenirlas?

Lo más importante es que siempre acudamos a revisiones periódicas. Por ejemplo, si vamos al menos una vez cada seis meses, el podólogo podrá evaluar el estado de nuestros pies. Así pues, cualquier deformidad, dolor o problema muscular podrá ser tratado.

Pero además de esto también es importante que nosotros en casa sigamos unas rutinas de cuidado. Podemos optar por comprar una crema podológica para hidratar los pies. De esta forma, además de nutrirnos y darnos un masaje relajante, también ayudará a que se regenere la piel y por lo tanto dificulte la presencia de gérmenes e infecciones.

Por último, debemos tener siempre presente que si queremos estrenar un calzado nuevo es muy probable que este no se adapte a nuestros pies de forma instantánea. Para ello, podemos optar por ponernos calcetines, medias o pantis y así evitaremos el contacto directo del pie con el calzado.

Lo mejor siempre es escoger un calzado que se ajuste a nuestra talla, que sea de un material transpirable y que nos resulte cómodo al andar. Y sobre todo, ante cualquier duda o inquietud consultar siempre al podólogo, que es la persona que mejor nos podrá ayudar en cuanto a la salud de nuestros pies.