Tanto la monogamia como el poliamor son modelos relacionales, es decir, dos posibilidades de establecer relaciones sexo-afectivas que están presentes en el ser humano. Cada una de ellas tiene rasgos característicos, estrechamente relacionados con el pensamiento monógamo dominante en nuestra cultura.
En el siguiente artículo revisaremos qué es la monogamia, qué es ser monógamo y cuáles son los rasgos asociados a una relación monógama. También hablaremos sobre las principales diferencias entre monogamia y poliamor.
¿Qué es la monogamia? Principales características
En el reino animal, la monogamia se define como aquella pareja que mantiene un vínculo sexual exclusivo durante el periodo de reproducción, y posteriormente, durante la crianza de las crías de ambos especímenes.
Por otro lado, en el ser humano el concepto es mucho más complejo, aunque desarrollado en las mismas bases que en los animales.
En este sentido, una relación monógama entre dos personas hace referencia a un tipo de relación de pareja, en el cual, se establecen relaciones sexuales y afectivas exclusivas con una única persona durante un tiempo indefinido.
Dicho vínculo puede estar marcado legalmente por el matrimonio, ya sea sea por la iglesia o por el juzgado (como en la pareja de hecho), pero no necesariamente.
Otro tipo de monogamia
Dentro del modelo monógamo general existen tipos particulares de vivir las relaciones sexo-afectivas. Por ejemplo, la monogamia seriada. Ésta hace referencia a la práctica de restringir la exclusividad sexual y afectiva no sólo hacia una sola persona, sino además, durante un tiempo limitado y establecido previamente.
A diferencia de la versión tradicional, donde suele creerse que la persona elegida es para toda la vida, la monogamia seriada establece un lapso concreto de tiempo. Esto último a pesar de que nunca se tenga más de una pareja al mismo tiempo, en el periodo establecido.
¿Qué es ser monógamo?
Un monógamo o una monógama es aquella persona que practica o se identifica con el modelo relacional de la monogamia. A nivel psicológico y biológico no se ha estudiado ningún tipo rasgo individual que determine este tipo de relación. Es decir, no hay evidencia sobre predisposiciones psicológicas o fisiológicas hacia entablar relaciones monógamas.
Por otro lado, una persona puede ser “abierta de mente”, y al mismo tiempo escoger una relación monógama con su pareja. O también puede decidir cambiar el modelo relacional en función del periodo de vida en el que se encuentre.
Es decir que, a pesar de tratarse de un modelo tradicional, vivir la monogamia no necesariamente implica que la persona piensa de forma tradicional en todos los otros aspectos de su vida.
Asimismo, tampoco tiene porqué ser un indicador de más amor, más respeto, más honestidad o mayor compromiso hacia las relaciones interpersonales. Tener en cuenta esto puede abrirnos muchas puertas en nuestra vida, así como mejorar nuestros vínculos con quienes deciden vivir de formas distintas.
Monogamia ¿un rasgo del ser humano?
Existen diferentes puntos de vista en relación a este modelo relacional. Hay posturas que defienden que la monogamia es una respuesta adaptativa del ser humano para procurar el desarrollo de la especie.
Sin embargo, hay otros que desmienten estas afirmaciones y que consideran que este tipo de relación es simplemente un constructo social, nada natural en el ser humano.
Esto se relaciona con el paradigma del amor romántico, modelo dominante sobre todo en la cultura occidental, que prevalece desde hace muchos años y nos enseña a vivir el amor de manera entregada y frecuentemente desigual entre una parte de la pareja y la otra.
Desde pequeños se nos enseña directa e indirectamente que debemos encontrar a una persona que será única para nosotros, que durará por siempre y que nos complementará en todo.
En general, esto se considera natural, normal, aceptable y deseable para todo el mundo. No obstante, actualmente hay movimientos y estudios que dan cuenta de que tanto amor romático como monogamia son sólo unas de las muchas opciones que tiene el ser humano para vivir sus vínculos sexo-afectivos.
Es decir que, independientemente de cuál teoría sea la correcta, es importante aceptar la monogamia como simplemente un modelo relacional más, y no el único por excelencia.
De esta manera podremos abrir nuestra mente hacia otros modelos afectivo-sexuales, como son el poliamor o la anarquía relacional. Modelos que, como el monógamo, también coexisten perfectamente con nuestra naturaleza humana.
Diferencias principales con el poliamor
El poliamor es otro modelo de relación que se puede establecer entre dos personas, pero de manera contraria a la monogamia. A diferencia de esta última, en el poliamor ningún miembro de la pareja tiene exclusividad sexual ni afectiva. Es decir, los dos miembros pueden mantener otro tipo de relaciones con otras personas de forma consensuada.
Para acabar de comprenderlo, a continuación os mostramos las 8 principales diferencias entre la monogamia y el poliamor.
1. Número de personas implicadas
Mientras que la monogamia sólo implica a dos personas, en el poliamor la persona es capaz de amar y estar con más de una persona a la vez. Es por eso que se implican más de dos personas dentro de la misma relación; cuestión que es previamente hablada y acordada entre los involucrados.
2. Condiciones asociadas
Aunque se crea lo contrario, el poliamor implica tener en cuenta muchas condiciones que son diferentes en función de cada relación. Puede haber relaciones poliamorosas entre personas monoamorosas y poliamorosas, siempre y cuando se cumpla un requisito esencial: que todas las partes involucradas estén debidamente informadas y conformes con entablar vínculos sexo-afectivos entre varias personas.
3. Significado de infidelidad
De la misma manera, la definición de infidelidad es totalmente distinta entre ambos modelos. En la monogamia la infidelidad se entiende como el hecho de tener relaciones sexuales-afectivas con otra persona (fuera de la pareja); mientras que en el poliamor, la infidelidad es el hecho de no cumplir las condiciones pautadas en un inicio.
4. Construcción del compromiso
Inequívocamente se suele pensar que las personas que practican el poliamor no quieren comprometerse. Más bien, se trata de que el constructo de “compromiso” es diferente al que se establece dentro de la monogamia.
En poliamor, el sentido del compromiso y honestidad hace referencia al hecho de conocer todo lo que pasa en la relación, decidirlo en consenso, y finalmente respetarlo.
Referencias bibliográficas:
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Klesse, C. (2006). Polyamory and its ‘others’: Contesting the terms of non-monogamy. Sexualities 9(5), 565–583.