La piel tiene memoria. Una consulta muy repetida, ahora que empieza a apretar el sol, son las manchas: Maria, estas manchitas que tengo aquí, ¿qué puedo hacer? Si yo me pongo protección solar desde que salgo de casa. Eso está bien; pero...
Nuestros actos son decisivos cuando se trata de la piel
¡La piel tiene memoria! Esto significa que, si has estado en exposición solar sin protección, el riesgo de contraer lesiones en la piel en el futuro es mayor que si has usado fotoprotección.
Y, para muestra, un botón. Para los que no me conocéis, de pequeña, era muy blanca. No tenía las típicas pequitas en los mofletes, llegaba el verano y me inundaban las pecas tanto la cara como el cuerpo.
Con 14 y 15 años tuve ampollas tanto en la cara como en la espalda, me tuve que ir a urgencias y aplicarme cortisona y me pelé cuál lagarto varias veces. Después de esto, os puedo asegurar que, con 16 años, maduré y tomé conciencia de ir a la playa con camiseta y gorra (le cogí terror al sol) y evitar las horas centrales del día para no quemarme. Iba por el buen camino.
Las consecuencias de no haber cuidado del estado de mi piel
Ya, un poco más mayor, mi hermano Josep, que es dermatólogo y estaba acabando la residencia, me hizo una revisión de lunares y descubrió que tenía algunos que no tenían muy buen aspecto.
Me dijo: “Por las manchas que veo, las arrugas que tienes en la frente, tienes la piel de una persona de 40 años”. A lo que yo le respondí: "¿¿QUÉÉ??", ese comentario me lo hizo cuando tenía 22 años. Ahí sí que me quedé K.O. y me propuse que a los 40 años tendría la piel de 35 años. Entonces, me puse manos a la obra.
Todavía estás a tiempo de corregir la memoria de tu piel
Aparte de evitar el sol directamente, iba a prevenir el fotoenvejecimiento (envejecimiento provocado por la exposición solar). Empecé a utilizar activos que os sonarán: antioxidantes como la vitamina C o la E, protectores de ADN como los productos que pone “CICA” y reparadores del ADN como el aftersun.
Y apareció en escena, para mí, mejor aliado, el fotoprotector. Hasta ese momento, me lo ponía solo antes de tomar el sol y en verano, pero desde ese momento formó parte de mi rutina todos los días del año.
Las arrugas superficiales se habían atenuado y las “pecas sospechosas” había desaparecido. Y todo gracias a los cambios de hábitos.