Hoy en día nos encontramos con constantes cambios en los supermercados. Desaparecen productos que nos gustaban, aparecen opciones más saludables, ganan terreno los productos ecológicos, etc. Y es que vivimos en una época de constante cambio donde todo influye.
Los cambios de hábitos de los clientes y las nuevas investigaciones ayudan a tener más conocimiento sobre la alimentación que debemos seguir. Muchas veces, nos preguntamos cómo puede un mismo producto del supermercado tener precios muy diferentes, en función de dónde se compre. Seguro que más de una vez has visto dos productos que parecen idénticos, pero con una diferencia de precio muy marcada.
El engaño de los súpers en el que has caído más de una vez
Lo cierto es que, sin darnos cuenta, acabamos cayendo en una gran cantidad de engaños cuando vamos a hacer la compras. Ofertas que en realidad no lo son, descuentos con letra pequeña e incluso productos que no son lo que nos venden. Y es precisamente esto último una de las mayores estafas a las que nos arriesgamos cuando nos disponemos a comprar.
Según destaca Javier Sánchez Perona en Los alimentos ultraprocesados, tan solo el 10% del presupuesto de un producto es para los ingredientes. Las grandes empresas de alimentación dedican el 50% de su dinero al envasado y el 40% restante al marketing. Una vez conocidas estas cifras, es muy fácil imaginarse que, detrás del precio que tienen algunos productos se esconde un gran secreto: son ultraprocesados.
"Los alimentos ultraprocesados son formulaciones elaboradas a partir de sustancias derivadas de alimentos y aditivos. No se pueden identificar otros alimentos en su forma original, ya que son ricos en grasas, sal y azúcar. Además, tienen poca fibra dietética, proteínas, vitaminas y minerales", explica Sánchez Perona.
Muchas veces no se entienden ciertos precios cuando acudimos al supermercado. Javier Sánchez Perona se preguntó: "¿Por qué los palitos de merluza son tan caros, teniendo en cuenta que no llegan al 50% de pescado?". Y sí, lo cierto es que "te venden el rebozado como si fuera pescado", si nos ponemos a analizar el contenido del producto detenidamente.
Esto también sucede con los zumos, cuyo porcentaje real de fruta exprimida, en la mayoría de casos, no sobrepasa el 20%. Es por situaciones como esta que, cada vez más, los expertos hablan de auténticas "estafas" de las marcas. Acabamos pagando más por el embalaje que por el propio producto, y además nos cuelan más aditivos que nunca, si no prestamos atención.
Los ultraprocesados, el verdadero veneno para nuestro cuerpo
Los alimentos ultraprocesados, por desgracia, siguen ocupando gran parte de las estanterías de los supermercados. Si bien es cierto que en los últimos años podemos encontrar con facilidad opciones saludables, estas siguen sin ser suficientes.
Los pasillos de las grandes superficies están plagados de productos con ingredientes de baja y dudosa calidad. En la mayoría de los casos, estos ingredientes provienen de países en vías de desarrollo. Gracias a los sueldos bajos, los países más desarrollados compran a muy bajo precio estos ingredientes.
Ante esta situación, algunas personas, como el nutricionista Carlos Ríos, han decidido mover ficha. Ríos creó un movimiento que apoyaba el consumo de "comida real" en lugar de los dañinos ultraprocesados, con la intención de provocar un cambio en las grandes empresas de alimentación. El también influencer quiere que el mercado de alimentación evite los aditivos perjudiciales para la salud y empiece a invertir más en la calidad de los ingredientes.
Tipos de aditivos, ¿por qué son tan adictivos?
Los aditivos son sustancias que se añaden a las bebidas y a los alimentos para otorgarles ciertas características. En algunos casos, estos pueden volverse adictivos y perjudiciales para la salud, llegando a crear incluso cierta adicción.
Se trata, además, de sustancias muy económicas, que favorecen el abaratamiento del producto, pero con el precio de perder también calidad. A continuación, vamos a ver algunos de los más habituales y por cuáles son sus efectos:
1. Colorantes
Suelen interferir en la imagen final de los productos y suele atraer más a los niños. Es más, des del 2010 hay un seguido de colorantes que deben llevar un etiquetado especial. Pueden afectar gravemente a la hiperactividad infantil y no se recomienda su consumo habitual.
Estos colorantes son: E-102, E-104, E-110, E-122, E-124, E-127. También hay un colorante, usado mayormente en helados y dulces, que en Suiza está completamente prohibido. Un estudio demostró que puede favorecer los ataques de asma.
2. Conservantes y antioxidantes
Generalmente se usan para alargar el periodo de putrefacción de los alimentos. Hay muchos conservantes naturales muy buenos, aunque hay otros que están bajo sospecha.
- Nitratos y nitritos (E-249 a E-252) se usan para los productos cárnicos, pero muchas veces han llegado a ser tóxicos.
- Sulfitos (E-220 a E-228) pueden llegar a provocar mareos o ataques de asma. Los productos que lo contienen deben tener un etiquetado especial.
3. Espesantes y emulgentes
Estos aditivos se usan principalmente para tener "mejor sensación en la boca" cuando comemos o bebemos algún alimento. Desde hace unos años, están muy relacionados con la obesidad, la diabetes y la inflamación intestinal.
4. Potenciadores del sabor
Intensifican el sabor y eso aumenta la capacidad adictiva. Los más comunes son los glutamatos (E-620 a E-625), que pueden llegar a provocar presión en las sienes, dolor de cabeza y rigidez. De todas formas, es más conocido por la relación que tiene con el sobrepeso y la obesidad.
5. Azúcares y Edulcorantes
El azúcar es el más adictivo, dado que el sabor dulce provoca un mayor consumo y, por ende, mayor obesidad en los consumidores. Para contrarrestar esto, en muchas ocasiones se sustituyen por edulcorantes, aunque no todas las opciones son saludables. Siempre será mejor usar edulcorantes naturales que no artificiales.