La faringitis es una inflamación de la faringe, el tubo que conecta nuestro sistema respiratorio con el sistema digestivo. La faringitis es una de las causas de consulta pediátricas más comunes, así como una de las afecciones más frecuentes en invierno y en primavera.
En este artículo encontrarás información sobre qué es la faringitis y cuáles son los síntomas y las causas de esta enfermedad, así como sobre algunos tratamientos farmacológicos y consejos para preparar remedios caseros.
La faringitis es una inflamación de las mucosas de la faringe, el conducto que comunica la boca con el esófago y que está compuesto por paredes de mucosas y membranas, cuya parte inicial es lo que conocemos como garganta.
La faringe forma parte del sistema digestivo y del respiratorio; esto se debe a que se encarga de iniciar el paso de los alimentos y también nos ayuda a respirar.
Por eso, la faringitis se define como el malestar, el dolor o la sensación de comezón en la garganta que puede deberse a causas infecciosas o no infecciosas.
Por su etiología la faringitis puede dividirse en dos grandes grupos: faringitis aguda y faringitis crónica. A su vez, estos dos se dividen en subtipos según la causa específica de la inflamación y los síntomas de cada uno.
Los síntomas y los factores de riesgo la inflamación varían según el subtipo. La faringitis aguda es la principal causa de consulta médica en los niños, pero también afecta con frecuencia a los adultos.
Está causada por un virus o bien por una bacteria, por lo que se subdivide en faringitis vírica y faringitis bacteriana.
1. Faringitis vírica
La faringitis vírica está provocada por un virus que puede ser de la misma familia de virus que causan la gripe y el resfriado común, o que puede ser el virus Epstein-Barr que causa la mononucleosis infecciosa; en este último caso puede evolucionar hasta convertirse en una amigdalitis.
Se transmite a través de la saliva, la orina, el contacto sexual y las transfusiones sanguíneas, pero también suele transportarse fácilmente durante el invierno y las primeras etapas de la primavera.
Los síntomas más comunes incluyen dolor al tragar, enrojecimiento e inflamación de la garganta, tos frecuente y carraspeo e incluso pérdida momentánea de la voz. Al ser una infección, estos síntomas suelen estar acompañados por fiebre o incluso por sinusitis o conjuntivitis.
Sobre todo en el caso de los niños pequeños puede causar trastornos del sueño y la alimentación debido a las molestias que provoca.
2. Faringitis bacteriana (estreptocócica)
Dentro de las faringitis agudas tenemos la posibilidad de que el componente que cause la inflamación no sea un virus sino una bacteria. La bacteria que causa con mayor frecuencia este tipo de faringitis es del género streptococcus y del grupo A.
Por eso, la faringitis estreptocócica se da cuando la inflamación de la garganta está causada por dicha bacteria. Se cultiva fácilmente en la saliva y se presenta de manera más frecuente en niños y adolescentes que tienen entre 10 y 18 años de edad, aunque también puede afectar a los adultos.
La faringitis bacteriana causa síntomas como fiebre alta, dolor de garganta intenso, inflamación importante de los ganglios linfáticos, obstrucción nasal, dificultades para respirar y aparición de placas blanquecinas en las amígdalas que pueden incluir pus.
Si no se trata adecuadamente puede causar fiebre reumática, una enfermedad de las articulaciones que afecta al sistema cardiovascular.
Por otro lado, la faringitis crónica suele deberse a una debilidad de la mucosa faríngea que puede ser indicador de que hay otra enfermedad o una predisposición a desarrollarla. Es decir que en este caso la faringitis está causada por componentes no infecciosos.
Los factores de riesgo de la faringitis crónica por causas no infecciosas incluyen la exposición al tabaco o el fumar constantemente, y también haber tenido alergias, rinitis, sinusitis o bronquitis crónica. Otros factores endógenos pueden ser el déficit de vitamina A o el hipotiroidismo.
Asimismo puede haber factores de riesgo externos como la exposición a agentes químicos o físicos; el clima y el aire acondicionado seco son dos buenos ejemplos
3. Faringitis crónica simple
Los síntomas más comunes de la faringitis crónica son la sensación de tener algo en la garganta, el carraspeo, la tos irritativa, la sensación de sequedad, la expulsión de secreciones y molestias al tragar. Se trata del tipo crónico más común.
4. Faringitis crónica granulosa
También puede haber una inflamación granulosa con enrojecimiento y secreción abundante, densa e incolora que provoca náuseas o vómitos. Esta se conoce como faringitis hiperplásica o granulosa y es poco frecuente.
En el caso de la faringitis aguda vírica se utilizan fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), antisépticos, descongestionantes o anestésicos locales acompañados de una hidratación abundante y de la ingesta de alimentos blancos. Así mismo se utilizan enjuagues o aerosoles para lavar la garganta o mejorar la respiración.
Por su parte, la bacteria estreptocócica se trata por medio de antibióticos, especialmente con penicilina, ya que es muy sensible a esta sustancia. Se administra por vía intramuscular, por lo que suele ser dolorosa.
Generalmente son tratamientos cortos, pero si la faringitis es recurrente (es decir, si tiene más de tres episodios seguidos) se pueden utilizar antibióticos de manera prolongada o considerar tratamientos quirúrgicos como la amigdalectomía.
Igual que en la faringitis vírica se recomienda una hidratación constante, una alimentación balanceada y el uso de medicamentos con efectos antisépticos.
En cuanto a los remedios caseros, hay muchos alimentos que pueden servir como antisépticos, por ejemplo la miel, el ajo, el limón, la cebolla o plantas como la lavanda, el orégano o el laurel. Asimismo las frutas, los cereales integrales, los frutos secos, especias como la curcuma o raíces como el jengibre estimulan la actividad antiinflamatoria.
Una dieta rica en dichos alimentos, así como preparar infusiones con las raíces o las plantas, y tomar algunas dosis diarias que concreten, por ejemplo miel con limón, pueden ser muy útiles. No obstante siempre es importante consultar a un especialista antes de que los síntomas empeoren.
Así mismo se ha visto que la automedicación es una práctica cada vez más constante, lo que ha repercutido que los de faringitis empeoren, por lo que es importante no tomar medicamentos sin conocimiento o prescripción.
Suele ser posible prevenir la aparición de faringitis a través de una alimentación saludable, rica en frutas y verduras, hidratarse correctamente y mantenerse abrigados en épocas de frío protegiendo especialmente la nariz y la boca (sobre todo si tenemos la infección, para no contagiar a otros).
Asimismo es útil evitar el humo de tabaco, la exposición constante al aire acondicionado o tomar bebidas que estén demasiado frías o demasiado calientes.
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