El pescado es un alimento muy saludable que aporta proteínas de alta calidad, vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3, que son beneficiosos para el cerebro y el corazón.
Sin embargo, no todos los pescados son iguales, y hay algunos que pueden tener más inconvenientes que ventajas para nuestra salud. Y es que aunque existen opciones realmente adecuadas, otras podrían no serlo tanto. Y lo son, incluso, a pesar de que parecen todo lo contrario.
¿Cuál es el pescado que parece saludable, pero podría no serlo tanto?
Uno de ellos es la panga, un pez de agua dulce que proviene en mayor medida del río Mekong, ubicado en Vietnam. Se trata de una opción que se ha popularizado en los últimos años por su precio bajo y su disponibilidad en muchos supermercados.
La panga, también conocida como Pterogymnus laniarius, tiene una carne blanca y sin espinas, lo que la hace fácil de comer y atractiva para los niños. Además, se puede preparar de diversas formas, como al horno, a la plancha o en salsa. Sin embargo, detrás de su apariencia inocua se esconden varios problemas que deberían hacernos reconsiderar su consumo.
Inconvenientes nutricionales de la panga
En primer lugar, la panga tiene un valor nutricional muy bajo en comparación con otros pescados. Aunque es una fuente de proteínas magras, contiene muy poco omega-3, el ácido graso esencial que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, inflamatorias y neurodegenerativas.
Según los nutricionistas, esto podría ser una desventaja para quienes optan por consumir pescado por su aporte en omega-3. Y es que no compensa el ahorro en el precio si no obtienes los nutrientes necesarios que otros pescados ofrecen.
Problemas de seguridad alimentaria
En segundo lugar, puede contener sustancias tóxicas que pueden afectar a nuestra salud. El río Mekong, del cual proviene la mayor parte, es uno de los más contaminados del mundo. Todo ello debido a los desechos industriales y agrícolas que recibe.
Esto hace que el pescado pueda acumular metales pesados como el mercurio, pesticidas como la trifluralina o antibióticos que se usan para prevenir enfermedades en las piscifactorías.
Estas sustancias pueden tener efectos nocivos para el sistema nervioso, el hígado, los riñones o el sistema inmunológico. De hecho, varios estudios han detectado niveles de mercurio por encima de los límites legales en algunas muestras de panga vendidas en España.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también denunció la presencia de pesticidas y mercurio en este pescado en uno de sus informes, que se pueden consultar aquí. Según este organismo, "teniendo en cuenta que este pescado se sirve en comedores escolares y los niños pueden llegar a comerlo varias veces por semana, la ingesta de mercurio puede ser significativa".
Impacto medioambiental de la panga
En tercer lugar, la panga tiene un impacto medioambiental negativo que contribuye al deterioro de los ecosistemas acuáticos. Las piscifactorías son operaciones intensivas que se realizan cerca de los ríos y zonas costeras, lo que genera una gran cantidad de residuos orgánicos e inorgánicos que se liberan al agua.
Esto provoca la eutrofización del agua, un fenómeno que reduce la calidad del agua y la cantidad de oxígeno disponible para las especies nativas. Además, la deforestación y la pérdida de hábitat también son consecuencias asociadas con la expansión de las piscifactorías de panga.
Desafíos de trazabilidad y etiquetado
Por último, la panga plantea un reto para la trazabilidad y la etiquetación correcta del producto. Al proceder de países asiáticos donde la regulación y el control pueden ser menos estrictos, existe el riesgo de que se produzcan prácticas de pesca ilegal, insostenible o poco ética. Esto dificulta que los consumidores puedan tomar decisiones informadas y responsables sobre lo que compran.
Por todas estas razones, la panga es un pescado que ningún médico te recomendará comer. Si quieres optar por opciones más saludables y sostenibles, es mejor elegir otros pescados como el salmón, la caballa, la trucha, las sardinas o las anchoas, que son fuentes de omega-3 más ricas y tienen una menor huella ecológica. Al elegir conscientemente, no solo cuidarás de tu salud, sino también del planeta.