Los supermercados se esfuerzan por ofrecernos productos cada vez más variados, con tal de sorprendernos. La última tendencia son los alimentos de preparación fácil, que nos ahorran tiempo y evitan que nos pasemos el día en la cocina. Y es que, hoy en día, el ritmo de vida acelerado que tenemos hace que resulte imposible cocinar con calma y tranquilidad.
Las grandes cadenas de supermercados lo saben, y dedican mucho esfuerzo a la elaboración de productos precocinados, por poner un ejemplo. Uno de los alimentos más populares es el caldo, que muchas veces se vende como 'casero' a pesar de ser industrial. Los expertos, sin embargo, no ven con buenos ojos la popularidad de los caldos de supermercado, porque pueden resultar realmente perjudiciales.
El caldo de sopa de los supermercados
El caldo es un alimento tradicional y presente en todas las cocinas, sobre todo en las estaciones más frías: otoño e invierno. Es un alimento muy popular entre la población, ya que además sirve de ayuda para entrar en calor o para comer algo estando enfermos.
Se trata de un producto que está al alcance de todos, a precios realmente bajos, dependiendo de la marca que escojamos. Es por eso que está presente en todos los estantes de los supermercados y encontramos todo tipo de caldos: de verdura, de pescado, de pollo, etc.
Las marcas tratan de vendernos estos productos como caseros, tradicionales, naturales y artesanos. Nada más lejos de la realidad...
Una alternativa muy poco sana
Aunque a primera vista pueda parecernos una buena alternativa frente a otras opciones de comida menos saludable, no es así. Tan solo hace falta fijarnos en la etiqueta de este tipo de productos. No nos aportan casi ninguna vitamina ni minerales, pero sí que contienen una gran cantidad de aditivos.
Entre ellos encontramos el glutamato monosódico, el cual aumenta el sabor y hace que el producto industrializado sea muy apetecible y gustoso. Este aditivo a largo plazo puede tener efectos perjudiciales como migrañas, dolores musculares, problemas en el corazón, entre otros.
También encontramos una gran presencia de sal con 1,9 gramos por ración. Una dieta alta en sal puede causar un aumento de la tensión, hipertensión, trastornos renales y cardiovasculares, osteoporosis o obesidad. Por eso es muy importante ser consciente y tener en cuenta de la sal de este producto y no abusar de su consumo.
La cantidad de pollo que se encuentra en estos caldos es más bien poco, a veces no llega ni al 0,01%. En definitiva, unas cantidades de sal y conservantes que convierten a los caldos de supermercado en alternativas muy poco sanas. Algo bien distinto de lo que nos intentan vender las marcas.
Pero a pesar de todo consiguen convencernos para comprar, en parte por su presentación. Sus envases se caracterizan por ser de cartón y de muy fácil uso, los abres los calientas y ya lo tienes listo para comer. Es en parte nuestra culpa, ya que queremos ahorrarnos el máximo tiempo posible.
Más alimentos que disparan la tensión
No te equivoques, el caldo no es el caldo no es el único alimento que puede perjudicar a tu salud, especialmente a tu tensión. También hay otras comidas que tienen ingredientes poco sanos y han ganado cierta popularidad.
Es el caso de los congelados, las conservas o los envasados al vacío; productos pensados para consumir al momento. Los alimentos precocinados son una opción que debemos considerar solo en ciertas ocasiones, pero sin abusar. El exceso de azúcar, presente por ejemplo en la bollería industrial, tampoco ayuda a mantener a raya la tensión.
Lo malo es que se trata de alimentos con mucha popularidad, de los cuales abusamos en demasiadas ocasiones. Pero los expertos nos piden que compremos con cabeza, pensando en nuestra salud por encima de todo. El azúcar está directamente relacionado con la tensión disparada, la llamada hipertensión, además de otros problemas de salud como el sobrepeso o la celulitis.