Por su nombre puede llevar a confusión, pero lejos de la realidad, su transmisión no solo se da a través de los besos. La enfermedad el beso, conocida técnicamente como mononucleosis infecciosa, es una patología que puede afectar a cualquier persona.
Sin embargo, aunque su contagio se suele producir mayormente en niños y adolescentes, cualquier adulto también sería susceptible de padecerla. Por lo tanto, y con el objetivo de intentar evitar que esto ocurra, a continuación te vamos a explicar todo lo que necesitas saber.
La enfermedad del beso: Lo que debes tener en cuenta
Como bien comentábamos anteriormente, se le denomina enfermedad del beso a la mononucleosis infecciosa. Tal y como su propio nombre indica, esta patología infecciosa está causada por un virus llamado Epstein-Barr.
No obstante, en ocasiones también puede originarlo otro virus menos habitual, como el citomegalovirus. Aunque su contagio puede darse de muchas maneras, recibe el nombre de 'beso' porque generalmente se transmite a través de la saliva.
Su aparición puede darse a cualquier edad, pero es cierto que es mucho más propensa a aparecer en niños y adolescentes. Estos últimos, sin embargo, aumentan el riesgo de contraerla, ya que su contagio también se produce cuando se besa a una persona infectada.
Pero si vamos más allá, también es fácil deducir que su transmisión puede darse en otras esferas de la vida. De hecho, al compartir ciertos utensilios como vasos o cubiertos, también se produce un riesgo de contagio. Eso sí, la saliva no es la única vía de transmisión.
Otros fluidos corporales, como la sangre por ejemplo, también facilitan el contagio entre una persona y otra. Aunque lo que está claro es que, independientemente de la vía de transmisión, los síntomas y el tratamiento son iguales.
Gemma Mirón Vila, especialista del Servicio de Pediatría del Hospital de Manises, considera que se trata de una enfermedad habitual y benigna. Normalmente se resuelve por sí sola, pero también existen casos en los que no se diagnostica correctamente y surgen problemas.
Por ejemplo, como esta enfermedad presenta un cuadro clínico que podría confundirse con otras patologías, a veces se recurren a determinados medicamentos. Para ello, en determinados casos, algunos especialistas recetan amoxicilina.
Cuando esto ocurre, no es de extrañar que aparezcan algunos síntomas que, en principio, nada tendrían que ver con la patología inicial. En casos donde se administra este fármaco, por ejemplo, pueden aparecer unas manchas rojas en la piel.
Síntomas y tratamiento
Los síntomas de la mononucleosis infecciosa aparecen, normalmente, de forma gradual. Los primeros en manifestarse suelen ser la sanción de fatiga, el malestar general, la somnolencia y el dolor de cabeza y garganta.
Conforme transcurre el tiempo también aparece la fiebre, la pérdida de apetito, la rigidez, los dolores musculares y la inflamación de las amígdalas. En algunos casos las erupciones cutáneas también se hacen visibles, especialmente si se toman fármacos como los que hemos mencionado antes.
Con menor frecuencia, la persona infectada también puede presentar tos, dolor torácico, urticaria, dificultades respiratorias, sangrado nasal o rigidez de cuello. No obstante, en cualquier caso lo mejor es acudir al médico.
Para realizar un diagnóstico de forma correcta, lo que tendrán en cuenta los especialistas son los síntomas clínicos. Además, de forma complementaria y necesaria, también se realiza una prueba de laboratorio para determinar la presencia de anticuerpos contra el virus.
En lo que respecta al tratamiento, la mayoría de veces este se centra en manejar los síntomas que presenta el paciente. Por ejemplo, en el caso de padecer fiebre o malestar, es probable que el médico recete algún tipo de analgésico.
El reposo también es una parte fundamental para la recuperación de la enfermedad. Si bien las complicaciones no suelen ser habituales en la mayoría de casos, la aparición de estas sería un signo de alarma. En esas circunstancias, lo mejor es acudir al médico.