Seguramente todos y todas en algún momento hemos tenido hipo. Suele pasar después de haber comido o bebido o algo e incluso después de habernos reído muy fuerte durante mucho tiempo. No obstante, el por qué y cómo se produce el hipo es uno de los grandes misterios de la medicina hasta nuestros días.
En este artículo encontrarás qué es el hipo, cuáles son las causas que lo producen, cómo se puede quitar y por qué es tan común que ocurra en los bebés.
¿Qué es el hipo?
El hipo es un conjunto de contracciones espasmódicas e intermitentes del diafragma y los músculos que regulan la inspiración, que al cerrarse de forma brusca producen un sonido muy característico. Estas contracciones generalmente duran unos segundos o minutos, aunque pueden extenderse por mucho más tiempo.
Tener hipo es un fenómeno natural y en la gran mayoría de los casos es benigno y se elimina por sí solo, pero en otros casos, debido a su intensidad y persistencia, puede ser complicado, ya que puede interferir con procesos básicos como la necesidad de dormir.
Se considera un hipo agudo cuando dura menos de 48 horas, que normalmente se debe a un movimiento brusco de los tejidos del aparato digestivo, ocasionado por comer muy rápido o por cambios en la temperatura gástrica.
Si se mantiene por más de 48 horas se denomina hipo persistente, y si llega a permanecer por 2 meses o más se considera hipo intratable o singultus. Cualquiera de estos dos casos suelen afectar significativamente la vida de la persona porque le dificulta la alimentación y el sueño.
¿Por qué nos da hipo? Causas que lo producen
No hay una explicación definitiva de por qué ocurre el hipo a nivel fisiológico, pero se ha relacionado con el funcionamiento de algunas partes del cuerpo como el nervio frénico (que comunica el diafragma y el cerebro), la cadena simpática y el par craneal X con sus ramas, los centros cerebrales respiratorios, la formación reticular y el hipotálamo.
Específicamente se ha observado que ocurre por un arco reflejo del par craneal X (hay 12 en total), también conocido como el nervio vago, que tiene funciones en la parte posterior de la nariz y la garganta, la laringe, el oído, el estómago, la nariz y la garganta.
Los movimientos bruscos, conocidos como distensión gástrica, que provocan las contracciones involuntarias a las que llamamos “hipo” pueden provocarse por el consumo excesivo de tabaco o alcohol, por algunos medicamentos, por estrés o incluso por reírse durante mucho tiempo.
Entre los fármacos que se han relacionado con el hipo están los corticoides, las benzodiacepinas y los fármacos quimioterápicos, e incluso los antiinflamatorios no esteroideos, los fármacos cardiovasculares, los anticonvulsivos, los antidepresivos y los antipsicóticos.
Hipo en bebés y cómo quitarlo
El hipo es especialmente frecuente en la infancia, incluso desde los primeros tres meses de gestación y en niños recién nacidos. Como en los adultos, el hipo en niños suele ser un fenómeno transitorio, aunque ocurre con una frecuencia más alta.
Las causas también tienen que ver con el sistema digestivo en relación con el sistema nervioso, que al no estar completamente desarrollados provocan espasmos después de haber comido en exceso, dado un sorbo muy rápido o tragado aire, entre otras cosas.
Algunos de los métodos más efectivos para eliminarlo son darle agua, cambiarle de postura, provocar que estornude o darle un masaje en la espalda. Estos ejercicios pueden hacer que la distensión gástrica y los espasmos se reviertan, aunque por lo general el hipo disminuye conforme el niño regula su respiración y se distrae con otras cosas.
No obstante, si el hipo persiste por más de 48 horas puede tener consecuencias más complicadas, como imposibilidad de tomar la leche materna porque se dificulta la succión, con lo cual puede haber pérdida de peso o alteraciones del sueño. Además, un hipo persistente puede ser un indicador de enfermedad orgánica, neurológica o metabólica.
Tratamientos farmacológicos y remedios caseros
El papel que juega el hipo en nuestro organismo aún no está claro. Lo que sí sabemos es que provoca mucha incomodidad, por lo que actualmente circulan muchos remedios que pueden ayudarnos a quitarlo.
Algunos remedios caseros para quitar el hipo común son los ejercicios de inhalación-exhalación profunda hasta que el hipo desaparezca, aguantar la respiración por unos instantes o tomar una cucharada de limón con azúcar.
Otros remedios un poco más temerarios son tomar agua por el lado opuesto del vaso, respirar dentro de una bolsa de papel, tomar tres tragos pequeños de agua mientras aguantamos la respiración y el mítico remedio de recibir un buen susto.
Todos estos remedios parecen funcionar porque hacen que se active el nervio vago y pueden provocar que se relaje el músculo que conecta con el nervio frénico o bien que disminuya la distensión gástrica.
No obstante no siempre funcionan: esto depende mucho de la forma en la que los llevemos a cabo y de la concentración que pongamos. Por otro lado, si el hipo es persistente existen remedios farmacológicos, que consisten en administrar medicamentos antirreflujo como la metoclopramida y la clorpromazina (este último es el más popular, el más estudiado y el más utilizado), el baclofeno o la gabapentina.
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