Aunque no lo creas, existe un gran número de alimentos que se pueden comprar y comer en España, pero muchos otros países no. Normalmente, estas prohibiciones se amparan en la ley, por lo que los habitantes de esos países no pueden hacer nada por evitarlo. Es precisamente lo que ocurre con un producto cada vez más popular en la gastronomía de nuestro país.
Hablamos de unas semillas aparentemente inocentes a la vista, pero cuyo origen verdadero muy poca gente conoce. Cuentan con una asombrosa versatilidad en la cocina, por lo que pueden incorporarse en recetas de todo tipo. Se trata de las semillas de amapola, un producto fácil de comprar en cualquier supermercado de España, pero cuya introducción se considera delito en algunos países.
Las semillas de amapola, prohibidas en varios países
Como su propio nombre indica, las semillas provienen de la flor amapola real, conocida científicamente como Papaver somniferum. Se extraen del interior de sus cápsulas y su color puede variar, pero normalmente son de color negro.
A lo largo de la historia, han sido usadas en beneficio propio por una gran cantidad de pueblos porque tenían efectos provechosos sobre su salud. Entre ellos, el efecto regulador del sistema gastrointestinal o sus propiedades relajantes.
Pese a sus beneficios, este tipo de semilla está prohibida en Singapur y Arabia Saudita. Su restricción se basa en que este producto es considerado un estupefaciente. Para ello, se amparan en la presencia de alcaloides, un tipo de sustancia que ejerce efecto estimulante sobre el sistema nervioso central.
Gran parte de estas sustancias son empleadas para crear medicamentos. En Singapur, la única forma de entrar semillas de amapola al país es enviando muestras que avalen que no contienen ningún tipo de trazas de sustancias peligrosas. En el caso de Arabia Saudita, es imposible su entrada por razones religiosas.
¿Hasta qué punto pueden ser un riesgo las semillas de amapola?
Pero, ¿hasta qué punto es cierto que la amapola presenta riesgos? Para que la semilla se considere un estupefaciente, depende de muchos factores, entre ellos cómo ha sido cosechada o tratada.
El principal "problema" es que la misma amapola produce diferentes sustancias como el opio, la heroína, la morfina y la codeína. Aunque se encuentran en zonas distintas de la planta, en algunos casos las semillas pueden absorber o cubrirse con extracto de opio u otras sustancias.
Si son tratadas correctamente, deberían lavarse y, por lo tanto, eliminar cualquier tipo de traza de opiáceos. Se calcula que el contenido en opiáceos se reduce un 90% si se tratan correctamente. Pese a ello, numerosos estudios avalan que, incluso después, pueden contener trazas que ponen en riesgo la salud.
Como ha ocurrido en otros países, personas que habían ingerido semillas de amapola dieron positivo en un test policial de sustancias. Su consumo no implica experimentar los efectos, pero sí responde positivamente ante los test tan sensibilizados.
La situación de las semillas de amapola en la Unión Europea
La verdadera pregunta es: ¿Deberíamos poder consumirlas en Europa? Esta pregunta ha sido debatida por muchos detractores y fans de las semillas de amapola.
Desde la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) lanzaron un comunicado en el que evalúan si se recomienda su consumo. La respuesta fue afirmativa, pero bajo una advertencia muy importante: la cantidad.
Para que su consumo no sea considerado un riesgo para la salud, se recomienda no consumir más de 10 microgramos por kilogramo de peso corporal. El usuario debe prestar gran atención en las semillas no procesadas, pues la posibilidad de contener alcaloides es más alta que en otras. Por ello, es común encontrarla en muchas recetas, pero de forma muy limitada.
Como casi no hay constancia de personas afectadas por su consumo, desde la EFSA se sigue investigando hasta qué punto su consumo es verdaderamente peligroso.
En España, normalmente, se consumen mediante infusiones, pero también es posible encontrarlas enteras en alimentos de repostería, cremas, pastas... Es decir, es posible añadirlas a un gran número de platos, pero siempre limitando la cantidad a la recomendada por las autoridades.