Seguramente ya hayas oído hablar de la kombucha, una opción sana y refrescante que ha ganado muchísima popularidad. Si no lo has hecho, presta atención a los supermercados que visites y observarás cómo ha ido ganando terreno en los carritos de compra de la gente.
Ha conquistado también el corazón de numerosas influencers, como es el caso de Jessica Goicoechea o Chiara Ferragni, quienes no dudan en recomendársela a sus seguidores. Incluso la reina Letizia se ha convertido en consumidora habitual.
La favorita de los clientes es la kombucha de Mercadona, que arrasa desde el primer día gracias a su sensacional sabor a limón y jengibre. En cambio, la kombucha de Lidl destaca por ser de las más económicas del mercado.
¿Cuáles son los orígenes de la kombucha?
La kombucha es una bebida milenaria, con origen en China, y las primeras pruebas de su existencia se remontan al año 221 a. C. La leyenda habla de un emperador que, en busca del elixir de la eterna juventud, encontró en la kombucha lo que buscaba.
En Japón también cuentan con su propia historia, que se remonta a los tiempos del emperador Ingyo. Este se hallaba gravemente enfermo, y para salvar su vida el doctor Kambú recurrió a la kombucha. Según la leyenda, la kombuchale ayudó a recuperar las fuerzas y aceleró su recuperación.
Si bien su consumo se limitó a Asia, a partir del siglo XIX la kombucha se expandió al resto de continentes. Hoy en día, ha conseguido ganarse un lugar especial en las despensas de los consumidores.
Grandes beneficios nutricionales
Pese a contar también con muchos detractores, la kombucha puede presumir de multitud de beneficios para nuestro organismo. Por ejemplo, destaca por sus propiedades antioxidantes, pero también por ayudar al organismo a eliminar colesterol.
Además, aporta a nuestro cuerpo vitaminas esenciales para nuestro cuerpo (B1, B2, B3, B6, B12, ácido fólico, C, D, E y K) y minerales como el hierro o el potasio.
¿Qué ingredientes necesito para preparar kombucha?
Si todavía no has probado la kombucha, esta es la oportunidad ideal para que la prepares en casa siguiendo estos sencillos pasos. Para ello, es necesario que dispongas de los siguientes productos:
- Unos 3 litros de agua mineral
- Una taza de azúcar de caña
- Unos 24 gramos de té negro
- Un vaso de kombucha
- Un SCOBY
De todo el listado, seguramente el último sea el que más llama tu atención. El SCOBY (Symbiotic Culture Of Bacteria and Yeast) es un hongo con aspecto gelatinoso necesario para hacer tu kombucha, porque es el encargado de que tu mezcla fermente.
En el caso de que quieras darle un toque de dulzor a tu kombucha, siempre puedes optar por usar zumos naturales de fruta, trozos pequeños de fruta o las especias que más te gusten. Estos ingredientes deberán ser añadidos en el momento inicial de la fermentación.
Los utensilios que te recomendamos tener a mano son: una olla, un bote de cristal que pueda contener 3 litros de líquido o más, un trozo de tela, un colador o un difusor y una cuchara metálica para mezclar. Si has comprado por primera vez el SCOBY, deberías tener algo especial para su conservación.
Los 3 pasos simples para preparar tu kombucha ecológica
1. Toma las medidas higiénicas necesarias
Como entenderás, para que la receta de kombucha casera pueda salir al pie de la letra, es necesario que todos los utensilios y tus manos estén higienizados. De esta forma, nos ahorraremos complicaciones futuras.
Si quieres asegurarte de una correcta limpieza, puedes desinfectar todo lo que vayas a utilizar con vinagre y agua caliente. Los recipientes, si son de cristal, mejor.
2. Prepara la kombucha
Para preparar la kombucha, debes poner a hervir un litro de agua en una olla. Cuando observes que ya esté hirviendo, tienes que añadir el azúcar y remover de manera continuada hasta que consideres que el azúcar se haya integrado en totalidad.
Después, debes apagar el fuego y añadir el té. Si es necesario, puedes hacerlo con un difusor o un colador. Déjalo reposar 10-15 minutos y añade el agua restante a la mezcla (recuerda que primero solo hemos añadido 1 de los 3 litros).
Cuando hayas añadido el agua, debes verter la kombucha en el bote de cristal y esperar que se enfríe, pues es necesario que su temperatura sea la ambiental. Una vez haya adquirido esta temperatura, debes introducir el SCOBY.
3. Deja que la bebida fermente
Es el momento de esperar. Este tiempo es clave para conseguir la kombucha, ya que hasta este punto lo único que hemos conseguido es una especie de té. Por ese motivo, debes dejar tu frasco en un lugar donde corra el aire durante unos 10-15 días.
Para asegurarte de que todo va bien, puedes introducir una pajita en su interior y pasar su contenido a un vaso. Prueba el líquido del vaso para comprobar si el resultado es de tu agrado.
Recuerda que si la temperatura en el lugar en el que dejas la kombucha es baja, tardará un poco más en fermentar. Los grados recomendados pueden variar, pero lo ideal es que un ambiente a entre 21 y 26 °C. Una vez hayan pasado los días necesarios, deberás retirar el SCOBY e introducirlo en otra kombucha. Tu fermentación estará lista para ser consumida.
Extra: añade sabor con la segunda fermentación
Esto ya es opcional, aunque muy útil si lo que se busca es que la kombucha tenga un sabor concreto. Tienes que saber que, si la bebida pasa menos tiempo fermentándose, el sabor será más dulce, y que en cambio si pasa menos tiempo resultará más ácida.
Si quieres que el sabor sea afrutado, puedes añadirle a la mezcla 3 dedos del zumo de fruta que más te guste. Todo depende de cómo prefieras el sabor de tu kombucha casera. La duración de esta segunda fermentación varía entre los 7 y 10 días.
Recuerda que la botella con la kombucha final deberá estar en la nevera hasta que te la acabes. La kombucha puede estar en el frigorífico una gran cantidad de tiempo. En cambio, si la dejamos demasiado tiempo a temperatura ambiente puede acabar siendo muy desagradable.