A la hora de bajar de peso, todos sabemos que es fundamental cambiar el estilo de vida, optando por una vida más saludable, basada en una alimentación natural sana y la práctica de ejercicio físico. Pero, ¿sabías que la hora a la que dejamos de comer también influiría?
No hay duda: el sobrepeso es un problema de salud que se refleja en un peso corporal superior al recomendado para una determinada altura y edad. El exceso de peso se debe a un desequilibrio entre la ingesta de calorías y el gasto energético, y puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer.
El tratamiento incluye cambios en el estilo de vida, como una alimentación saludable y ejercicio regular. Pero, ahora, según expertos de la Universidad de Harvard, parece que la ahora a la que dejamos de comer influiría bastante.
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¿A qué hora deberíamos dejar de comer para adelgazar según investigadores de la Universidad de Harvard?
De acuerdo a un estudio publicado por la Universidad de Harvard, la hora a la que dejaríamos de comer podría influir de forma muy positiva cuando seguimos una determinada dieta de adelgazamiento. O cuando, básicamente, deseamos perder peso.
Dicho de otra forma, cuándo dejamos de comer (esto es, la hora del día), sería clave para no ganar peso. O, lo que es lo mismo, para adelgazar cuando estamos buscando esa finalidad.
Las conclusiones del estudio en cuestión fueron publicadas en Cell Metabolism, y descubrieron que comer hasta más tarde aumentó el apetito de quienes participaron en la investigación.
No en vano, comer hasta bastante tarde disminuyó también la cantidad de calorías quemadas por la noche, durante el sueño. Y, lo que fue aún peor, promovió el almacenamiento de grasa, de manera que influyó en el aumento de peso.
Por tanto, concluyeron que lo ideal sería cenar sobre las 19 horas de media, terminando así la última comida del día en torno a seis horas y media antes de irnos a la cama a dormir.
Las hormonas reguladoras del apetito
Existen varias hormonas que regulan el apetito en el cuerpo humano. La leptina, por ejemplo, es producida por las células grasas y señala al cerebro que se ha alcanzado un nivel adecuado de energía en el cuerpo.
La grelina, sin embargo, es producida por el estómago y aumenta el apetito. Mientras que el péptido YY (o PYY) es producido por el intestino y se encarga de disminuir el apetito.
La insulina es producida por el páncreas y ayuda a regular la glucemia. También puede tener un efecto sobre el apetito al disminuir la sensación de hambre. Y el cortisol es producida por la glándula suprarrenal y es conocida como la "hormona del estrés", la cual puede aumentar el apetito y la acumulación de grasa en el cuerpo.
La regulación de estas hormonas puede ser afectada por diferentes factores como la dieta, actividad física, estrés, entre otros. No en vano, tanto la leptina como la grelina tienden a desempeñar un papel esencial en nuestro cuerpo. ¿Por qué? Porque informan a nuestro cerebro de cuándo tenemos hambre.
Curiosamente, si adelgazamos, tienden a disminuir los niveles de grasa; es decir, los niveles de leptina. De ahí que controlar estas hormonas a partir de las horas en las que comemos por última vez influyen de forma positiva (o negativa) a la hora de reducir o aumentar el peso.