La incapacidad permanente es una situación en la que una persona se encuentra física o mentalmente incapacitada. Debe ser de manera continua y a largo plazo para que le impida realizar su trabajo habitual o cualquier otro tipo de empleo remunerado.
Esta condición suele ser el resultado de una enfermedad grave, una lesión, un accidente o una discapacidad. Esta impide a la persona desempeñar sus funciones laborales de manera eficiente y sostenida.
La incapacidad permanente se clasifica en diferentes grados. Varían según el grado de limitación que experimenta la persona y su capacidad para trabajar. Van desde la parcial (la menor posible) hasta la gran invalidez (la más dura).
Por este motivo incapacitante muchas personas reciben una pensión según su grado de discapacidad. Pero para ello deben acudir a un tribunal -Equipo de Valoración de Incapacidades- que determine el grado exacto.
“¿Has venido solo?” o “¿Notas mejoras?” como preguntas con truco
Este equipo se encuentra en muchas ocasiones con personas que exageran o incluso pueden llegar a fingir su discapacidad. Por este motivo, los integrantes de este grupo deben cerciorarse de que la persona está en lo correcto y no miente.
Para ello, hay algunas preguntas que pueden decantar la balanza hacia un lado u otro. Otorgarte la gran invalidez o, al contrario, considerar que puedes mejorar y quedarse en una incapacidad total. A continuación, desvelamos algunas de las cuestiones “trampa”.
- ¿Notas que has mejorado últimamente?
- ¿Qué actividades llevas a cabo en tu día a día?
- ¿Cómo te afectan tus síntomas o secuelas?
- ¿Por qué crees que necesitas una incapacidad permanente?
- ¿Estás de acuerdo con lo que la mutua o tu especialista afirma sobre tus dolencias?
- ¿Qué puesto ocupas y cuáles son las tareas fundamentales de tu profesión?
- ¿Explica las dificultades que tienes en el desempeño de tu trabajo habitual?
- ¿Por qué etapas ha pasado tu patología o lesión?
- ¿Cómo te sientes a día de hoy?
- ¿Has venido solo a esta valoración?
Las respuestas que el individuo dé y la valoración del EVI fijarán el grado de discapacidad y, por tanto, la cuantía a recibir. Lo mínimo a percibir es 905 euros, mientras que el máximo permitido es 3.059 euros al mes en 2023.
Los cuatro criterios en los que se basa el Tribunal para otorgarte un grado de discapacidad
Las preguntas anteriormente mencionadas son importantísimas para que el EVI tome una decisión. Pero, además, hay otros cuatro criterios muy importantes que se debe tener en cuenta si no quieres llevarte una sorpresa.
En primer lugar, se consideran los efectos que la lesión o enfermedad pueden tener en la vida personal y laboral del individuo afectado. Esto implica evaluar si el trabajador necesita cuidados externos, como asistencia médica o terapia. También si tiene la capacidad de realizar tareas diferentes a las de su profesión habitual.
Además, se realiza un análisis detallado del cuadro clínico del trabajador. Con este, se busca identificar si existen otras dolencias o condiciones de salud aparte de las causadas por el accidente o enfermedad en cuestión.
Esto es importante porque algunas condiciones médicas pueden interactuar y agravar los efectos de otras. Lo que, sin dar lugar a dudas, podría influir en la determinación del grado de incapacidad.
La posibilidad de mejora en la salud del trabajador también se tiene en cuenta en el proceso de evaluación. Si se prevé que el individuo pueda recuperarse o mejorar con el tiempo, es posible que se le otorgue un grado de incapacidad menor.
En último lugar, también se analizan historiales médicos y antecedentes de casos similares. Si quieres anticiparte, puedes consultar el antiguo reglamento de accidentes de trabajo como referencia.