El consumo de carne está hoy en día más que extendido a nivel mundial. Se trata de la principal fuente de proteínas para millones y millones de personas en todo el planeta, aunque en los últimos tiempos los hábitos han ido cambiando. La creciente importancia que dan los consumidores a la calidad obliga a aumentar los controles sobre este producto.
En el primer mundo, son muchos los que ya no se limitan simplemente a conseguir la carne. También dan una especial importancia a la forma de producirla, a la calidad de vida de los animales e incluso a los alimentos que estos consumen. En este sentido, uno de los temas más polémicos es el uso abusivo de fármacos y antibióticos por parte de algunos productores.
El preocupante descubrimiento sobre la carne que hace saltar las alarmas
La necesidad de garantizar la calidad y el origen seguro de los alimentos ha llevado a las empresas cárnicas a utilizar distintivos fáciles de identificar. Algunos sirven para asegurar la trazabilidad de los productos, es decir, que el consumidor pueda obtener información sobre lo que consume. Otro de este tipo de distintivos es la etiqueta que confirma que la producción es "libre de antibióticos".
En países como Estados Unidos (EEUU), donde el consumidor se ha vuelto cada vez más exigente en este sentido, estas etiquetas son casi una obligación. Sin embargo, un reciente descubrimiento ha hecho saltar todas las alarmas en la industria cárnica. Según un estudio reciente, la carne de animales tratados con estos medicamentos consigue llegar hasta las cadenas de suministro y, finalmente, a los clientes.
Así lo asegura el director del Antibiotic Resistance Action Center, Laurence B. Prince, quien ha pedido reformar las políticas de control. El también profesor de la Escuela de Salud del George Washington University's Milken Institute ha demostrado que algunos productores cuelan carne tratada con antibióticos precisamente como libre de estos medicamentos.
La falta de control efectivo socava la credibilidad de las etiquetas de calidad
Parte de la responsabilidad de esta situación se debe a la enorme popularidad de la carne libre de antibióticos hoy en día. "La creciente demanda tiene el potencial de reducir el uso de antibióticos en este tipo de producción de alimentos", asegura. Ahora bien, la "laxitud de la verificación y aplicación" de las normativas que regulan las etiquetas de ganadería sin antibióticos ponen en entredicho la credibilidad de las etiquetas.
En este sentido, Laurence considera que hace falta una verificación más rigurosa de "las declaraciones de producción libre de antibióticos". Otra posible solución, siempre dentro del mercado norteamericano, podría ser que "los minoristas eliminen esta calificación, que se aprovecha del desconocimiento[de los clientes]". "Los consumidores no deben confiar en la exactitud de estas etiquetas", asegura el experto.
Los consumidores, víctimas de la falta de transparencia
En los últimos años, el interés de los consumidores por las carnes libres de antibióticos no ha dejado de aumentar. Por desgracia, a pesar de la aparición de los distintivos de producción libre de fármacos, estos datos no son fáciles de verificar por los clientes. Esto implica que los consumidores deban confiar ciegamente en los supermercados, productores y agricultores.
Es cierto que existen organismos públicos encargados del control de este tipo de etiquetas, como es el caso de la USDA en EEUU. Pero este organismo, por ejemplo, no exige tampoco pruebas empíricas para validar las declaraciones de los productores. Una situación preocupante, que demuestra la facilidad con la que se pueden saltar la normativa los más avispados.
Para demostrar el problema, Laurence y su equipo analizaron varias carnes de animales supuestamente sin tratar con antibióticos. Lo que descubrieron fue que algunos animales sí que habían sido tratados con este tipo de medicamentos, y posteriormente puestos a la venta.
En definitiva, el problema cuestiona seriamente la veracidad de las etiquetas que confirman una producción libre de antibióticos. Sin una reforma clara de la normativa, Laurence considera que los clientes se encontrarán en una situación de vulnerabilidad sin igual en los próximos años.