La efectividad de los filtros de radiación para prevenir daños en la piel y cambios cancerosos en la piel ha sido probada en muchos estudios. Sin embargo, la mayoría de la gente no los usa correctamente.
Por ejemplo, un estudio publicado en 2015 en el Australasian Journal of Dermatology mostró que menos del 20% de las personas usa protector solar a diario. Pero, cuando este grupo lo hace, el 85% de ellas no usa una cantidad suficiente de producto.
Además, debemos tener en cuenta otro aspecto importante: en realidad, no hay ningún bronceado saludable. Todo lo contrario, puede convertirse en un riesgo para la salud de nuestra piel.
El efecto del sol sobre nuestra piel
El sol emite radiación electromagnética en diferentes longitudes de onda: desde las ondas más largas hasta las ondas más cortas. La radiación ultravioleta es una radiación electromagnética con una longitud de onda más corta que la de la luz visible para el ojo humano.
Hay tres tipos de radiación ultravioleta. La primera de ellas es la radiación ultravioleta tipo UVA-A, que penetran profundamente en la piel. De hecho, son considerados como los principales responsables de las arrugas y del envejecimiento prematuro de la mujer.
Además, estudios recientes muestran que esta radiación puede causar directamente distintos tipos de cáncer de piel, incluido el melanoma (cáncer piel más maligno). La radiación ultravioleta tipo UVB-B es la principal causa de las quemaduras en la piel.
Se considera también la principal causa de cáncer cutáneo del tipo células basales, células escamosas y melanoma. El último es la radiación ultravioleta tipo UVC-C, el cual no llega a la tierra, ya que es absorbido y dispersado en la atmósfera.
¿Qué es la “regla de la sombra”?
Ya sabemos, posiblemente en carne propia, que muchas de las quemaduras solares se producen porque no somos capaces de darnos cuenta de que estamos recibiendo mucha radiación.
Especialmente en aquellos instantes en los que nos encontramos en el agua, frescos (y en las horas de mayor exposición), no somos conscientes del problema. Hasta que es muy tarde y nos hemos quemado.
Por suerte, existe una técnica conocida con el nombre de la regla de la sombra, que puede ser nos de mucha ayuda. Consiste en una técnica simple de medir la radiación solar, pero sin necesitar ninguna herramienta, solo nuestro cuerpo.
Para hacerla, debes ponerte de pie de la misma manera que si tu cuerpo fuera la aguja de un reloj de arena. Y observar la longitud de la sombra proyectada. Por ejemplo, si tu sombra tiende a ser muy corta, significa que el riesgo de quemadura es tremendamente elevado (porque el sol se encuentra justo encima).
Esto se debe a que los rayos solares completamente perpendiculares tienden a ser los más peligrosos, nocivos y perjudiciales. Dado que la longitud de onda no solo es directa, sino más corta.
Sin embargo, si la sombra que se genera es alargada (y nos encontramos en las primeras o últimas horas de la jornada), entonces podremos estar tranquilos. Eso sí, esto no implica que no debamos usar protector solar. Al contrario, debemos continuar protegiéndonos la piel correcta y debidamente como siempre.
¿El bronceado puede ser peligroso?
¿Sabías que el bronceado es, en realidad, el mecanismo de defensa del organismo frente a las radiaciones solares? Cuando los rayos del sol golpean la piel, produce melanina, lo que provoca la apariencia bronceada.
Pero, lejos de lo que podríamos pensar en un primer momento, el bronceado es una señal de daño en el ADN de las diferentes células cutáneas. Y lo es como resultado de la exposición incontrolada a la luz solar.
Es este daño el principal culpable del desarrollo de tumores, tanto benignos como cancerosos. Es más, el sol provoca una variedad de daños a la salud y la estética. Algunos aparecen durante la exposición al sol y otros se acumulan con el paso de los años.