La hiperhidrosis es una condición médica que provoca consecuencias psicológicas negativas en la persona, ya que puede suponer mucha vergüenza y hacer que las personas que la sufren eviten ciertas situaciones sociales que impliquen contacto e interacción con otros, tales como estrechar la mano.
Para conocerlo con mayor profundidad, en este artículo revisaremos qué es la hiperhidrosis (transpiración excesiva) qué causas la provocan, cuál es la clasificación principal y sus síntomas cada uno de los tipos y qué tipo de tratamientos existen para mejorar el pronóstico.
Para responder a esta pregunta primero tenemos que saber qué es el sudor. El sudor es un líquido que secreta nuestro cuerpo -en concreto las glándulas sudoríparas- para refrigerar el organismo, es decir, una acción de regulación térmica. Este proceso se llama transpiración. Es una sustancia compuesta de agua, minerales, urea y ácido láctico. Normalmente se desencadena después de realizar ejercicio físico intenso, al comer alimentos picantes o como reacción física a una respuesta de miedo.
Cuando este proceso se ve afectado se causa la hiperhidrosis. Se define como un tipo de afección caracterizada por la sudoración excesiva de diferentes partes del cuerpo, incluyendo las axilas, las palmas de las manos, las plantas de los pies, la cara, el cuero cabelludo y/o el torso de la persona.
Implica la transpiración anormal con relación al nivel de actividad física realizado, así como para la temperatura corporal que tenga el individuo.
La diaforesis puede afectar gravemente la calidad de vida de la persona así como su confianza en muchas situaciones sociales. Aun así, los niños y adolescentes que reciben tratamiento temprano tienen una mejor calidad de vida, pero si no se trata, puede causar discapacidades físicas, emocionales, sociales y laborales.
No se sabe por qué ocurre esta condición médica. Lo que sí se conoce es que la sudoración incontrolable en el área afectada es causada por la actividad excesiva de los nervios vinculados a las glándulas sudoríparas. Específicamente, la acetilcolina, una sustancia química en el cuerpo que transmite señales nerviosas, se libera de las terminaciones nerviosas y estimula la secreción de sudor. La genética también puede ser un factor determinante en la etiología de esta patología, ya que entre el 25% y el 40% de las personas con diaforesis también tienen un familiar con la enfermedad.
Aunque en la hiperhidrosis el síntoma principal sea la sudoración y la aparición de humedad en el cuerpo, existen ciertas diferencias de signos y sintomatología en función del tipo o tipos de diaforesis con el que nos encontremos.
Asimismo en todos los tipos la sudoración incontrolable no se produce en respuesta al ejercicio y no se produce durante el sueño. De la misma manera, el estrés emocional, la temperatura ambiental alta y la digestión de ciertos alimentos pueden agravar la patología.
Existen 5 tipos principales de sudoración excesiva y varían según la zona o región corporal afectada, pueden ser palmar, axilar, plantar, facial y troncal. A continuación se describen los signos principales de cada una.
En este tipo de diaforesis el síntoma principal es transpiración excesiva en las manos, así como sensación de humedad y de frío al tacto. Esta condición puede resultar muy molesta para el individuo, ya que puede comportar dificultades a nivel físico y relacional.
La sudoración excesiva en la zona axilar se produce dejando grandes marcas húmedas y manchas de ropa acompañadas de un mal olor de las axilas que puede llegar a incomodar realmente a la persona cuando se encuentra en situaciones sociales.
En la hiperhidrosis facial se produce una incontrolable sudoración de toda la zona de la cara y del cuero cabelludo. También existe un fenómeno conocido como rubor facial que suele estar asociado a este tipo de condición. Este consiste en el enrojecimiento moderado o intenso del rostro
La zona afectada en este caso son las plantas de los pies. Como en las anteriores, esta área corporal suda de forma excesiva. Normalmente nunca suele producirse de forma única, es decir, se asocia con hiperhidrosis en otras áreas del cuerpo.
Este tipo de transpiración incontrolada es la condición más rara de las 5 y generalmente suele darse junto a otros tipos de diaforesis como la axilar, plantar o palmar.
Existen 2 tipos de hiperhidrosis categorizadas según la causa u origen que la provoque: la primaria y la secundaria. En la primaria o focal, se desconoce la causa y la diaforesis se localiza principalmente en las axilas, las manos, la cara y/o los pies. Normalmente suele iniciarse durante la infancia o la adolescencia temprana, empeora durante la pubertad y suele ser de duración crónica.
En la sudoración excesiva secundaria, que es menos común que la primaria y afecta principalmente a las manos y los pies, la afección es causada por otro tipo condición médica subyacente y generalmente se produce en todo el cuerpo. Las patologías médicas que pueden causar diaforesis secundaria incluyen:
Hipertiroidismo
Menopausia
Obesidad
Como efecto secundario a ciertos medicamentos
Diabetes
Acromegalia
Trastornos ansiedad
Cáncer o tumores
Lesiones en la médula
Síndrome carcinoide
Abuso de medicamentos y sustancias
Trastornos de control de la glucosa
Enfermedades del corazón, como ataque cardíaco
Enfermedades pulmonar
Parkinson
Trastornos de la glándula tiroidea o pituitaria
Accidentes cerebrovasculares (ACV)
Enfermedad de Wernicke
Con relación a la evaluación, la transpiración excesiva es diagnosticada normalmente por los dermatólogos y mediante un examen físico. Si se sospecha sudoración incontrolada secundaria a otra afección médica, se realizan normalmente pruebas complementarias para determinar la causa subyacente que la provoca.
El tratamiento indicado para esta afección suele basarse en el uso de agentes tópicos como medicamentos anticolinérgicos, ácido bórico, soluciones de ácido tánico y glutaraldehído. La más utilizada y eficaz suele ser Drysol, un tipo de solución hecha con cloruro de aluminio.
Los medicamentos sistémicos incluyen fármacos anticolinérgicos, sedantes y bloqueadores de los canales de calcio. La iontoforesis, que implica la aplicación de una corriente eléctrica a través de la piel, puede usarse para tratar la hiperhidrosis palmar y plantar, pero requiere un tratamiento diario durante unos 30 minutos.
Como último recurso para tratar las diaforesis palmar, plantar y axilar, se puede recurrir a la cirugía. Esta consiste en extirpar partes de los nervios responsables de la sudoración excesiva y extraer glándulas sudoríparas durante un procedimiento quirúrgico abierto o mínimamente invasivo. La liposucción también se puede llevar a cabo para extirpar las mismas glándulas sudoríparas en el área de la axila.
La toxina botulínica, más conocida como Botox, es utilizada para el los casos de tipo axilar que resisten al tratamiento farmacológico. Por otro lado, para las de tipo palmar y plantar se recomienda el tratamiento tópico y la iontoforesis, seguidos inyecciones de Botox.
Finalmente, debido a que el estrés puede desencadenar la sudoración, las técnicas de relajación como el yoga, los masajes relajantes y la meditación son técnicas alternativas que pueden ayudar a reducir este estrés en la persona y de esta manera evitar agravar la transpiración excesiva.
Ya que los tratamientos indicados para esta condición suelen ayudar a manejar la sintomatología, pero no a eliminarla por completo, existen ciertos consejos o tips muy simples para controlarla. Estos incluyen:
Ducharse diariamente para reducir la cantidad de bacterias
Lavar y cambiarse la ropa frecuentemente
Usar calcetines absorbentes, ropa protectora y telas naturales
Utilizar antitranspirantes por la noche y masajearlos suavemente en la piel
Usar polvo de talco en los pies y procurar andar descalzo con frecuencia para airear los pies
Si bien ningún alimento causa hiperhidrosis, existen ciertos ingredientes y productos que pueden estimular la sudoración y deben evitarse. Estos incluyen la cafeína, el alcohol y las comidas picantes. Las bebidas calientes, también pueden aumentar la sudoración.
Asimismo se debe evitar el consumo de alimentos con olores fuertes (ajo, cebolla, etc.), ya que pueden provocar que el sudor de la persona huela más fuerte.
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