La falta de ejercicio físico, las dietas poco saludables o tener una edad avanzada favorecen el aumento de la presión arterial hasta niveles patológicos. Cuando esto sucede pueden llegar a darse alteraciones muy graves que afectan al sistema circulatorio y, en consecuencia, también a otras funciones del organismo.
En este artículo describiremos qué es la hipertensión arterial, qué síntomas permiten detectarla y cuáles son las causas de los principales tipos que existen. En este sentido es importante distinguir entre la hipertensión primaria y la secundaria, que se da como consecuencia de otras condiciones o trastornos médicos.
La hipertensión arterial es un trastorno cardiovascular que consiste en un aumento patológico de la presión sanguínea. Esto significa que la sangre tiene dificultades para fluir de forma normal, de modo que nuestro organismo tiene que hacer esfuerzos excesivos, lo cual afecta negativamente a la salud. Las causas de este hecho pueden ser múltiples.
La comunidad médica considera que se puede diagnosticar hipertensión cuando, en condiciones de reposo, la presión sistólica es mayor que 140 mmHg y/o la diastólica supera los 90 mmHg (milímetros de mercurio). “Sístole” es el término que se usa para hacer referencia a la contracción de los músculos del corazón, mientras que la diástole es su distensión.
Los datos epidemiológicos disponibles indican que aproximadamente 1 de cada 3 personas sufre hipertensión arterial. Aunque con frecuencia se trata de una alteración asintomática, puede llegar a dañar seriamente la salud si no se detecta a tiempo y se permite que la alteración evolucione, lo cual es habitual si no se introducen cambios en el estilo de vida.
En concreto, este trastorno se ha asociado con un incremento significativo de la probabilidad de desarrollar otras enfermedades que afectan al corazón y al resto del sistema circulatorio, incluyendo la insuficiencia cardiaca y los accidentes cerebrovasculares, también conocidos como ictus, apoplejía, derrame o infarto cerebral.
La hipertensión arterial suele ser una enfermedad silenciosa; esto significa que muchas personas no manifiestan ningún síntoma ni signo hasta que la alteración se ha vuelto muy marcada. En algunos casos la persona no identifica la enfermedad ni siquiera al llegar a este punto, puesto que sus signos son relativamente poco específicos y pueden atribuirse fácilmente a otras causas.
Los síntomas más habituales de la hipertensión incluyen dolores en la cabeza y en el pecho, sensaciones de mareo y vértigo (que pueden causar desmayos), dificultades para respirar, enrojecimiento facial y alteraciones de la visión y de la audición, especialmente los tinnitus o acúfenos, es decir, percepciones de sonidos extraños en los oídos, como pitidos y zumbidos.
No obstante, como hemos dicho previamente, el principal problema relativo a la presión arterial elevada son las complicaciones médicas asociadas. Las alteraciones en el sistema cardiovascular pueden llevar a fallos en órganos tan relevantes como los riñones y el corazón, pero también a retinopatías hipertensivas que causan ceguera u otros fenómenos graves.
Para evitar problemas a largo plazo, y dado que el diagnóstico médico resulta muy sencillo, es recomendable evaluar de forma periódica los niveles de presión arterial, especialmente si se perciben los síntomas que hemos mencionado, si hay antecedentes familiares de trastornos cardiacos o si se dan los factores de riesgo que describiremos en el siguiente apartado.
La distinción principal entre los tipos de hipertensión arterial es la que separa los casos primarios de los secundarios. Hablamos de hipertensión secundaria cuando el aumento de la presión arterial se da como consecuencia directa de otro trastorno, mientras que en los casos de hipertensión primaria esto no es así.
Existen muchas causas de hipertensión, pero nos centraremos en los tipos más habituales. También es posible clasificar los distintos tipos de hipertensión en función de los órganos a los que afectan prioritariamente, así como de la severidad de las alteraciones; en este último caso hablaríamos de prehipertensión y de varios estadios más avanzados.
La hipertensión esencial puede deberse a factores ambientales, genéticos o físicos. Así, con gran frecuencia su causa fundamental es el sobrepeso, mientras que algunas personas simplemente heredan de sus padres una elevada predisposición a tener una presión arterial excesiva.
Existen muchos tipos de hipertensión que se relacionan con un funcionamiento inadecuado de los riñones, órganos encargados de la expulsión de productos de desecho mediante la orina. Entre las causas de este tipo de hipertensión encontramos la aterosclerosis que afecta a la arteria renal, la enfermedad poliquística renal y la enfermedad renal crónica.
Las investigaciones han detectado una asociación clara de la hipertensión con alteraciones en el funcionamiento de la glándula tiroides, es decir, con el hipertiroidismo y con el hipotiroidismo. También puede aparecer a causa de otros problemas endocrinos (de las glándulas, estructuras que producen las hormonas), como el feocromocitoma y la acromegalia.
Muchas mujeres sufren cuadros pasajeros de hipertensión secundaria después de quedar embarazadas. Por lo general los síntomas de la hipertensión en el embarazo revierten tras el parto, como muy tarde, si bien puede llegarse a un estado de coma en casos graves en que la alteración no se maneje de forma adecuada.