Las enfermedades que causan cualquier tipo de dolor físico pueden llegar a ser altamente incapacitantes. Sí además este dolor se presenta de manera crónica con frecuencia supone todo un desafío para la persona, que deja de poder llevar a cabo sus actividades del día a día de manera normal.
Esto es lo que ocurre con la fibromialgia, una afección que hace poco resultaba prácticamente desconocida, pero que en las últimas décadas ha logrado una gran difusión. El objetivo de este artículo es aclarar qué es la fibromialgia, así como sus síntomas y los tratamientos que se emplean con mayor frecuencia.
La fibromialgia es una condición médica caracterizada porque el paciente experimenta un dolor musculoesquelético generalizado acompañado de fatiga o sensación de cansancio continua, problemas de sueño y de memoria y alteraciones en el estado de ánimo.
La alteración conocida como dolor crónico generalizado ya se describió en la literatura médica del siglo XIX. Sin embargo, no fue hasta 1976 cuando se acuñó el concepto de fibromialgia tal como lo conocemos en la actualidad.
El término proviene de los conceptos latinos fibro- que significa “tejidos fibrosos”, myo- que podemos traducir como “músculo” y algos traducido como “dolor”. Por lo tanto, el término fibromialgia puede entenderse literalmente como “dolor muscular y del tejido fibroso”.
Según los estudios, se hipotetiza que la fibromialgia potencia las sensaciones dolorosas que experimenta la persona debido a una alteración en la manera en que el cerebro procesa las señales de dolor. Los primeros síntomas de la fibromialgia suelen aparecer después de sufrir algún tipo de trauma físico, tras una cirugía o durante un período de estrés significativo.
Por desgracia, todavía no existe una cura para la fibromialgia; sin embargo, los protocolos de tratamiento que incluyen medicación, fisioterapia y terapia psicológica pueden ayudar a controlar los síntomas y a facilitar la convivencia con dicha afección.
Según las estadísticas, se estima que la fibromialgia afecta a entre un 2 y un 8% de la población general. Además, existen una tendencia a afectar en mayor medida en mujeres que a hombres, registrándose aproximadamente el doble de casos de fibromialgia en pacientes de sexo femenino.
La fibromialgia causa una gran variedad de síntomas que pueden variar de persona a persona, siendo el síntoma principal la experimentación de un dolor generalizado.
A continuación describiremos cuáles son y en qué consisten exactamente los principales tipos de síntomas de esta alteración: el dolor, la fatiga y los problemas cognitivos.
El dolor característico de la fibromialgia se distingue por ser un dolor sordo y constante que permanece durante tres meses por lo menos. Para que sea considerado como un dolor generalizado este debe aparecer en ambos lados del cuerpo y tanto en niveles superiores como inferiores.
Los pacientes con fibromialgia a menudo refieren una sensación de fatiga continua. Habitualmente se despiertan cansados a pesar de haber dormido durante largos períodos de tiempo.
No obstante, es muy común que los ciclos de sueño se vean interrumpidos por el dolor, causando alteraciones de sueño y trastornos como el síndrome de las piernas inquietas.
Finalmente, otros síntomas de la fibromialgia incluyen problemas de atención y de concentración, así como alteraciones en la memoria y dificultades para llevar a cabo tareas mentales. Este conjunto de síntomas es comúnmente conocido como “neblina” o “niebla mental”.
Asimismo, en muchos casos la fibromialgia coexiste con otras enfermedades o afecciones dolorosas como:
- Migrañas y otros tipos de dolores de cabeza
- Síndrome del intestino irritable
- Cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa
- Trastornos de la articulación temporomandibular
Por el momento, no se ha podido determinar con exactitud la causa de la fibromialgia. Las investigaciones sugieren que existen una serie de factores que, unidos, provocan esta condición médica. Estos factores pueden ser de varios tipos.
Se ha observado que la fibromialgia tiende a tener mayor incidencia entre los miembros de una misma familia, por lo que se sospecha que puede existir una serie de mutaciones genéticas que hacen a la persona más susceptible de desarrollar fibromialgia.
Algunas enfermedades virales de tipo infeccioso parecen desencadenar o agravar los síntomas de la fibromialgia.
En ocasiones, los síntomas de fibromialgia pueden desencadenarse por un trauma físico, como un accidente o una intervención quirúrgica, pero también por la experimentación de largos periodos de estrés psicológico como los que puede desencadenar el padecimiento de una enfermedad.
Algunos estudios han descubierto que los pacientes de fibromialgia tiene niveles anormalmente bajos de algunos neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina.
Los déficits de neurotransmisores pueden ser un factor clave como causa de la fibromialgia. El motivo es que estas sustancias tienen un papel primordial en la regulación de aspectos como el apetito, los ciclos de sueño, el estado de ánimo, la respuesta al estrés y la conducta en general.
Otras investigaciones también sugieren que los desequilibrios o alteraciones en los niveles de hormonas como el cortisol (la hormona del estrés) también pueden contribuir al desarrollo de la fibromialgia.
Como mencionábamos al inicio del artículo, desgraciadamente todavía no se ha descubierto una cura efectiva para la fibromialgia. No obstante, los pacientes pueden recurrir a un tratamiento que incluye terapia farmacológica y psicológica, así como fisioterapia.
El objetivo de este protocolo de actuación para la fibromialgia es minimizar los síntomas y mejorar el estado de salud general y la calidad de vida del paciente.
Los fármacos pueden ayudar a reducir el dolor provocado por la fibromialgia y además a mejorar el sueño de los pacientes. Entre la medicación comúnmente utilizada encontramos:
1. Analgésicos
2. Antidepresivos
3. Fármacos anticonvulsivos
Existen una serie de terapias que pueden ayudar al paciente a disminuir el efecto negativo que la fibromialgia ejerce tanto a nivel físico como psicológico. Estas incluyen:
- Fisioterapia: mediante la realización de ejercicios específicos el paciente puede mejorar su fuerza y su resistencia física.
- Terapia psicológica: es muy común y recomendable que los pacientes de fibromialgia acudan a terapias de grupo las cuales pueden favorecer el desarrollo de habilidades y estrategias para afrontar su situación. Asimismo existen terapias cognitivo-conductuales para reducir la inactividad física y el consumo de fármacos, que pueden empeorar los síntomas en estos casos.
- Terapia ocupacional: la terapia ocupacional ayuda a la persona a hacer ajustes en su vida laboral y en la manera de afrontar el estrés del día a día.