El orgasmo femenino es la fase más alta de excitación en el ciclo de respuesta sexual en las mujeres. Aunque existen distintos debates sobre la existencia de varios tipos, suele hablarse de un orgasmo vaginal y otro clitoriano. Asimismo, hay distintas explicaciones para la ausencia de la capacidad de experimentarlos, llamada anorgasmia.
En el siguiente artículo explicamos qué son los orgasmos y la masturbación femenina y cuántos tipos de orgasmos existen. Además, descubrimos brevemente en qué consiste la anorgasmia, y finalmente, mostramos algunas técnicas que pueden ayudar a llegar al orgasmo.
El orgasmo es definido como la culminación del ciclo de la respuesta sexual. Por lo mismo, suele conocerse como “clímax”. Se trata del momento de excitación máxima, experimentado después de haber acumulado un nivel alto de tensión sexual.
Los orgasmos son experimentados tanto por hombres como por mujeres. A los primeros se les conoce como orgasmos masculinos, mientras que a los segundos como orgasmos femeninos.
A nivel fisiológico se caracterizan por provocar contracciones musculares en la zona pélvica y en la zona genital, que en algunas ocasiones se extienden hacia otros lugares del cuerpo (por ejemplo, los brazos o las piernas).
Estos espasmos musculares son regulados por el sistema nervioso autónomo, que se encarga del control de los movimientos involuntarios. Además, se acompañan de una sensación intensa de placer, probablemente relacionada con la liberación de distintos neurotransmisores asociados a la respuesta sexual (como endorfinas, oxitocina y prolactina).
El orgasmo femenino ha sido objeto de distintas controversias a lo largo de la historia, principalmente porque ha tratado de explicarse mediante un modelo evolutivo de la respuesta sexual.
Mientras el orgasmo masculino estaba estrechamente ligado a la reproducción de la especie (porque está asociado a la eyaculación -la liberación de espermatozoides-); la función reproductiva del orgasmo femenino no podía explicarse tan fácilmente. La liberación de óvulos y su fecundación no dependen del placer sexual; y tampoco ocurre lo contrario.
Por lo mismo, con el paso del tiempo distintas características de los órganos sexuales en las mujeres quedaron fuera de estudio fisiológico, por ejemplo, el clítoris y la próstata femenina; y con esto, tanto las características propias del orgasmo femenino como la eyaculación en las mujeres.
No solo eso, sino que, a través de distintas teorías sobre la sexualidad humana generadas especialmente en el trascurso del siglo XX, se creyó durante mucho tiempo que la vagina era el órgano encargado de generar el orgasmo en las mujeres.
En parte porque era el órgano relacionado con la posibilidad de procrear, y como decíamos, la explicación sobre el placer sexual se buscaba en esa línea. Por lo tanto, la penetración o el coito se posicionaba como la técnica orgásmica por excelencia.
Con el paso del tiempo, nuevas investigaciones cuestionaron estas ideas. Entre otras cosas, descubrieron que era el clítoris (y no tanto la vagina) el órgano encargado de brindar placer sexual.
Conforme se avanzó en el estudio de la respuesta sexual humana se encontró que la cantidad de terminaciones nerviosas que componen el clítoris es mucho mayor que del interior de la vagina.
Además, se comprobaba que la función de dichas terminaciones nerviosas ubicadas en el clítoris era simplemente generar placer. Pronto esto dio lugar a la idea de que no existe un solo tipo de orgasmo, sino que existen dos: vaginal y clitoriano. Sin embargo, esta idea es controvertida y rechazada por gran parte de la comunidad científica, quien alega que solamente existe un tipo de orgasmo independientemente de la forma en la que este se consiga.
En lo que sigue veremos las investigaciones que se han hecho para describir estos tipos, así como algunos cuestionamientos sobre la existencia de uno o varios orgasmos femeninos. También explicaremos cómo ocurre realmente la eyaculación femenina, a veces conocida como el “squirt” o “squirting”.
A finales de la década de 1960 y principios de los 70’s, un ginecólogo llamado William Masters y una sexologa llamada Virginia Johnson recuperaron las investigaciones hechas por otro sexologodo: Afred Kinsey.
Lo que descubrieron fue que había una realidad muy distinta con respecto al orgasmo vaginal: la mayoría de las mujeres nunca había tenido uno. En cambio, habían tenido orgasmos provocados por la estimulación del clítoris. E incluso, de haberlos sentido en el interior de la vagina, estos orgasmos se habían iniciado por estimulación clitoriana, o bien, por la estimulación de las glándulas de la uretra (lo que explicaremos más adelante).
Por otro lado, el orgasmo vaginal también fue ampliamente cuestionado por el movimiento por la liberación de las mujeres en estados unidos en la década de los 70’s. Uno de los libros más conocidos de este contexto lleva el título precisamente de “El mito del orgasmo vaginal”, escrito por la danesa Anne Koedt.
En esta obra, Koedt critica el diagnóstico de la frigidez en las mujeres, sosteniendo que se les ha patologizado a través la falsa idea masculina de que el orgasmo es producido por el mero coito o penetración, omitiendo la estimulación del clítoris.
Años antes de las investigaciones de Kinsey, Master y Jhonsons (incluso desde 1600), ya se había documentado en las mujeres la participación de la uretra y sus glándulas en el placer sexual. Al principio, está región se había llamado próstata, igual que en los hombres, ya que además se había encontrado que producía la secreción de un líquido eyaculatorio.
Pero, desde 1950 y en las décadas posteriores, dejó de llamarse “próstata” para llamarse glándulas de Skene (por el hombre que las estudió). Se trata de una zona situada en la pared anterior de la vagina (de textura rugosa) siguiendo el curso de la uretra, cuya estimulación puede conducir a un orgasmo vaginal.
En ocasiones, la estimulación de esta zona, junto con la estimulación del clítoris provoca la secreción de un líquido distinto al que se libera durante el aumento de la estimulación sexual.
Se conoce como líquido eyaculatorio y su consistencia es menos espesa que el líquido que lubrica la vulva y la vagina. El funcionamiento es distinto en cada persona: en ocasiones puede liberarse junto con orina -pero es de composición distinta-, en otras puede liberarse hacia la uretra (siendo expulsado posteriormente al orinar).
A veces puede liberarse justo al llegar al orgasmo, aunque otras veces se libera durante las otras fases del ciclo de respuesta sexual.
A partir de que Masters y Johnson estudiaron el clítoris como órgano encargado de dar la respuesta sexual, comenzaron a estudiarse sus estructuras internas y externas. Entre otras cosas concluyeron que dichas estructuras se extienden hacia lo largo de los labios, y también hacia su interior.
Argumentaron que la estimulación de clítoris incluye no solo su parte interna (la protuberancia que se encuentra dentro del capuchón), sino que implica estimular otras partes.
Además, concluyeron que el clítoris es la base tanto del orgasmo vaginal como obviamente clitoriano, con lo cual es imprescindible para llegar al orgasmo. Así, el orgasmo sentido durante el coito se explicaba por la práctica de distintas posturas sexuales que hacían que el clítoris se friccionaran.
Cabe destacar que los mismos autores sostuvieron que, a diferencia de los hombres, quienes no se excitan por estimulación genital en el momento inmediato al orgasmo (fase llamada “refractaria”); en las mujeres esto último sí es posible.
Aunque no le ocurre a todas, o por lo menos no en todos los momentos, se sabe que si las mujeres continúan la estimulación genital inmediatamente después de llegar al orgasmo, pueden experimentar otro.
Y muy probablemente este otro será experimentado de manera más intensa, por la acumulación de tensión sexual. Por lo mismo se habla de la capacidad femenina de tener “orgasmos múltiples”.
Más recientemente se ha dado a conocer que distintas mujeres (aunque son pocas las que lo han reportado), pueden experimentar orgasmos sin necesidad de estimular sus genitales.
Por ejemplo, algunas llegan por estimulación de las mamas, por estimulación anal y otras al practicar sexo oral, tanto a hombres como a mujeres. Así mismo, es importante destacar que el orgasmo es una parte de la respuesta sexual humana, y aunque se caracterice por un placer muy intenso, el resto de respuestas a la estimulación sexual también puede resultar muy placentera.
La anorgasmia femenina se define como la incapacidad que experimenta una mujer para llegar al orgasmo. Dicha incapacidad puede ser temporal o permanente y se caracteriza por haber pasado por periodos de estimulación máxima, que finalmente no concluyen en un orgasmo.
Puede presentarse tanto en hombres como en mujeres, aunque en estas últimas la prevalencia es considerablemente mayor. Las causas de la anorgasmia femenina son múltiples: puede provocarse por efectos secundarios de medicamentos, por lesiones orgánicas, traumatismos neurológicos, e incluso por pudor y el desconocimiento del propio cuerpo.
Así mismo se ha pensado que la anorgasmia puede estar relacionada con la producción de bajos niveles de testosterona. No obstante, la capacidad de tener orgasmos es una de las que perduran por más tiempo en la vida de una mujer, lo cual podría contradecir la hipótesis hormonal, al menos como regla general de explicación.
Lo que está más o menos claro es que gran parte de nuestra cultura le ha negado a las mujeres sentir mucho placer. Por lo mismo, existe un desconocimiento generalizado sobre la anatomía femenina, y en consecuencia, no siempre sabemos cómo estimularla, o bien, no nos atrevemos a explorar.
Las formas de experimentar placer sexual y de llegar al orgasmo femenino son muchísimas. Es paradójico porque un gran porcentaje de mujeres adultas reporta no haber sentido ninguno en toda su vida.
Quizá la forma más pensada de llegar al orgasmo es mantener relaciones sexuales, ya sea con un hombre o con una mujer. En estos casos es importante estimular adecuadamente la zona del clítoris y atreverse a probar técnicas o posiciones nuevas.
También es importante crear un clima de confianza y seguridad en donde sea posible desprenderse de prejuicios, presiones o miedos.
Por otro lado, existen muchas formas de autoestimularse que pueden facilitar llegar al orgasmo. En este caso también es importante empezar por desprenderse de los mandatos de género sobre la pureza, la limpieza, el pudor y la discreción de la sexualidad femenina, así como la idea de una extrema fragilidad de la zona erógena, ya que han sido limitaciones importantes para sentir mucho placer.
Dicho esto, podemos pasar a describir algunas de las principales técnicas de masturbación femenina. Todas pueden realizarse en un momento de privacidad, o bien, con la pareja.
Para seguir respondiendo la pregunta de ¿cómo tener un orgasmo?, a continuación veremos algunas de las técnicas de masturbación femenina más placenteras.
Pueden realizarse con la pareja o por una misma, siempre teniendo en cuenta que se mantengan las condiciones de higiene adecuadas. Esto último para evitar infecciones posteriores o sensaciones incómodas durante la masturbación.
Es recomendable empezar con un ritmo lento y aumentar progresivamente la velocidad, según la comodidad y el placer que cada quien siente.
A algunas personas les resulta placentero tocar desde el clítoris hasta el ano. En cualquier caso, es importante asegurarse de tener las manos limpias y a algunas puede ayudarles usar un lubricante especial.
Otra de las técnicas de masturbación más placenteras es realizar movimientos en distintas direcciones. Por ejemplo, realizando movimientos circulares alrededor del clítoris, utilizando el dedo índice y el dedo medio.
También utilizando dos dedos (el dedo índice y el dedo medio), e incluso tres (junto con el dedo anular), pueden realizarse movimientos de derecha a izquierda sobre la zona alta y media del clítoris. Igual que las técnicas anteriores, en este caso es importante aumentar paulatinamente el ritmo según la sensación de cada quien.
Todos los movimientos anteriores pueden realizarse con los propios dedos (o los de la pareja), o bien, con distintos juguetes. Las opciones son múltiples. Existen vibradores clitorianos de muchos tamaños, formas, con distintas velocidades y movimientos.
Existen también dildos, que se introducen en la vagina, y los hay de muchos tamaños, colores y formas. Hay incluso algunos de doble dispositivo (tanto para penetración como para estimulación del clítoris), lo que puede resultar muy placentero para muchas.
Lo importante es probar según las inquietudes y las sensaciones de cada quien, de manera que encontremos lo que más nos gusta.
Otra de las técnicas de masturbación femenina más placenteras es frotar toda la zona del clítoris (incluyendo la entrada de la vagina), para lo cual pueden utilizarse distintos objetos.
Algunas se acomodan utilizando una toalla que puede colocarse entre las piernas, mientras que otras pueden usar juguetes específicos para esto.
También es importante probar no solo distintos movimientos con los dedos, sino distintas posiciones con todo el cuerpo. Para algunas puede resultar más placentero masturbarse mientras están boca arriba, y para otras puede ser más intensa la sensación cuando se encuentran boca abajo.