El rol de la maternidad a menudo adquiere una importancia superior a cualquier otra faceta de la vida. Cuidar, educar y cubrir las necesidades básicas de un hijo es una de las mayores responsabilidades de la vida de todos los que deciden ser padres, pero no hay que olvidar otros aspectos muy relevantes como el papel de la pareja o el desarrollo profesional.
En este artículo vamos a proporcionar claves para conciliar la paternidad con el cuidado de la relación de pareja, que habitualmente se resiente en los primeros meses después de tener un hijo dada la gran cantidad de cambios que se producen tanto en la estructura familiar como en el autoconcepto de cada uno.
Cambios en la pareja después de la llegada del bebé
La decisión de tener un hijo en ocasiones es un proceso totalmente consensuado y calculado, pero en otros casos la noticia llega de manera inesperada. Por ello, y como primer paso para tomar la decisión de seguir adelante, se debe llegar a un acuerdo con la persona con la que se va a tener un hijo.
En la mayoría de casos las parejas jóvenes han vivido una serie de etapas en su relación previas al momento de tener un hijo; de este modo han creado una cultura propia de su historia, en la que han elaborado unas tradiciones y unas costumbres que con la llegada del hijo van a tener que ser modificadas.
Se modifica la estructura familiar pero no las personas
Viajar, salir a cenar fuera, ir al cine, bailar o tener un momento íntimo se convierten en actividades de difícil acceso cuando se es padre, y en especial en los primeros meses y años de la vida del pequeño. Algo que antes sucedía de forma espontánea y divertida ahora se ha de planear y cuadrar horarios para que algún allegado pueda quedarse con el bebé.
Y se llega al punto en el que planear cuándo tener esos momentos de intimidad hace que se pierda la magia de la improvisación, de la libertad y de ese encanto que tienen las cosas cuando suceden por sorpresa.
Pese a ello, no se debe caer en la resignación de que nunca nada va a volver a ser como antes, porque en cierto modo es así. Ahora existe un nuevo individuo, una nueva personita de la que la pareja se va a tener que hacer cargo y en la que los roles y las responsabilidades van a tener que ser modificados.
El pensamiento más saludable y adaptativo para la pareja tiene como base el amor: recuerda que la persona que tienes al lado sigue siendo la de antes, que esa complicidad, esa atracción y ese cariño no han desaparecido y que, pese a que el tiempo del que disponéis es más reducido, dedicar un momento para los dos es de suma importancia.
6 claves para reavivar la relación después de ser padres
Hace tiempo se decía que la llegada de un bebé en la pareja se traducía en un “abandono” de la relación amorosa por parte de la madre y el padre quedaba relegado a un segundo plano.
Y es bien seguro que este sentimiento lo han tenido muchísimos nuevos padres, pero afortunadamente cada vez es más común y más natural el papel activo del hombre en la crianza del recién nacido.
Es cierto que el vínculo que se establece entre la madre y el hijo, sobre todo en los primeros meses de vida, es muy especial y cercano dado que el bebé depende de manera total de sus progenitores. Por ello es realmente importante aprender a introducir y delegar tareas del cuidado del recién nacido en la figura paterna.
1. Hacer partícipe activo al padre en los cuidados del bebé
Como decimos, la participación activa del padre en la crianza y el cuidado del bebé es un factor clave para que la relación no se fraccione y crezca como un equipo en el que ambos integrantes se apoyan.
Los primeros meses tras la llegada del hijo pueden ser muy estresantes. La falta de descanso debido a las demandas de los bebés puede llegar a mermar de manera significativa la relación; por ello dividir tareas y distribuir los momentos en que cada uno se despertará para proporcionar alimento y atención al niño es relevante para el éxito de la pareja.
Tener un hijo es una decisión de la pareja, no solo de la madre; por tanto, la crianza también debe ser responsabilidad de ambos. La división de roles en función del género que estaba tan normalizada hace unos años ha perdido vigencia por el progreso en los valores sociales y por la incorporación de las mujeres al mundo laboral, que aumenta el riesgo de que la madre pase a tener el doble de tareas que el padre, una situación injusta y poco deseable.
2. Potenciar las capacidades como cuidadores
Tener un hijo es un proyecto común que tiene como base el amor del uno hacia el otro. La decisión de ampliar la familia viene dada por la seguridad de que queremos pasar el resto de nuestra vida (o al menos muchos años más) con esa persona, y no olvidar los motivos que llevaron a tomar esa decisión es muy importante.
Por ello, debemos recordar las cualidades de la pareja que llevaron a tomar la decisión de ser padres y embarcarse en este plan vital juntos, así como potenciar las capacidades como padres de cada uno y no perder de vista los pequeños detalles, como decirnos cosas bonitas o proporcionar pequeñas muestras de afecto que ayudarán a pasar por este complejo momento de cambio.
3. No aplazar el diálogo y solucionar los conflictos
Cuando aparece un conflicto en la pareja o existen pequeños detalles que molestan con respecto a la pareja, es primordial intentar hablarlo y buscar soluciones cuanto antes para evitar que se convierta en un problema mucho mayor. En ocasiones la falta de ayuda o de conversación crea lagunas de información que es necesario clarificar.
Buscar unos minutos al finalizar el día, una vez el bebé esté durmiendo y repasar cómo ha sucedido la jornada, así como intentar organizar las tareas del día siguiente, puede ser de gran ayuda para solventar los malentendidos que se pueden generar en un contexto tan estresante como el de ser padres.
4. Volver a tener tiempo para uno mismo
Quererse y valorarse a uno mismo es fundamental para poder amar a la pareja y demostrar lo mejor de cada uno. Es por ello muy importante retomar el contacto con tú yo interior, preguntarte a ti misma cuáles son los aspectos que has abandonado desde la llegada del bebé e intentar hacer una pequeña lista de estos.
Una vez se tiene claro en lo que se desea invertir el tiempo, es el momento de organizar la agenda y cuadrar momentos en los que poder estar sin el bebé y realizar actividades como quedar con las amigas, hacer ejercicio o darse un baño relajante.
5. Tener un espacio diario para hablar
La comunicación entre la pareja es especialmente relevante para que se siga manteniendo el cariño y la complicidad, así como para evitar conflictos que generen dudas e inseguridades en la relación.
Buscar una media hora al día, en un momento en el que el bebé duerma, y relajarse mientras se comentan los sentimientos y las sensaciones provocadas por esta nueva situación va a ayudar a fortalecer la pareja y a unirla, además de mostrar que ambos tienen dificultades, pero que las van a poder gestionar y solucionar juntos.
6. Pactar un día a la semana para ocio
Al final, la falta de tiempo es el punto de convergencia de la gran mayoría de problemas que aparecen tras la llegada del bebé. Para evitar que esto incida de manera negativa en la relación, es muy importante retomar las actividades que antes proporcionaban felicidad y diversión y que han dejado de hacerse por cansancio o saturación.
Cuadrar una tarde a la semana para ir a cenar, bailar salsa, ir al cine, intimar o realizar aquellas actividades que antes os unían es esencial para no perder la magia ni el rumbo de la relación. Esto hará recordar que la persona con la que compartes hogar y familia es aquella que te hace sentir especial y a la que quieres como compañera de vida.