La huella ecológica nace como un indicador del impacto ambiental que ejerce una determinada comunidad o un individuo sobre su entorno. Tenemos que tener en cuenta los recursos que esta necesita y los residuos que genera.
Para calcular la huella ecológica debemos tener en cuenta que, para obtener cualquier producto, se necesitan materias primas y energía que provienen de la naturaleza. Durante la producción y utilización de los productos se generan residuos, que de una manera u otra deben ser reabsorbidos por la naturaleza.
Así pues, la huella ecológica se calcula haciendo una estimación de la superficie productiva. En esta superficie se tiene en cuenta todo lo que se emplearía para satisfacer las necesidades alimenticias, de recursos forestales, de energía y de ocupación efectiva y se expresa en hectáreas/capacidad de carga/año.
Cuando el resultado de este cálculo es negativo, quiere decir que existe un déficit entre los recursos disponibles y los consumidos. Es lo que se denomina déficit ecológico. Es decir, ese colectivo está haciendo uso de unos recursos que no le corresponden, porque pertenecen a otra región o comunidad o a futuras generaciones.
La mayoría de los países desarrollados extraen recursos y vierten residuos en otros lugares del planeta, lo que implica que el concepto de huella ecológica deba contemplarse a escala mundial.
Si todos los seres humanos consumiéramos a este ritmo, para paliar el déficit ecológico harían falta tres planetas Tierra.
¿Qué podemos hacer?
Una forma de reducir nuestra huella ecológica es cambiando nuestros hábitos de consumo. Debemos evitar el consumo de productos innecesarios, ahorrar energía, agua, combustible, y reducir al máximo nuestros residuos.
Es preciso que adoptemos una actitud responsable y sostenible como consumidores. Cuanto más productos locales compremos, menos energía se necesita para transportar los productos desde lejos. Es importante apoyar a los productores locales que usan prácticas sostenibles para cultivar sus productos.
Otra forma para reducir la huella ecológica es desarrollar una conciencia de energía. Esto significa ahorrar energía en nuestros hogares mediante el uso de luces LED, el aislamiento de los edificios o el uso de electrodomésticos eficientes en energía. Es recomendable el uso de energías renovables como la energía solar. Estos cambios harán que nuestro hogar sea más eficiente en energía y menos dañino para el medio ambiente.
A nivel global es fundamental que se tomen medidas que hagan los procesos productivos más eficientes. Debemos articular políticas orientadas a la contención del gasto energético, a la gestión eficiente de residuos, etc.