Cada día se consumen muchos kilos de embutidos en nuestro país. Una opción no muy adecuada desde un punto de vista alimentario, especialmente cuando se consumen a diario o en cantidades excesivas.
El chorizo, por ejemplo, es considerado como un auténtico emblema de la cocina del sur de Europa. Y en nuestro país, de hecho, es uno de los más populares (y consumidos).
Su sabor ahumado y especiado y su bonito color rojo lo convierten en un ingrediente de elección para poner un poco de colorido y sabor a nuestros platos. Aunque también puede comerse solo, acompañado de un trozo de pan. Pero, ¿por qué los embutidos como el chorizo no son muy adecuados en cualquier alimentación o dieta? Vayamos por partes.
¿Por qué algunos embutidos no son muy adecuados o recomendables?
Como la mayoría de los embutidos, el chorizo tiene un alto contenido calórico: cuenta unas 480 kcal por cada 100 g. También es rico en sodio y grasas saturadas, por lo que se debe moderar su consumo como parte de una dieta variada y equilibrada.
Como recordatorio, el exceso de calorías y ácidos grasos saturados promueve el aumento de peso y la aparición de enfermedades cardiovasculares. Además de este contenido lipídico, el chorizo es un producto rico en proteínas y aminoácidos. Asimismo, contiene vitaminas del grupo B, hierro, cobre y sodio en cantidad.
Algo similar ocurre con otros embutidos habitualmente consumidos en nuestro país. Un buen ejemplo lo encontramos en el popular bacon, salami, fuet, salchichón… Todos tienen algo en común: su alto contenido en grasas saturadas y sodio.
Pero, además, se sabe que pueden incrementar el riesgo de cáncer y de enfermedades cardiovasculares, entre otros aspectos. Por este motivo, la mayoría de los nutricionistas lo tienen bastante claro: solo deben consumirse de forma puntual. Incluso puede ser preferible evitarlos en la medida de lo posible.
¿Qué embutidos pueden ser más saludables según la OCU?
Sin embargo, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), existirían algunos embutidos que pueden llegar a ser algo más “saludables”.
1. Pechuga de pavo (o pollo)
Se trata de una de las opciones más populares. De acuerdo a los nutricionistas, es la opción con menos contenido graso, especialmente cuando lo comparamos con otras carnes procesadas.
Aunque contiene una gran cantidad de sal, la OCU la ha llegado a considerar como la opción más saludable. Ya que tiene poca grasa y se elabora con el menor procesamiento posible.
2. Jamón cocido
El jamón cocido es posiblemente uno de los más conocidos y consumidos. Destaca por ser un embutido bajo en grasa. De todos modos, es importante conocer que contiene niveles muy elevados de sal.
3. Jamón serrano
La OCU la considera como una opción “saludable” porque es una carne bastante magra, que en realidad contiene muy poca cantidad de grasa. Eso sí, como ocurre con el jamón cocido, también destaca por su alto contenido en sal. Y, en algunos casos, también contiene azúcar y derivados.
4. Lomo curado
También conocido como lomo embuchado o caña de lomo, se elabora a partir del lomo del cuerdo. Al ser curada en salazón, tiene un alto contenido en sal. Su principal beneficio es que es un embutido con un bajo contenido en grasa (de hecho, es un embutido muy magro).
¿Podemos comer estos embutidos?
Hay que tener en cuenta dos cosas: su contenido en grasas (aunque más bajo que otras opciones), y su contenido en sal (muy elevado, dicho sea de paso). Aunque es cierto que no va a ocurrir nada por consumirlos de forma puntual, en algunos momentos, no se es recomendable abusar de su consumo.