Las recientes investigaciones relacionadas con el cáncer reinciden en la importancia de nuestros hábitos. Aunque no seamos conscientes, lo cierto es que dichos hábitos pueden actuar como agentes responsables a la hora de padecer ciertas enfermedades.
Por ello, cualquier institución sanitaria aboga por estilos de vidas saludables que permitan disminuir las posibilidades de acrecentar la posibilidad de desarrollar afecciones. Con relación a esto, un reciente estudio habría demostrado la relación entre el consumo de un producto y la menor aparición de cáncer.
¿Sabes exactamente qué es el cáncer?
Normalmente, cuando las mutaciones son demasiado grandes o numerosas para ser reparadas, la célula se autodestruye por apoptosis (un mecanismo de muerte celular programada).
Pero a veces, estos sistemas de seguridad funcionan mal o ya no funcionan: la célula continúa multiplicándose a pesar de la presencia de mutaciones no reparadas. Si estos afectan los genes involucrados en la regulación de la proliferación celular o la apoptosis, la célula puede perder el control rápidamente.
Se multiplica y conduce a la formación de un tumor, maligno o benigno. Sin embargo, como regla general, una célula no se vuelve cancerosa cuando ha adquirido solo una o dos anomalías genéticas.
Es la acumulación de muchas alteraciones a lo largo del tiempo lo que le otorga las propiedades de una célula cancerosa. Esto explica en parte por qué la frecuencia de los cánceres aumenta con la edad y con la duración o intensidad de la exposición a los mutágenos.
¿Cuál es el ingrediente común que puede ser de mucha ayuda?
De acuerdo a una reciente investigación publicada en la Cancer Prevention Research, al parecer existiría un ingrediente común que podría ayudar a prevenir el cáncer. Se trata del almidón resistente. Los alimentos básicos comunes, como las papas, el arroz, el maíz y el trigo, se componen principalmente de almidón, un tipo de carbohidrato complejo.
Cuando se digieren, los carbohidratos se descomponen rápidamente en azúcar, una sustancia que el cuerpo utiliza inmediatamente para obtener energía a corto plazo. Los almidones resistentes son carbohidratos que no se descomponen en azúcar y no son absorbidos por el intestino delgado.
Al igual que la fibra insoluble, el almidón viaja a través de la mayor parte del tracto digestivo sin cambios y normalmente fermenta en el colon, lugar en el que tiene un efecto prebiótico.
Además, ayuda a reducir el nivel de pH en el colon y al cuerpo a aumentar su producción de ácidos grasos de cadena corta, por lo que los almidones resistentes ayudan a crear un entorno en el que prosperan las bacterias beneficiosas.
¿Por qué podría ser beneficioso?
Para llegar a esa conclusión, investigadores de las universidades de Leeds y Newcastle llevaron a cabo un ensayo internacional, el cual fue bautizado con el nombre de CAPP2.
En el participaron cerca de 1.000 pacientes con síndrome de Lynch en todo el mundo. Y reveló que una dosis regular de almidón resistente, tomado durante un promedio de dos años, ayudó a reducir a más de la mitad la presencia de cáncer.
Concretamente, permitió reducir los tumores gastrointestinales superiores, incluyendo el cáncer de páncreas, duodeno, estómago, vías biliares y esófago. También encontraron que el efecto duraba diez años después de dejar de tomar el suplemento.
Y es que, durante ese tiempo, solo se registraron cinco nuevos casos de cánceres gastrointestinales superiores entre los 463 participantes que lo habían tomado. En comparación con 21 entre los 455 que tomaron el placebo.
¿Dónde lo encontramos?
Lo mejor de todo es que podemos encontrar almidón resistente de manera natural en alimentos como la avena, las judías o los guisantes. Mientras que, de acuerdo a los expertos, la dosis que se usó en el ensayo equivaldría a comer un plátano diario (antes de que se vuelvan muy maduros y blandos).