El precio del combustible se ha convertido en uno de los principales factores de la evolución de la economía. Su encarecimiento ha liderado el incremento de la inflación que ha obligado a los bancos centrales a aumentar los tipos de interés. Esto ha provocado que las hipotecas multipliquen su coste.
Es solo un ejemplo de cómo el precio de la gasolina y el diésel puede impactar para bien o para mal en la economía de las familias. Tras un 2022 con los carburantes más caros que nunca, este año los carburantes mantienen una tendencia a la baja. La pregunta es si se mantendrá el descenso.
La decisión de los países exportadores de reducir la producción de crudo hizo temer un nuevo subidón de precios. Pero otro hecho puede no solo evitar el alza, sino incluso favorecer una bajada. Pronto podríamos ver precios más bajos en estaciones de servicio de Repsol, Cepsa, BP, Shell o Galp.
Más refinerías: ¿por qué es una buena noticia?
Uno de los factores del encarecimiento de la gasolina y el diésel en los últimos años ha sido el aumento del precio del petróleo. Pero otro factor igual de importante ha sido el aumento de la demanda. Las refinerías no daban abasto al refinamiento del petróleo para satisfacer la alta demanda.
La buena noticia para los consumidores es el incremento de la construcción de nuevas refinerías en todo el mundo. Para adaptarse al incremento de la demanda, las petroleras están invirtiendo en el establecimiento de nuevas refinerías. Esto, según los expertos, favorecerá la caída de los precios.
El precio del barril de petróleo Brent, referencia para el mercado de los carburantes en Europa, se ha estabilizado en los 81 dólares. La reducción de los márgenes de las refinerías provocará una moderación de los precios. Esto se verá reflejado en una caída de los precios en las gasolineras, también en España.
Caída histórica: a quién beneficia
Hasta ahora, la falta de refinerías para afrontar la alta demanda de consumo de carburantes ha impedido la moderación de los precios. La multiplicación de refinerías podría aliviar ahora la inflación en el mercado petrolífero. De momento se está viendo una fuerte caída de los márgenes de refino en los últimos meses.
Según la Agencia Internacional de la Energía, de los 80 dólares por barril de diésel europeo se ha pasado a los 20-30 dólares. En el caso de la gasolina, el margen ha pasado de los 60 dólares a los 25 actuales. Se trata de un cambio histórico que según los expertos tendrá un claro impacto en el precio final.
La caída del precio de la gasolina y el diésel no solo favorecerá a los consumidores. También aliviará la tensión de los mercados y de los bancos centrales en plena lucha por el control de la inflación. Por ejemplo, podría frenar la subida de los tipos de interés y, por lo tanto, de las hipotecas.
Caída de la demanda, otra buena noticia
Se estima que la capacidad de refino aumentará en 1,5 millones de barriles por día en 2023. Junto al incremento de 2,4 millones de barriles diarios para el próximo año, es el mayor aumento de la capacidad de refino en las últimas décadas. Este impulso se debe en parte a la recuperación tras la pandemia.
Países como Kuwait, Nigeria, México y China han retomado los proyectos de refinería que habían quedado parados durante la pandemia. Esto supondrá un cambio importante para la industria petrolera. Las nuevas plantas de refino están reduciendo los márgenes ayudando así a rebajar la presión de los precios.
Además, se está observando una tendencia a la baja de la demanda que contribuirá a este proceso de abaratamiento del crudo. De hecho, esta es la razón por la que los países de la OPEP anunciaron el freno de la producción. Son malas noticias para las petroleras, pero un alivio para la inflación y el consumidor.