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Una pareja cogida con los dedos de la mano sobre unas vías de tren

Primeros auxilios emocionales: 7 claves para emergencias psicológicas

Esta breve guía te será útil para ayudar a quien lo necesite en momentos de sufrimiento emocional.

En ocasiones nos encontramos ante situaciones en las que un amigo, un conocido o un familiar están pasando por un mal momento y sentimos la responsabilidad de ayudar a que ese malestar disminuya o simplemente ofrecerle nuestro apoyo.

Breve guía de primeros auxilios emocionales

Así como cuando nos hacemos daño físico vamos al médico y parece que exista un plan perfectamente establecido para curar esa herida, el dolor psicológico en ocasiones es un laberinto lleno de entresijos del que resulta casi imposible salir.

Si os habéis sentido así en alguna ocasión y queréis ayudar a otras personas a salir de ese bucle de pensamientos y emociones negativas, a continuación os damos algunas claves.

1. La escucha activa: acompañar escuchando

Es muy típico que, cuando nos topamos con alguien que lo está pasando mal, en lugar de escuchar expongamos una serie de consejos “mágicos” que creemos podrán aliviar el sufrimiento en cuestión de segundos.

Nada más lejos de la realidad: debemos reprimir ese deseo de aconsejar y en cambio prestar atención  a todo aquello que la persona en crisis nos quiera decir. Ofrecer nuestro tiempo, nuestra atención y estar presentes será algo que además de empatía emocional, mostrará acompañamiento.

2. Ofrecer nuestra ayuda y preguntar qué podemos hacer

A la vez que ponemos en marcha la escucha activa, es de especial relevancia que la persona en cuestión entienda que estamos a su lado para ayudar en todo lo que necesite. Para ello, y de forma altruista, prestaremos nuestra asistencia y preguntaremos en qué podemos ayudarle.

Detalles tan pequeños como proporcionar pañuelos de papel, agua o incluso algo de comer pueden ser de gran importancia para alguien que lo está pasando mal, en función de las circunstancias. No olvidemos que en momentos de crisis nuestra atención está totalmente centrada en el acontecimiento traumático y olvidamos detalles tan relevantes como alimentarnos.

3. Normalidad ante el llanto

Y llega ese momento en el que a nuestro amigo o familiar se le saltan las lágrimas y nosotros no sabemos qué hacer o hacia dónde mirar. Pues bien, es sencillo: normalizaremos la situación acercándole un pañuelo de papel de manera sutil y dejaremos que esa persona se desahogue sin alterar el contexto.

Permaneceremos a su lado, como hemos comentado anteriormente, escuchando todo aquello que nos quiera decir. En ocasiones los gestos de compasión e incluso el acercamiento físico puede resultar de ayuda. Un abrazo o acariciar sutilmente el brazo indica que estamos por y para ellos.

4. Los silencios: el arte de permanecer callado

Seguramente os ha ocurrido que, de repente, la persona a la que estábais ayudando se ha quedado sin palabras, y que durante este silencio no sabías si sacar otro tema o callar.

Es de suma importancia respetar los silencios, ya que pueden indicar momentos en los que la persona está gestionando sus emociones, reflexionando y asimilando todo lo que está ocurriendo. Reiniciar la conversación para evitar el silencio no es aconsejable.

No sentirse incómodo y permanecer al lado de esa persona ofreciendo algún leve acercamiento físico es beneficioso. El lenguaje no verbal siempre gana a las palabras; por lo tanto, pongámoslo en práctica.

5. Que la curiosidad no nos gane

Ofrecer nuestra ayuda a alguien y que esa persona la acepte no nos convierte en su “diario personal”. Con esto queremos decir que es importante respetar la intimidad de esa persona. Existen detalles personales que preferimos guardar para nosotros mismos.

Por ello es significativo procurar no indagar hasta el fondo del asunto e intentar conocer todos los detalles; por contra, debemos respetar y entender lo que esa persona quiera decirnos sin interpretar su actitud como un signo de falta de confianza.

6. Gestionar nuestras propias emociones

Podemos enlazar el punto anterior con éste: sentir que alguien no quiere exponernos todos sus problemas u ofrecernos todos los detalles, o simplemente que le apetezca estar solo, no se debe tomar como un desprecio o como una falta de confianza.

Gestionar las emociones que nos produce hablar con esa persona es de especial relevancia  para ofrecer la mejor ayuda posible. No podemos molestarnos por situaciones que nos “resten protagonismo” ya que el protagonismo real se halla en la persona en crisis.

De igual modo, aunque nos sintamos muy identificados con lo que le está ocurriendo, no es el momento adecuado para exponer nuestros propios problemas. Hablar de nosotros mismos cuando estamos apoyando a otra persona por lo general no es de ayuda.

7. Respetar la soledad

Existen personas que en momentos de crisis o tristeza prefieren estar solas. Respetar el deseo de soledad de cada individuo es fundamental para evitar situaciones de mayor carga emocional o incómodas.

La independencia, el espacio personal y la opción de permanecer en soledad para reflexionar con nuestro yo interior son opciones que favorecen la recuperación para algunas personas. Por lo tanto, y aunque deseemos dar apoyo, debemos respetar este tipo de situaciones pero dejar claro que estamos a su disposición para lo que necesite.