Posiblemente no hay nada más placentero que conducir por una carretera vacía de vehículos: nos ponemos nuestra música favorita o un buen programa de radio o y conducimos pacientemente… Al contrario, no hay nada más estresante que conducir en medio de la ciudad, o de una autopista repleta de coches.
Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), el exceso de velocidad se encontró detrás de más de 6.000 siniestros en 2009, de los que casi 300 terminaron acabando con víctimas mortales.
Si bien es cierto que conducir muy rápido al volante continúa situándose como una de las principales causas de accidente cuando nos encontramos conduciendo un vehículo, lo cierto es que ir muy lento (o muy relajado), también puede acabar siendo contraproducente.
¿Por qué puede llegar a ser peligroso conducir muy lento?
Es verdad que conducir despacio, sin excederse en la velocidad, siempre es muchísimo más seguro. A lo que debemos sumarle otra ventaja añadida igual de importante: ayuda a ahorrar combustible.
No obstante, conducir muy lentamente puede ser negativo para el funcionamiento de nuestro vehículo. ¿Por qué? Porque puede incrementar el riesgo de determinadas averías en nuestro coche.
Como manifiestan muchos expertos, es adecuado apretar el acelerador de nuestro vehículo cada cierto tiempo, ya que ayudará a mejorar el rendimiento del coche, especialmente a largo plazo.
Pero esto no implica saltarse las normas de circulación. Al contrario, solo es adecuado hacerlo puntualmente en aquellas carreteras (o autovías) donde la velocidad sí lo permite. De esta manera, nos evitamos posibles multas de tráfico.
Y también conlleva sus riesgos: si tenemos por costumbre conducir a 80 en autovía y a 20 o 30 en ciudad… existe un riesgo evidente de que el vehículo produzca una mayor cantidad de hollín de lo común, y que este, además, no se queme (o no se queme adecuadamente).
¿Por qué es positivo ‘apretar’ el acelerador de vez en cuando?
Según los expertos, para conducir de manera más económica, es necesario conducir con calma. Es decir, sin demasiada aceleración y respetando las diferentes normas de velocidad.
Concretamente, para vehículos con caja de cambios manual, lo ideal es cambiar de marcha antes de las 2.000 rpm para un motor diésel y antes de las 2.500 rpm para un motor de gasolina.
En este sentido, podemos aprovechar el impulso del vehículo como una manera eficaz para reducir el consumo de combustible, pero conducir en punto muerto no es una opción aconsejable.
Al igual que es aconsejable evitar cambiar a una marcha inferior demasiado rápido. Es más, apretar el acelerador puntualmente y de vez en cuando ayuda a que el motor se desahogue.
Esto es todo lo que debes tener en consideración
¿Por qué nuestro vehículo puede estropearse o quemar menos hollín del que genera cuando tenemos por costumbre conducir muy lentamente? Básicamente porque se producen fallos relacionados con la lubricación del coche, por ejemplo, puede ocurrir un exceso de hollín puede obstruir el turbo, limitando con ello su funcionamiento óptimo.
También puede suceder por otros factores básicos que deberíamos conocer en todo momento, como la mala de la calidad del aceite, una mayor cantidad de la necesaria, o incluso defectos en el mismo.
Cuidado con el filtro antipartículas
Como es de imaginar, cuando tendemos a conducir siempre a una velocidad muy reducida, el filtro antipartículas es uno de los componentes de nuestro vehículo que pueden estropearse más rápidamente.
¿Por qué? Porque, como hemos visto, una velocidad habitualmente media o baja tiende a hacer que la combustión produzca una mayor cantidad de hollín del normal, y que, además, no se queme como es debido.
Además, conducir más lentamente también puede causar problemas con los embragues, al tener que estar continuamente cambiando de marchas (sobre todo primera, segunda y tercera).