El concepto de salud es complejo y está en constante disputa. A lo largo de los siglos ha habido diversos cambios en la definición de salud; mientras que en algunas épocas se ha focalizado la atención en la prevención y el tratamiento de la enfermedad física, en otras se ha destacado también la salud mental el bienestar psicológico y su interacción con la biología. Actualmente es difícil determinar cuál de los dos modelos predomina.
En este texto intentaremos contestar a una pregunta muy concreta: ¿Qué es la salud?¿cuál es su definición? Revisamos el concepto de salud, qué significa según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la diferencia entre salud física y mental.
¿Qué es la salud? Definición
Para la RAE, la salud es el “estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”. Si entendemos estas “funciones” como las funciones vitales propuestas por la Biología, englobamos en ellas la nutrición, la interacción con otras personas y seres vivos y la reproducción.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no la mera ausencia de enfermedad o discapacidad”. Según esta definición de 1948 el término “salud” no sólo incluye la falta de enfermedad física sino también los factores psicológicos y sociales que disminuyen la probabilidad de que nuestro organismo desarrolle problemas.
Otras definiciones más recientes destacan que la salud no sólo es un estado sino también un recurso que nos ayuda a satisfacer nuestras necesidades y a alcanzar nuestros objetivos, es decir, a conseguir el bienestar. Desde esta perspectiva también se considera importante que la salud no se entienda como un concepto aislado, sino que en gran medida depende de la interacción de las personas o grupos con el entorno que los rodea.
Conceptos de salud y enfermedad
Es complejo determinar dónde acaba la salud y empieza la enfermedad. Por ejemplo, cuando tratamos con personas que tienen un alto riesgo de sufrir un determinado problema de salud la prevención y el tratamiento pueden confundirse y solaparse.
En el concepto “enfermedad” suelen incluirse tanto las verdaderas enfermedades (procesos que alteran el funcionamiento de partes de nuestro organismo) como las lesiones. Cualquier condición que provoque dolor, malestar o implique un riesgo de muerte es susceptible de ser considerada una enfermedad.
A menudo se conceptualizan la salud y la enfermedad dentro de un mismo continuo. Desde esta perspectiva, la salud completa se corresponde con uno de los extremos; en el otro encontramos la muerte prematura. En función de nuestro estado físico y mental, todas las personas estaríamos en un punto determinado del continuo en cada momento de nuestras vidas.
Los modelos biomédico y biopsicosocial
El concepto de salud ha ido cambiando de forma notable con el paso de los siglos y sigue en disputa en la actualidad. Uno de los aspectos más controvertidos es el hecho de separar o aunar la salud física y la mental, una discusión que se remonta probablemente a la distinción entre cuerpo y alma.
Desde mediados del siglo XX, en la Medicina se popularizó el modelo biomédico. Los profesionales que siguen este modelo se centran exclusivamente en la modificación de factores biológicos para prevenir y tratar la enfermedad. La perspectiva biomédica es identificable con la concepción de salud como ausencia de enfermedad.
Frente al modelo biomédico encontramos el biopsicosocial, que a diferencia del anterior entiende la salud como un concepto global determinado tanto por la biología como por lo psicológico y lo social. En lugar de tratar por separado la salud física y la mental, desde el modelo biopsicosocial la salud se ve como un todo, y el cuerpo y la psique como aspectos indistinguibles.
Ambos modelos tienen sus puntos fuertes y débiles. En general puede decirse que el modelo biopsicosocial es más amplio e inclusivo que el biomédico, tanto que su definición de salud puede resultar excesivamente vaga y difícil de aplicar
Tipos: diferencias entre salud física y mental
En general, cuando hablamos de salud física nos estamos refiriendo al adecuado funcionamiento del cuerpo, mientras que la salud mental indica bienestar psicológico y, en consecuencia, una correcta interacción con el contexto social. No obstante, y como hemos visto, diferenciar entre cuerpo y mente es simplista y problemático desde un punto de vista conceptual.
La salud física y la salud mental están íntimamente relacionadas. No sólo hay enfermedades físicas causadas por factores psicológicos y viceversa, sino que tener un mal cuidado de cualquiera de los dos tipos de salud facilita la aparición de problemas en la otra, en especial cuando nos referimos a las enfermedades crónicas.
Así, las personas con una enfermedad física crónica sufren un mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales; por ejemplo, es muy frecuente que las personas con demencia se depriman. Por su parte, tener un trastorno psicológico, sobre todo si es grave, también favorece la aparición de enfermedades físicas.
Las ciencias de la salud
Las ciencias de la salud son las disciplinas que se ocupan de prevenir y tratar enfermedades y de promover la salud, la higiene y el bienestar, tanto físicos como mentales. Su ámbito de actuación incluye la adquisición de conocimientos técnicos a través de la investigación y su posterior aplicación.
Algunas de las disciplinas que se engloban en las ciencias de la salud son la medicina, la psicología, la farmacia, la enfermería, la veterinaria, la fisioterapia, la optometría y las ciencias de la nutrición.
Factores que determinan la salud
Dado que, como hemos visto, en la salud intervienen factores de tipo biológico, psicológico y social, el número de variables concretas que la determinan es muy amplio. A continuación describimos los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera más relevantes.
1. Entorno físico
Las condiciones de vida son clave para nuestra salud. Por ejemplo, el enorme incremento de la esperanza de vida que se ha dado en la mayor parte del mundo en el último siglo se relaciona con las mejoras en higiene, nutrición y cuidados médicos, entre otros. Todo ello depende en gran medida del entorno físico en el que vivimos.
No obstante, otros aspectos del contexto actual perjudican la salud. El progreso científico y tecnológico no sólo ha mejorado nuestras condiciones de vida, sino que también ha intensificado la contaminación, ha facilitado el acceso a hábitos de nutrición y consumo poco saludables y ha incrementado la frecuencia del estrés, que afecta de forma negativa y global a nuestro organismo.
2. Genética
Los rasgos biológicos que heredamos de nuestros padres pueden incluir la predisposición a sufrir trastornos físicos y mentales. Entre muchas otras condiciones, la diabetes, la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia o el trastorno bipolar tienen un componente genético fundamental.
3. Nivel socioeconómico
Las desigualdades económicas y sociales tienen consecuencias fundamentales en la salud. Además de que producen diferencias obvias en el acceso a los servicios de salud y en la calidad de estos, las personas con un nivel socioeconómico elevado tienen una esperanza de vida mayor
4. Redes de apoyo social
Mantener relaciones sociales sanas y formar parte activa de una comunidad incrementa nuestra salud y nuestro bienestar. La interacción positiva con quienes nos rodean mejora nuestro bienestar psicológico y también influye de forma indirecta en nuestra salud física; por ejemplo, es más probable que visitemos al médico si nuestros seres queridos nos incitan a hacerlo.
5. Servicios de salud
Este aspecto se relaciona con dos factores ya mencionados: el entorno físico y el nivel socioeconómico. Cuanto más fácil nos resulte el acceso a los servicios de salud y mejores sean estos, más probable será que podamos prevenir y curar satisfactoriamente las enfermedades que nos afligen.
6. Nivel educativo
Tener un nivel educativo bajo parece estar relacionado con una mayor probabilidad de tener un mal estado de salud, así como con más tendencia a sufrir estrés.
7. Sexo y género
El sexo y el género afectan de modos variados a nuestra salud y determinan nuestra mayor o menor predisposición a sufrir unas u otras enfermedades. Por ejemplo, se diagnostican más trastornos cardiovasculares en hombres y más casos de osteoporosis o depresión en mujeres.
Las diferencias en la frecuencia relativa de las enfermedades pueden ser problemáticas en el sentido de que facilitan la aparición de estereotipos, como sucede entre otros en el caso de los trastornos cardiacos, considerados “enfermedades de hombres” a pesar de ser también muy habituales en mujeres.
Referencias bibliográficas:
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