Los huevos son, sin duda, parte de una dieta equilibrada y variada. El huevo contiene importantes vitaminas (A, D, B2, B12) así como minerales (hierro, zinc, selenio) y esto por apenas 90 calorías. Además, los huevos aportan proteína de calidad, la cual es necesaria para mantener los músculos en forma.
A diferencia de lo que suele pensarse comúnmente, se puede comer un huevo al día, sin que esto suponga un riesgo de padecer colesterol alto. De hecho, los estudios más recientes no muestran una relación significativa entre el consumo de 1 huevo al día y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en personas sanas.
Los 3 trucos caseros que te indicarán su estado
Pero para disfrutar de sus cualidades, es imprescindible asegurarnos de que se encuentra en buen estado. ¿Cómo? Toma nota.
1. Probando su frescor
Coloca el huevo en cuestión en un tazón o vaso alto de agua fría y observa si flota. En caso de que el huevo esté recostado de lado, en el fondo de la taza, está en su máximo punto de frescura.
Si, por el contrario, se encuentra en la parte superior, pero tocando fondo, significa que ya tiene un tiempo, pero que se puede comer. Finalmente, el peor escenario de todos es que el huevo flote por completo. Si bien no significa que sea peligroso comerlo o en mal estado, quiere decir que no es nada fresco, por lo que tendrás que decidir tú si te lo quieres comer.
También es posible sostener el huevo cerca de nuestro oído y agitarlo, escuchando el sonido que produce. En este sentido, un huevo fresco no debería hacer demasiado ruido, si lo hace cuando lo agitamos. Si hace mucho ruido, significa que está viejo.
Estos trucos son fiables gracias a la estructura del huevo. Cada uno de ellos contiene una pequeña bolsa de aire en el interior que con el paso del tiempo recoge más aire. Si ha pasado mucho tiempo, la bolsa de aire permitirá al huevo flotar, demostrando así que no está fresco.
Algo similar ocurre con el ruido. Una bolsa de aire más amplia proporciona al huevo más espacio para poder moverse en el interior de la cáscara, generando así un sonido característico.
2. Identificando un huevo podrido
Podemos optar por romper el huevo y observar su olor. Este es, posiblemente, uno de los mejores indicadores de un huevo podrido.
Si está podrido, tendrá un olor acre y bastante desagradable cuando lo abramos. Es más, el olor sulfuroso será muy evidente desde el momento en que rompamos el huevo (e incluso posiblemente antes). Si esto ocurre, deberemos desecharlo por completo.
3. Observando el color
Otra opción útil es romper el huevo en un plato pequeño, o tazón, e inspeccionar el color. El color de la yema variará en función de la alimentación del animal. Esto significa que, en realidad, el hecho de que sea más naranja o amarillo no tiene nada que ver con la frescura.
En su lugar, debemos inspeccionar la clara de huevo o albúmina. Si es de color verde, rosa o iridiscente, el huevo se ha contaminado con la bacteria Pseudomonas, por lo que no será seguro de comer. Si observamos manchas negras o verdes en el interior del huevo, se habrá contaminado con hongos. Si esto ocurre, debe desecharse.
Evidentemente, el paso más simple y sencillo es comprobar la fecha de caducidad presente en el envase. En algunos, la encontrarás en la cáscara del huevo. Una vez hecho esto, lo más recomendable es usar estos huevos dentro de las dos semanas posteriores a la fecha de vencimiento.