A pesar de que la otitis es una enfermedad que se da tanto en invierno como en verano, lo cierto es que en la temporada estival es más frecuente padecer otitis externa, una infección que afecta al conducto auditivo externo hasta el tímpano.
La otitis externa, conocida también como otitis del nadador o de las piscinas suele tener una mayor incidencia en verano, debido al gran tiempo que pasamos sumergidos en el agua. Básicamente se produce porque la piel y la mucosa que recubren el conducto se alteran debido a los gérmenes presentes en la piscina y en el agua de la playa.
Generalmente, se presenta en niños y niñas entre 7 y 12 años de edad, que suelen sumergirse en el agua de continuo, algo que explica que los casos de otitis externa aumenten en la temporada estival.
¿Cómo saber si sufro otitis?
El síntoma principal de la otitis eterna es el dolor, que va en aumento si tiramos de la oreja o apretamos la zona de salida del conducto. Es habitual, también, experimentar un incremento del dolor al masticar o tragar.
La evolución de las otitis suele ser rápida y los síntomas suelen ir en aumento en cuestión de horas. al principio el dolor es intermitente sin embargo el dolor va en aumento a medida que aumenten las horas llegando incluso a salir líquido por el conducto.
En caso de que no se acuda al médico, se puede llegar a padecer ganglios en el cuello, inflamación de todo el pabellón auricular e incluso fiebre. Lejos de tener que someterse a un tratamientos complicado, basta con seguir las indicaciones del médico, que casi siempre suele tratarse de la ingesta de un antibiótico en gotas.
Eso sí, si padeces de otitis y estás en tratamientos, deberás prescindir de volver a bañarte al menos 2 o 3 días después del inicio del tratamiento, aunque cabe ser prudentes y no volver a mojar el oído hasta finalizar el tratamiento.