Las personas somos animales sociales y, aunque existen diferencias entre unas y otras, nuestra naturaleza nos empuja a relacionarnos con las demás. Sin embargo, para algunas personas esta interacción puede convertirse en la peor de las pesadillas. Hablamos de la fobia social.
Para las personas con fobia social, algo tan habitual como ir a por el pan o salir con los amigos puede acarrear tal nivel de ansiedad que acabarán por evitarlo sea como sea. En este artículo hablaremos acerca de qué es la fobia o ansiedad social y cuáles son sus síntomas, causas y tratamientos.
La fobia social, conocida clínicamente como “trastorno de ansiedad social”, es un desorden ansioso que se distingue porque la persona experimenta una ansiedad exacerbada, irracional e incontrolable en una o distintas situaciones sociales. En estos momentos la persona siente una gran angustia que le impide funcionar en ciertas partes de su vida cotidiana.
Esta reacción de temor intenso suele ir acompañada por todo tipo de síntomas físicos, psicológicos y conductuales, incluyendo sudoración, aumento del ritmo cardiaco, tartamudeos, pensamientos distorsionados y conductas de escape o huida.
En algunos casos la intensidad de la fobia social es tan alta que la persona se siente en la necesidad de recurrir al alcohol o a las drogas para reducir su temor e inhibición en las situaciones sociales.
Además es bastante común que los pacientes con este trastorno se automediquen para disminuir la ansiedad, lo que puede conducir a dependencia de medicamentos y/o a abuso de sustancias.
El trastorno de ansiedad social impide a la persona que lo padece vivir su vida de manera normal. Si el caso es grave, evitará a toda costa situaciones de interacción con otras personas que para el resto se consideran habituales. Como consecuencia de esta evitación constante las relaciones personales se ven afectadas, lo que puede desencadenar alguno de los siguientes problemas:
- Autoestima baja
- Pensamientos negativos
- Depresión
- Hipersensibilidad a la crítica
- Falta de habilidades sociales
Según los criterios de inclusión de los principales manuales diagnósticos, para que una fobia social pueda ser diagnosticada como tal la persona debe experimentar un profundo terror a ser el centro de atención, o bien a comportarse de una forma que considere humillante o vergonzosa. Existen test y escalas específicas para detectar el trastorno de ansiedad social.
Al igual que el resto de trastornos relacionados con la ansiedad y el miedo, la fobia social se caracteriza por una serie de síntomas y signos que se agrupan en físicos, cognitivos y conductuales.
El principal signo de la fobia social es la sensación de miedo ante el enfrentamiento de una situación social -hasta el punto de que, en ocasiones, la sola idea o pensamiento desencadena la misma respuesta de ansiedad.
Cuando la persona se encuentra ante la situación fóbica, bien en la vida real o bien en su imaginación, se da una hiperactivación del sistema nervioso que desencadena todo tipo de alteraciones en el organismo y, como consecuencia, una gran variedad de síntomas físicos. Los síntomas físicos de la fobia social son los siguientes:
- Aumento del ritmo cardíaco y palpitaciones
- Incremento de la tasa respiratoria
- Sensación de asfixia o falta de aire
- Aumento de la tensión muscular
- Dolor de cabeza
- Alteraciones gástricas como dolor de estómago o diarrea
- Sensación de vértigo y mareos
- Lloros
- Desmayos
Además de los síntomas físicos, el trastorno de ansiedad social se caracteriza por estar acompañado de una serie de síntomas cognitivos que conforman la base de esta fobia y, a la vez, sirven de alimento para esta, por lo que si no se modifican pueden acrecentar el miedo a las situaciones sociales.
Los síntomas cognitivos se manifiestan en forma de pensamientos distorsionados e ideas sin ninguna base lógica acerca los posibles riesgos o peligros de una o varias situaciones sociales.
Estos pensamientos, además, se distinguen por ser intrusivos e incontrolables y suelen aparecer junto con imágenes mentales de contenido catastrófico en las que la persona se ve humillada o avergonzada.
Finalmente, el último grupo de síntomas de la fobia social es aquel en el que incluyen todos los comportamientos o patrones de conducta alterados que la persona lleva a cabo en las situaciones temidas. Estas conductas interfieren en el día a día de la persona, creando respuestas poco adaptativas como las conductas de evitación y las de escape.
Las conductas de evitación hacen referencia a los comportamientos que la persona que padece la fobia realiza con el objetivo de evitar o eludir la situación fóbica. Por su parte, las conductas de escape aparecen cuando la persona no ha podido evitar dicha situación, lo que da lugar a todo tipo de conductas que le permitan escapar de la situación lo antes posible.
Aunque se hipotetiza que son una gran variedad de factores los que pueden influir en el desarrollo o aparición tanto de la fobia social como de cualquier otra fobia específica, la experimentación de una vivencia altamente traumática relacionada con la situación fóbica suele ser el más habitual.
En ocasiones resulta realmente difícil encontrar el desencadenante de la fobia social, puesto que en muchos casos la persona que la sufre no es capaz de recordar o no es consciente de qué experiencia o experiencias la han podido ocasionar.
No obstante, tal y como decíamos, existe una gran variedad de factores de riesgo que puede facilitar que la persona desarrolle una fobia o ansiedad social. Estos son:
1. Factores genéticos
2. Patrones de personalidad
3. Estilos cognitivos
4. Condicionamiento directo
5. Aprendizaje vicario o por imitación
El trastorno de ansiedad social tiene una mayor incidencia en personas jóvenes de alrededor de 13 años de edad, sobre todo si tienen un historial de abuso, intimidación o burlas.
Además, los niños muy tímidos también pueden ser más susceptibles de convertirse en adultos con ansiedad social, así como los hijos de familias autoritarias o controladoras.
Debido al alto grado de interferencia que la fobia social tiene en la vida cotidiana de la persona, resulta necesario que esta solicite ayuda profesional con el objetivo de poder reestablecer sus rutinas y relaciones sociales de una manera efectiva.
Para ello, se han desarrollado una serie de terapias y tratamientos para los trastornos de ansiedad, incluyendo la fobia social. El tratamiento psicológico de la fobia social ha resultado ser la intervención con mayores tasas de éxito y mayor efectividad a largo plazo.
En el tratamiento psicológico se lleva a cabo una reestructuración cognitiva con la intención de eliminar los pensamientos distorsionados, los cuales se acompañan de técnicas de exposición en vivo o de desensibilización sistemática.
A grandes rasgos, este tipo de técnicas consisten en exponer a la persona de manera gradual a las situaciones relacionadas con la fobia. La exposición, que puede hacerse en directo o mediante la imaginación, se acompaña de un entrenamiento en técnicas de relajación que permiten disminuir la intensidad de la respuesta física de la ansiedad.