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Una mesa llena de comida con platos de verdura y patatas

Los 7 motivos de los expertos para no dejar de comer nunca carne

El veganismo tiene claras desventajas respecto a una dieta omnívora

En los últimos años ha ganado cada vez más popularidad seguir dietas vegetarianas o veganas. Algunos motivan su decisión en el amor que sienten por los animales, otros en la necesidad de dar un giro radical a sus vidas. Todos estos motivos son más que respetables, con la excepción de uno que cada vez gana más adeptos: es más sano

Se trata de un debate que, en realidad, no se sostiene por ninguna parte. La especie humana es, como muchas otras, omnívora por naturaleza. Eso no ha evitado que muchos adeptos del veganismo aseguren estar llevando una vida más sana que los demás. 

¿Debería seguir una dieta vegana?

Una pregunta que se hace cada vez más gente es: '¿Vale la pena empezar una dieta vegana?'. La realidad es innegable: los humanos (Homo sapiens) presentamos ciertas adaptaciones derivadas de nuestro consumo de carne.

Una realidad que se puede comprobar con una simple comparación con nuestros parientes vivos más cercanos con dietas mayoritariamente herbívoras: los chimpancés y los gorilas. Nuestra adaptación puede comprobarse incluso estudiando los tipos de parásitos que albergamos en nuestros estómagos.

A continuación, vamos a descubrir 7 evidencias evolutivas que avalan el consumo de carne en la especie humana:

1. Diferencias de metabolismo y energía

En los mamíferos, grupo del cual formamos parte los humanos, el aumento del tamaño corporal conlleva cambios metabólicos que permiten reducir la calidad de la dieta. Es por ello que los grandes simios consiguen subsistir consumiendo entre un 87% y un 99% de materia vegetal. Los únicos que no cumplen con esta regla son los chimpancés, que gracias a su consumo de frutas, ricas en energía, pueden llevar una vida social intensa.

Un hombre haciendo estiramientos en un parque
Los humanos tenemos una actividad social intensa, que requiere de mucha energía | Getty Images

La dieta carnívora, que empezó con el consumo de carroña en las sabanas en el caso de nuestros antepasados, es más rica en energía. Además, también es más digerible, y nos abrió la puerta a los aminoácidos esenciales y otros micronutrientes, como los ácidos grasos Omega-3. Estos últimos solo están presentes en los tejidos animales.

Gracias al consumo de carne, los humanos también descubrimos la importancia de la taurina, casi sin presencia en la materia vegetal. Esta tiene importantes efectos antioxidantes y antiinflamatorios. En los humanos, su asimilación es muy baja, mientras que en el caso de los grandes carnívoros, como los felinos, no existe. 

2. Un estómago adaptado a la dieta carnívora

Los humanos poseemos un estómago adaptado a nuestra realidad alimenticia. Solo hay que comparar el coeficiente del tracto digestivo, que es la suma de la superficie del estómago y la del intestino grueso dividida por la superficie del intestino delgado.

En nuestro caso, el cálculo nos da un valor intermedio de 0.8, lo que nos sitúa encima de los carnívoros (con valores de 0.4 a 0.6). Ahora bien, también estamos por debajo de los chimpancés y los orangutanes (1.0 y 1.2, respectivamente). Por supuesto, también quedamos lejos de los gorilas, con alimentación exclusivamente herbívora y un valor aproximado de 1.6.

Un plato de espárragos verdes con tomates y trozos de carne al lado
Nuestro estómago se vio recortado por la transición a una dieta omnívora | Getty Images

En los humanos, el intestino delgado y el colon representan un 67% y un 17% del total del tubo digestivo. En los simios, en cambio, estas proporciones van desde el 14% al 28%, y desde el 52% al 54%. Con un colon más corto, el tránsito de los alimentos por el tubo digestivo es más rápido, algo que complica la absorción de los alimentos ricos en fibra.

3. El hierro nos cambió la vida

Otra peculiaridad de los estómagos humanos es que absorben con preferencia el hierro de la hemoglobina y los compuestos de la porfirina. Sí, también podemos conseguir los iones de hierro de la materia vegetal, pero su asimilación se reduce entre un 50% y un 70%.

Un plato de salmón a la plancha con ensalada debajo
Los humanos asimilamos mejor el hierro de la carne que el de la materia vegetal | Getty Images

Esto respecta una enorme ventaja en comparación con los herbívoros puros, que no son capaces de asimilar el hierro de la carne y dependen del vegetal. Una dieta 100% vegana no satisface el aporte mínimo recomendado de 1,5 mg de hierro por día, por lo que se necesita suplementación.

Algo que, al mismo tiempo, repercute en la salud de los riñones. En definitiva, los humanos asimilamos mucho mejor el hierro de la carne y del pescado que el que está presente, por ejemplo, en los cereales o las lentejas. 

4. La clave está en nuestro cerebro

En los humanos, el mantenimiento de todo el sistema nervioso requiere de una dieta de alta calidad. En los humanos, dicho sistema gasta alrededor del 22% de nuestra energía, frente a solo un 8% en los chimpancés. Recordemos, además, que otros muchos órganos de nuestro cuerpo también consumen gran parte de nuestra energía, como es el caso del corazón o el hígado.

Un hombre con traje de espaldas dibujando un cerebro humano
La expansión de nuestro cerebro obligó a dejarle más espacio en el cuerpo | Getty Images

La clave de nuestra evolución ha sido la expansión de nuestro cerebro. Un proceso que forzó el acortamiento del tracto digestivo humano, propiciando la transición hacia una dieta más carnívora. Especialmente en nuestra fase infantil, disponer de una dieta fácil de digerir y de mayor calidad beneficia enormemente a nuestro desarrollo cerebral.

Por supuesto, hoy en día disponemos de alternativas muy interesantes, para disponer de toda la energía que necesitamos sin recurrir a la carne. Pero, naturalmente, esto no fue así durante la mayor parte de la historia. De hecho, hoy en día estas alternativas siguen sin existir en los países poco desarrollados.

5. La longevidad de los humanos

La dieta omnívora de los humanos también nos ha beneficiado en lo que respecta a la duración de nuestras vidas. Los humanos vivimos, de media, un 30% más de tiempo que los grandes simios.

Una mano arrugada cogida por otra mano joven con el fondo difuminado
Los humanos vivimos un 30% más de años que los simios herbívoros | Getty Images

Para ello jugó un papel decisivo la introducción de las grasas animales en nuestra alimentación. Estas previenen la aparición de enfermedades vasculares, las infecciones microbianas o el Alzheimer

6. La diabetes, relacionada con la dieta omnívora

También es cierto que, en los humanos, la adaptación a una dieta más carnívora propició la aparición de la resistencia a la insulina (diabetes tipo II). Se trata de la forma que encontró nuestro organismo para acumular grasa corporal en los momentos de abundancia de recursos. 

Un dedo pinchado con un aparato de insulina en segundo plano
La diabetes tipo II está relacionada con la adaptación al consumo de carne | Getty Images

Esta enfermedad afecta a entre un 7% y un 14% de las poblaciones modernas humanas. Su prevalencia, eso sí, ha aumentado desde 1980, cuando se situaba entre el 3% y el 6% de media. Según los expertos, esto se debe al consumo excesivo de ácidos grasos saturados y la escasez de fibra vegetal, que provocan sobrepeso.

7. La tenia, el parásito de los carnívoros

Otro muy buen ejemplo de la adaptación de nuestro organismo al consumo de carne, aunque algo desagradable, se encuentra en el interior del estómago. Estamos hablando de las tenias, familias de parásitos que usan a los carnívoros como hospedadores definitivos.

Primer plano del abdomen de un hombre con las manos colocados en la zona del estómago
Los humanos compartimos parásitos con otros carnívoros | Getty Images

Existen hasta tres especies del género Taenia que utilizan nuestros cuerpos para llevar a cabo su ciclo de vida, aunque también pueden usarnos como huéspedes intermedios. Estos parásitos, en cambio, no afectan a los simios en condiciones naturales. Según las últimas investigaciones, las tenias empezaron a infectar a los humanos en África, una vez el consumo de carne ya estaba muy extendido.

En definitiva, seguir una dietaexclusivamente vegana va en contra de la naturaleza de nuestro organismo. Para ello no solo tenemos argumentos evolutivos, sino también razones fisiológicas de peso. Ahora bien, también es verdad que hoy en día existen un gran número de alternativas a las grasas y proteínas animales, que facilitan la asimilación de todos los nutrientes.