Para cualquier trabajador, ser despedido es un palo gordo que puede tener un impacto emocional y financiero significativo en su vida. Más allá de ser una simple separación laboral, representa un cambio abrupto que afecta tanto a nivel personal como profesional.
Desde una perspectiva emocional, el despido puede generar sentimientos de incertidumbre, ansiedad y pérdida de autoestima. La sensación de no ser valorado lo suficiente en el lugar de trabajo puede generar preocupaciones sobre el futuro.
La rutina diaria y las relaciones laborales también se ven interrumpidas, lo que puede llevar a una sensación de aislamiento y pérdida de identidad. Se trata de un choque de realidad, en el que el exempleado se ve desamparado por su empresa.
En términos financieros, el despido puede desencadenar inestabilidad económica. La pérdida repentina de ingresos puede afectar a la capacidad para pagar las facturas, mantener el nivel de vida y cumplir con responsabilidades financieras.
Para intentar paliar esta frustrante situación, en la mayoría de casos la empresa está obligada a pagar al trabajador. Es lo que se conoce como finiquito. Se trata de un pago que tiene el propósito de liquidar las deudas económicas y obligaciones pendientes entre el empleador y el empleado al término del contrato laboral.
Hay tres modalidades de despido según el Estatuto de los Trabajadores, legislación que regula estas situaciones, entre otras. Sin embargo, solo en una la empresa se puede “librar” de tener que pagar a su ex empleado.
Despido por motivos disciplinarios, motivo para no pagar al exempleado
Si eres el dueño de una empresa y presencias una actitud intimidante, violenta o amenazante, estás de suerte. Solo en el caso de un despido por motivo disciplinario, la persona no tendrá derecho a cobrar finiquito o vacaciones.
No es necesario que tengas una actitud negativa, sino que también puede ocurrir por otras razones más livianas. Un motivo para este despido podría ser la falta de asistencia al lugar de trabajado o los reiterados retrasos.
Además, como ya hemos mencionado anteriormente, la indisciplina o desobediencia en el trabajo o las ofensas verbales y físicas también son motivo de despido. Así como lo es la embriaguez, la toxicomanía, la transgresión de la buena fe contractual e incluso la disminución del rendimiento.
Este motivo para no pagar al empleado está estipulado en los artículos 52 y 54 del Estatuto de los Trabajadores. Además, señalan que para que este despido sea efectivo debe estar comunicado por escrito y especificar los hechos que motivan la decisión.
Estos son los dos motivos por los que la empresa te indemnizará
Por el contrario, existen otros dos motivos de despido en los que la empresa si está obligada a indemnizar al empleado. En primer lugar, está el despido objetivo, que se aplica cuando la compañía enfrenta desafíos económicos, técnicos, organizativos o productivos.
Estas pueden ser pérdidas actuales o previstas, reducción de ingresos o declive en ventas. En resumen, el despido objetivo se usa cuando la empresa está experimentando dificultades que justifican la terminación del contrato laboral.
Por otro lado, sobresale el despido improcedente, otra variante de terminación laboral. En este caso, la empresa no puede demostrar los fundamentos que llevaron a la decisión de despido.
En el despido improcedente, la compañía no puede respaldar los argumentos presentados para justificar la separación del empleado. Esto ocurre cuando los motivos no son lo suficientemente graves o cuando la empresa no puede verificar los hechos indicados en la carta de despido.
Además, se considera despido improcedente si la empresa incumple los requisitos legales, como notificar por escrito el despido o proporcionar una explicación insatisfactoria de los motivos.
En cuanto a la compensación por despido improcedente, antes de la reforma laboral de 2012, era de 45 días por año trabajado. Sin embargo, desde entonces, se ha reducido a 33 días por año, con un límite de 24 mensualidades.