Aunque existen diversas razones para ello, no en todos los países se consumen los mismos productos que en España. En la mayoría de casos, la elección es personal. En otros, se debe a legislaciones que prohíben su adquisición o consumo.
Dicho en otros términos, hay una serie de alimentos que aquí comemos de forma habitual, pero en otros países está prohibido por la ley. Algo parecido ocurre con el salmón, uno de los pescados más populares en todo el mundo. Aunque parezca estraño, hay un tipo de salmón que está prohibido en varios países...
¿Por qué algunos países prohíben parcialmente el salmón?
El salmón es uno de los alimentos más populares en la mayoría de dietas. Su sabor tan delicioso y su versatilidad en la cocina lo convierten en un alimento esencial para un gran número de personas. Entre sus beneficios encontramos su alto contenido en Omega-3.
Se trata de una sustancia que permite mejorar el sistema de nuestro organismo y previene algunas enfermedades como las cardiovasculares. Además, este pescado puede aportarnos una gran cantidad de vitaminas y minerales como el zinc o el hierro.
Su valor nutricional, también, confirma que es una gran fuente de proteínas. Es decir, se puede considerar prácticamente un superalimento. Ahora bien, pese a que su consumo esté muy normalizado en España, otros territorios cuentan con restricciones que limitan su consumo o comercio.
Estamos hablando de Australia y Nueva Zelanda, países en los que el salmón criado en piscifactorías está prohibido. No te equivoques, los ciudadanos de estos países pueden comer salmón, pero solo un tipo muy concreto. Estamos hablando de que solo se permite la venta de salmón salvaje, que no ha sido obtenido gracias a las piscifactorías.
El gran problema del salmón de piscifactorías
Las piscifactorías son instalaciones acuáticas que actúan a modo de granja tradicional. En ellas, se encargan de reproducir y criar a los peces para que, después, puedan ser consumidos. Quizás no te suene familiar, pero estudios demuestran que la mayor parte de salmón que llega a España es producido en piscifactorías.
Australia y Nueva Zelanda se niegan a comercializar con los peces criados de esta forma. Justifican su decisión alegando que la piscicultura es una de las grandes culpables de la contaminación y que conlleva riesgos para la salud.
Si te preocupa consumir salmón de piscifactoría, deberás saber que es fácil conocer cuál ha sido su método de crianza fácilmente. La principal señal es el color que dispone cada uno.
Aquellos salmones que han sido criados en piscifactorías tienen un color grisáceo y deben ser teñidos artificialmente, por lo que tienen un color más anaranjado. Es el color que nosotros conocemos como "salmón".
Por lo contrario, el salmón salvaje, a diferencia del anterior, contiene un tono más rojizo de forma natural. Esto se debe a que contiene astaxantina, una sustancia que es producto de su alimentación con crustáceos. Los otros no cuentan con ella porque su alimentación esta basada en harinas de pescado.
Además, los peces de piscifactoría tendrán mucho más vetas de grasa en su carne que los salmones salvajes. Estos últimos sí luchan contra las corrientes de los ríos, por lo que sus vetas son mucho más débiles.
El impacto ambiental de las llamadas "granjas" de peces
La justificación de esta prohibición, como hemos resaltado anteriormente, se basa en el impacto ambiental de las piscifactorías.
Uno de los riesgos principales es la contaminación fecal. La gran cantidad de peces produce una cantidad demasiado alta de excrementos, esto último se traduce en una alteración del equilibrio natural acuático. Asimismo, estas defecaciones pueden contaminar el fondo marítimo sobre el que se ha erguido la granja.
Por otro lado, los peces de las piscifactorías son propensos a padecer diferentes afecciones. Para intentar frenar el avance de estas enfermedades, además, recurren al uso de productos químicos y antibióticos. La combinación de estos dos factores acarrea que las zonas costeras cercanas a las piscifactorías se llenen de cadáveres de peces llenos de antibióticos.