Uno de los problemas genitourinarios que afectan con mayor frecuencia a los hombres es la inflamación de la próstata. Este síndrome, que puede tener causas muy diversas y afecta en grado variable a la salud de los pacientes que lo sufren, es bastante habitual en hombres de mediana edad y es conocido como “prostatitis”.
En este artículo vamos a describir qué es la prostatitis, cuáles son sus síntomas típicos, qué factores la causan, qué tipos hay y qué tratamiento se aplica en cada uno de estos casos. Nos centraremos de modo particular en la distinción entre las prostatitis de origen bacteriano y las que se asocian a otras causas, principalmente la tensión muscular y la ansiedad.
La prostatitis se define como la inflamación del tejido de la próstata, un órgano glandular que forma parte del sistema reproductor de los hombres. La próstata está situada entre la vejiga y el recto y entre sus funciones destacan la secreción de parte del fluido que conforma el esperma y la facilitación de la expulsión de este durante la eyaculación.
Este tipo de inflamación puede afectar a varones de cualquier edad; sin embargo, es mucho más común a medida que la edad avanza, sobre todo a partir de los 50 años aproximadamente. Se diagnostica en 1 de cada 5000 o 10000 hombres, más o menos.
La naturaleza y las causas de la prostatitis pueden ser muy distintas, ya que el término hace referencia a un síntoma muy general que se asocia a condiciones médicas diversas. En muchos casos no se conoce la causa específica de la inflamación. En cualquier caso, entre los síntomas comunes a estos trastornos encontramos problemas durante la micción y la eyaculación, entre otros.
Por tanto, existen varios tipos de prostatitis con diferencias relevantes entre ellos; más adelante nos referiremos a cada uno de forma más detallada. De estas divergencias dependen en parte aspectos como la velocidad de inicio o de la curación, que pueden ser graduales pero también bastante súbitos, la duración de los síntomas o su gravedad.
Como hemos dicho en el apartado anterior, las molestias al orinar son el síntoma más característico de las prostatitis. Este tipo de problemática incluye las dificultades para iniciar la micción, la debilidad y la irregularidad del flujo urinario, el goteo, el aumento de la frecuencia (poliaquiuria) y de la urgencia para orinar y el dolor al miccionar (disuria) y/o al eyacular; en particular las personas afectadas suelen referir sensaciones de ardor en la uretra.
Los dolores musculares en regiones adyacentes a la próstata, como el recto, el perineo, el pene, los testículos, el abdomen o las lumbares, son también síntomas habituales en casos de prostatitis y se relacionan con el hecho de forzar la musculatura a la hora de orinar; de hecho, en muchos casos se identifica tensión muscular constante en la musculatura implicada en la micción y la eyaculación.
En las prostatitis que tienen como causa una infección de tipo bacteriano aparecen con frecuencia síntomas típicos de estas alteraciones, como sensaciones de malestar general, accesos de fiebre, escalofríos y temblores. En ocasiones la temperatura se eleva de forma crónica.
En función del tipo de prostatitis y de la gravedad de esta pueden darse también otros síntomas y signos como cambios en el aspecto de la orina o la presencia de sangre en esta. Otro signo típico de la inflamación de la próstata es la sensación de pesadez en el perineo, que resulta muy molesta y muy característica de este trastorno.
A continuación describiremos las causas de los cinco principales tipos de prostatitis: la aguda, la crónica bacteriana y la abacteriana, la prostatitis inflamatoria asintomática y la prostatodinia. Como veremos, algunos de estos tipos guardan una estrecha relación entre ellos mientras que otros tienen características que los hacen muy peculiares.
La prostatitis aguda suele identificarse con las infecciones bacterianas, puesto que por lo general estas son la causa de los síntomas. Es habitual que las inflamaciones de este tipo sean consecuencia de enfermedades de transmisión sexual y del coito sin protección, incluso en personas sanas.
Este tipo de prostatitis se trata con antibióticos, como sucede de forma habitual en casos de infecciones. Cuando no se aplican estos fármacos o bien el tratamiento no tiene éxito puede desarrollarse una prostatitis bacteriana crónica.
Las inflamaciones crónicas de la próstata de origen infeccioso y bacteriano son relativamente poco frecuentes, en comparación con otros tipos de prostatitis. La forma de presentación más común de esta variante es la aparición recurrente de infecciones del tracto urinario causadas por las bacterias.
El tipo más frecuente de prostatitis es el crónico abacteriano, es decir, el que no está causado por infecciones por bacterias: este diagnóstico engloba más del 90% de los casos de prostatitis que existen.
Entre las causas de la prostatitis crónica abacteriana destacan las lesiones en los nervios de las vías urinarias, que pueden derivarse de golpes o de otros problemas. Los problemas musculares asociados a las dificultades para orinar también constituyen un factor de mantenimiento muy relevante en este tipo de inflamación de la próstata.
Hablamos de “prostatitis inflamatoria asintomática” cuando se identifica una inflamación de este órgano (fundamentalmente a partir del aumento de glóbulos blancos en sangre o leucocitosis, un signo típico de la presencia de inflamaciones) pero la persona no refiere síntomas relacionados con la micción, el dolor o cualquier otra faceta típicamente asociada a la prostatitis.
La prostatodinia es una inflamación causada por tensión muscular excesiva y crónica. Si bien los síntomas son muy similares a los de las prostatitis de tipo bacteriano, en este caso se detecta una tensión excesiva de los esfínteres y del suelo pélvico que es considerada la causa y que se mantiene durante la micción.
Dado que se relaciona con niveles muy elevados de ansiedad y de estrés, tanto en el área psicológica como especialmente en la fisiológica, en ocasiones se hace referencia a este cuadro clínico como “síndrome de la vejiga ansiosa”.
Como hemos dicho en el apartado anterior, las prostatitis agudas o crónicas que tienen como causa una infección bacteriana deben ser tratadas con antibióticos, puesto que de este modo se eliminan del cuerpo los microorganismos indeseados.
Este tipo de tratamiento debería dar resultados definitivos tras un mes o un mes y medio, si bien en ocasiones se requiere una intervención más duradera, sobre todo cuando la prostatitis es de tipo crónico o vuelve a aparecer tras una recaída.
Otra clase de medicamento que puede resultar muy útil para algunas personas con prostatitis son los antiinflamatorios (incluyendo los AINEs como el Ibuprofeno y el Enantyum), que son eficaces para el alivio sintomático de la inflamación de la próstata, pero no los eliminan a largo plazo.
Por último, y sobre todo en el caso de la prostatodinia, en ocasiones se recomienda la aplicación de fármacos antagonistas adrenérgicos o alfabloqueantes, que se prescriben también a personas con hipertensión y que tienen efectos relajantes en la musculatura de la región circundante a la próstata.