Cuando hablamos de bienestar y salud muchas veces lo asociamos a la ausencia de enfermedad. Sin embargo, para decir que una persona está 'sana' debe existir una combinación adecuada entre varios factores.
El ejercicio físico o la calidad del sueño son fundamentales en este aspecto, pero no basta solo con ellos. Mantener una dieta saludable también es una pieza clave que debemos mantener en el tiempo, especialmente si sabemos que puede ayudarnos a prevenir algunas enfermedades, como el VPH o el cáncer.
El virus del papiloma y el cáncer: ¿Podemos hacer algo para protegernos de ellos?
Las enfermedades de transmisión sexual (conocidas como ETS) parecen estar a la orden del día. Tan solo en nuestro país, se estima que actualmente cerca de 2 millones de mujeres podrían estar infectadas por el virus del papiloma humano (VPH).
Observando estos datos, podemos deducir que se trata de un virus bastante común y fácil de propagarse entre las personas. Pero... ¿Qué es el VPH exactamente, y cuál es su origen? Pues bien, vamos a verlo a continuación.
El VPH es una de las infecciones de trasmisión sexual más común en nuestra sociedad. Por sus siglas, mucha gente suele confundirlo con el sida (VIH) y el herpes (VHS), aunque evidentemente no es lo mismo.
Su presencia, a pesar de estar mayormente asociada a mujeres, también puede afectar a hombres. De hecho, cualquier persona sexualmente activa lo llegará a contraer en algún momento de su vida. Sin embargo, dentro de este virus existen muchos tipos y variantes.
A groso modo, cualquier persona puede sospechar de su existencia por la presencia de verrugas en la zona genital. No obstante, también existen casos en los que no hay síntomas evidentes (es decir, casos asintomáticos).
Gran parte de los tipos de VPH existentes son benignos y no requieren de tratamiento, pues es el propio cuerpo quien lo elimina con el paso de los meses o los años. No obstante, aunque de forma menos habitual, también existen variantes que podrían poner en riesgo la salud.
Hablamos del VPH-16 y VPH-18, los tipos carninogénicos más comunes de este virus. Ellos son los responsables del 70% de los casos de cánceres, siendo los más habituales los de útero, pene, ano, orofaringe, cabeza y cuello.
Hasta día de hoy, la mayoría de estudios se han centrado en focalizar la atención en aspectos sexuales e infecciones ginecológicas como factores de riesgo. Sin embargo, un estudio reciente ha dado un paso más allá y ha evaluado la relación existente entre la actividad física y la dieta respecto a la infección del VPH.
Para discernir la existencia de otros determinantes más allá de la esfera sexual, el Dr. Yantao Li de BGI Genomics y sus colegas reclutaron a 495 mujeres de entre 18 y 59 años de edad. A todas ellas se les evaluó mediante cuestionarios y pruebas de ensayo genotipado del VPH. Ademas puedes ver el estudio completo que realizaron..
Los resultados mostraron la eficacia de dos hábitos
Tras evaluar a todas las participantes, los investigadores confirmaron sus sospechas: las mujeres con altos niveles de actividad física eran menos propensas a contraer la infección del VPH, en comparación con aquellas que eran menos activas.
Por otro lado, en lo que respecta a la alimentación, los resultados también fueron concluyentes. En este sentido, se observó que la dieta también puede constituir un factor preventivo, y que concretamente, existen dos hábitos alimenticios que ayudan a ello.
El primero es el consumo de frutas y verduras de forma diaria. Aquellas participantes que incluyen estos alimentos en sus dietas (acompañado de una menor ingesta de grasas y azúcares) tendrían un mayor efecto protector contra el VPH.
Por otro lado, el segundo hábito alimenticio sería el de consumir productos lácteos y alimentos de origen animal ricos en vitamina A. Por lo tanto, mantener una dieta equilibrada puede resultar determinante para prevenir este tipo de infecciones.