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Homosexualidad: ¿se nace o se hace? Causas de esta orientación sexual

Analizamos la evidencia científica disponible sobre las causas que determinan la orientación sexual.

La homosexualidad ha sido entendida como una enfermedad, como un trastorno psicológico o, al menos, como una anormalidad por un gran número de sociedades humanas. Este tipo de concepción sigue estando muy extendida en la actualidad, a pesar de la relativa naturalización de este fenómeno que ha tenido lugar en los últimos años en el mundo occidental.

En este artículo procuraremos dar respuesta a la pregunta de si las personas nacen siendo homosexuales o bien “se hacen”, es decir, desarrollan una tendencia a la atracción por gente del mismo sexo biológico como consecuencia de las influencias que reciben durante su vida temprana. Para ello revisaremos las aportaciones de la comunidad científica con respecto a este tema.

¿Cómo influyen los genes y el ambiente en la orientación sexual?

En el año 2015 la revista Science publicó un artículo de Michael Balter que tuvo un profundo impacto en la comunidad científica. El texto describía los resultados de una investigación sobre la influencia de la epigenética (es decir, cambios químicos que modifican la actividad de los genes sin alterar su estructura) en la orientación sexual. El estudio se basó en pares de gemelos de sexo masculino en que uno de los hermanos era heterosexual y el otro homosexual.

Según los resultados de esta investigación, la orientación sexual de los varones parece verse influida por los patrones de metilación, un tipo de proceso biológico que regula la expresión de los genes y que puede variar entre individuos.

Aunque se asoció la homosexualidad al funcionamiento de determinados genes, Balter advirtió de que hablar de “genes gay” o intentar desarrollar pruebas genéticas para detectarlos tendría resultados insatisfactorios por la complejidad y variabilidad de las causas, tanto biológicas como ambientales, que pueden explicar la homosexualidad.

A diferencia de lo que muchas personas piensan, el concepto “ambiente” no se refiere únicamente a influencias sociales, sino a todo aquello que no está, por así decirlo, escrito en nuestros genes; por tanto, los factores biológicos también pueden englobarse dentro de lo que entendemos por ambiente.

Imagen de partículas genéticas
La influencia de la epigenética en la orientación sexual | Getty Images

Teorías psicológicas y biológicas sobre la homosexualidad

La comunidad científica ha propuesto distintas hipótesis sobre las posibles causas de la homosexualidad, y sobre el desarrollo de la orientación sexual en general. En este sentido encontramos una serie de propuestas de corte variado, desde las puramente biologicistas hasta las que usan las vivencias personales o el contexto social como única explicación.

Es importante tener claro que lo más probable es que la sexualidad dependa de una combinación de estos factores, puesto que se trata de un fenómeno muy complejo y, a modo general, las explicaciones unicausales son reduccionistas e incorrectas.

Como veremos, estas perspectivas no son incompatibles, sino que pueden entenderse como complementarias. Por otra parte, cabe tener en cuenta que la mayoría de estudios se han llevado a cabo con varones, o bien sugieren que el peso de los factores sociales podría ser mayor en el caso de las mujeres.

1. El marcador genético Xq28

“Xq28” es la nomenclatura que se utiliza para hacer referencia a un fragmento del cromosoma X (que es portado tanto por mujeres como por hombres, a diferencia del Y). Se trata de un marcador genético; esto significa que, puesto que conocemos su localización, es posible analizar diferencias entre distintos individuos a partir de la comparación.

Un equipo liderado por Dean Hamer publicó en el año 1993 los resultados de un estudio que sugería que la atracción por personas del mismo sexo se asocia al marcador Xq28, y por tanto al cromosoma X. Posteriormente surgieron múltiples investigaciones que corroboraban y refutaban las hipótesis de Hamer y colaboradores. La polémica en torno al Xq28 sigue vigente.

2. La teoría evolucionista

La perspectiva evolucionista procura explicar las características de los seres humanos en función de las ventajas adaptativas que habrían comportado a lo largo de nuestro desarrollo como especie, y que por tanto se habrían mantenido hasta el presente.

En el caso de la homosexualidad se ha propuesto que, aunque evidentemente reduciría la probabilidad de que la persona tenga descendientes, portar los genes relevantes sin que estos se expresen -es decir, que se siga siendo heterosexual a pesar de una predisposición hereditaria a lo opuesto- conllevaría algún tipo de beneficio reproductivo, posiblemente social.

Una investigación realizada por Iemmola y Camperio Ciani (2009) encontró que algunas mujeres portadoras de cromosomas X asociados a la homosexualidad (pues los varones de sus familias tendrían una mayor probabilidad de serlo) muestran un aumento de la fertilidad. En este sentido se podría decir que quienes portan estos genes tendrían ventajas reproductivas indirectas.

3. El papel de la testosterona

Al explicar el desarrollo de la orientación sexual, estudios como el de García-Falgueras y Swaab (2010) enfatizan el papel de la hormona testosterona, fundamental en la formación de los caracteres sexuales masculinos. Estas hipótesis han encontrado un apoyo notable en investigaciones con otras especies animales.

Según este tipo de hipótesis, el sistema nervioso (que incluye el cerebro) de los animales se “masculiniza” en tanto que recibe los efectos epigenéticos de la testosterona durante la gestación, por lo que los déficits de esta hormona explicarían que no se llegara a desarrollar la heterosexualidad en varones

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Un hombre con camiseta blanca en una montaña
Los déficits de testosterona podrían explicar la homosexualidad en hombres | PixaBay

4. La hipótesis inmunitaria

Diversas investigaciones recientes (por ejemplo Skorska et al., 2017) han sugerido que la respuesta inmunitaria por parte del organismo materno durante el periodo de gestación puede tener un papel muy relevante en el desarrollo de la orientación sexual del futuro individuo, en caso de que se trate de un varón. Según estos autores, el sistema inmune de la madre en ocasiones reacciona a proteínas asociadas al cromosoma Y -y por lo tanto específicas de los varones- como si se tratara de agentes patógenos. Esto se asociaría a una probabilidad mayor de ser homosexual, así como a un bajo peso y a un aumento del riesgo de aborto espontáneo.

5. El efecto del hermano mayor

Este fenómeno es conocido también como “efecto del orden de nacimiento de los hermanos” y se encuentra íntimamente ligado a la hipótesis inmunitaria que hemos mencionado en el apartado anterior.

Según Ray Blanchard (1997) las proteínas ligadas al cromosoma Y que comentábamos previamente promoverían el desarrollo de la orientación heterosexual, y el sistema inmunitario de la madre reaccionaría de forma más intensa con cada embarazo sucesivo. Otras investigaciones (por ejemplo McConaghy et al., 2006) apuntan a que este efecto se debería más bien a variables de tipo social, y no biológicas.

6. La selección social

La bióloga Joan Roughgarden (2004) propuso en su libro “Evolution’s rainbow” (“El arcoiris de la evolución”) la idea de que la diversidad sexual no se limita a dos sexos sino que es mucho más amplia -una perspectiva que, con toda probabilidad, seguirá ganando relevancia durante los próximos años a medida que se normalizan ciertos hechos.

Esto se manifestaría en fenómenos como la posibilidad de ciertas especies animales de cambiar de sexo biológico durante su vida, en lo que algunos denominan “trastornos de la identidad de género” o en la intersexualidad humana, aceptada por muchas sociedades a lo largo de nuestra historia, si bien no por las perspectivas dominantes en la actualidad.

7. La teoría “queer”

La teoría “queer” (término anglosajón que hoy en día hace referencia a cualquier minoría en los ámbitos de la sexualidad y el género) defiende que conceptos como la orientación sexual son simplemente construcciones sociales sin base objetiva, dada la diversidad biológica a la que hemos hecho mención en el apartado anterior.

En este sentido, hablar de homosexualidad sería incorrecto y limitante; lo mismo se puede decir de la heterosexualidad y de la bisexualidad, así como de otros constructos, entre ellos el género y la transexualidad. Cabe destacar el papel fundamentalmente normativo y categorizador que cumple este tipo de término, al indicarnos quién somos y cómo debemos comportarnos.

Seis sombras de personas en la puesta de sol
La teoría ''queer'' defiende que conceptos como la orientación sexual son simplemente construcciones sociales sin base objetiva | Unsplash

8. Perspectivas de la psicología

Las teorías dominantes en la psicología actual son el cognitivismo, el conductismo y el psicoanálisis. Cada una de ellas se focaliza en un tipo de factor para explicar el comportamiento; así, mientras que el cognitivismo presta atención fundamentalmente a los procesos mentales, el conductismo se centra en la conducta observable y el modelo psicodinámico en el inconsciente. El conductismo y el cognitivismo van de la mano con frecuencia, ya que ambos se basan en el método científico y son por tanto compatibles.

Independientemente del paradigma, la psicología ha tendido a concebir la orientación sexual como el resultado, al menos en parte, de la historia personal; las etapas tempranas de la vida serían un periodo clave, sobre todo para el psicoanálisis. Por su parte, muchos conductistas han defendido que la orientación sexual se puede modificar de forma planificada. Estas hipótesis podrían o no conceptualizarse de forma conjunta con las variables biológicas que hemos descrito previamente.

La homosexualidad no es una enfermedad ni una elección

A pesar de que hoy en día la atracción por personas del mismo sexo está mucho más aceptada que hace unas pocas décadas en buena parte del mundo, sigue habiendo una proporción elevada de gente que entiende la homosexualidad como una enfermedad mental o como una desviación del comportamiento normal, por lo general reprobable desde un punto de vista ético.

Encontramos muchas muestras de esta homofobia incluso en la propia comunidad científica; de hecho, en el proceso de preparación de este artículo hemos detectado una tendencia marcada a hablar de la homosexualidad como si se tratara de algo muy extraño, casi una patología. En el fondo, el mismo hecho de hablar de “causas” al referirnos a la homosexualidad va en esta línea -¿acaso alguien se pregunta por las causas de la heterosexualidad?

La homofobia debe ser enmarcada en un contexto más amplio: el del rechazo que sienten muchas personas por todo aquello que se aleja de lo que consideran normal. Algo similar sucede con la etnia en el caso del racismo, e incluso con ciertos rasgos de personalidad; por ejemplo, las personas introvertidas suelen ser vistas como extrañas por las extrovertidas, que tienden a influir en mayor medida en el funcionamiento social. La intersexualidad es otra realidad que ha sido despreciada por este tipo de concepciones.

Por otra parte, los seres humanos tenemos una tendencia muy marcada a categorizar los fenómenos que observamos y a simplificar las realidades. En este sentido, las religiones y otras instituciones que tienen entre sus objetivos el control de la sociedad han procurado tradicionalmente homogeneizar los patrones de conducta -por ejemplo transmitiendo la idea de que la heterosexualidad es la única orientación sexual natural.

Sin embargo, la homosexualidad y la bisexualidad siempre han existido, tanto en los humanos como en otros animales. Una buena muestra de esto son unos parientes cercanos, los bonobos, en cuyas sociedades estas orientaciones sexuales son absolutamente normativas. Lo mismo se ha dado en múltiples grupos humanos a lo largo de la historia, por ejemplo entre distintas culturas nativas del continente americano.

Basándonos en las evidencias científicas disponibles, sentir atracción por personas de nuestro mismo sexo no es una enfermedad ni un trastorno pero tampoco una elección, puesto que no decidimos ni nuestros genes ni las influencias que recibimos en la vida temprana; lo mismo se puede decir de cualquier otra orientación sexual.

Referencias bibliográficas:

  • Balter, Michael (2015-10-09). Can epigenetics explain homosexuality puzzle? Science, 350(6257): 148.

  • Blanchard, R. (1997). Birth order and sibling sex ratio in homosexual versus heterosexual males and females. Annual Review of Sex Research, 8: 27-67.

  • Garcia-Falgueras, A. & Swaab, D. F. (2010). Sexual hormones and the brain: an essential alliance for sexual identity and sexual orientation. Endocrine Development, 17: 22–35.

  • Hamer, D., Hu, S., Magnuson, V., Hu, N. & Pattatucci, A. (1993). A linkage between DNA markers on the X chromosome and male sexual orientation. Science, 261(5119): 321–7.

  • Iemmola, F. & Camperio Ciani, A. (2009). New evidence of genetic factors influencing sexual orientation in men: female fecundity increase in the maternal line. Archives of Sexual Behavior. Springer Netherlands, 38: 393–399.

  • McConaghy, N. Hadzi-Pavlovic, D., Stevens, C., Manicavasagar, V., Buhrich, N. & Vollmer-Conna, U. (2006). Fraternal birth order and ratio of heterosexual/homosexual feelings in women and men. Journal of Homosexuality, 51(4): 161-74.

  • Roughgarden, J. (2004) Evolution’s rainbow. Diversity, gender, and sexuality in nature and people. Londres: University of California Press.

  • Sanders, A. R., Martin, E. R., Beecham, G. W., Guo, S., Dawood, K., Rieger, G., Badner, J. A., Gershon, E. S., Krishnappa, R. S., Kolundzija, A. B., Duan, J., Gejman, P. V. & Bailey, J. M. (November 2014). Genome-wide scan demonstrates significant linkage for male sexual orientation. Psychological Medicine, 45: 1379–88.

  • Skorska, M., Blanchard, R., Vanderlaan, D. P. & Bogaert, A. F. (2017). Gay male only-children: evidence for low birth weight and high maternal miscarriage rates.  Archives of Sexual Behavior, 46: 205-215.