Conseguir una pensión por incapacidad permanente no resulta nada sencillo. Habrá que superar una serie de trámites y contar con el visto bueno de un tribunal médico. La mayoría de estas pensiones suelen estar asociadas a una serie de enfermedades, como podrás comprobar más adelante.
En febrero de 2023 había más de 944.000 personas que percibían una ayuda de estas características. De hecho, de todas las pensiones contributivas que se abonan en España, las de incapacidad permanente son las terceras que más se conceden.
En este tipo de prestaciones, por lo general, la Seguridad Social reclama una serie de requisitos para que te las den. Es lo que sucede, por ejemplo, con las de jubilación o de viudedad. Pero cuando se trata de una pensión por incapacidad no ocurre lo mismo.
NOVEDAD WHATSAPP: ¡Pincha aquí para leer GRATIS tus noticias favoritas sobre PENSIONES y AYUDAS en WhatsApp!
Es cierto que exigirán una serie de condiciones, pero casi siempre asociadas a la salud. También dependerán de si accede a ellas por accidente de trabajo o enfermedad común. En cualquier caso, la incapacidad debe ser aprobada por un tribunal médico o el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI).
Dicho órgano debe ocuparse de la evaluación y revisión, corriendo también de su parte el reconocimiento de la incapacidad. Tienen, además, la responsabilidad de determinar el grado de la misma, que puede ser parcial, total, absoluta o gran invalidez.
¿Qué enfermedades dan acceso al cobro de una pensión por incapacidad?
No existe una lista concreta de enfermedades por las que podamos beneficiarnos de una pensión por incapacidad permanente, recoge Noticias Trabajo. Sin embargo, sí que se puede confirmar qué hay una serie de patologías por las que se han concedido en mayor número.
El bufete de abogados Campany Abogados ha realizado una clasificación al respecto. En ella incluyen las dolencias que suelen ser tomadas más en cuenta a la hora de reconocer una pensión de incapacidad permanente.
Del aparato digestivo se encuentran la pancreatitis crónica, enfermedad de Crohn, obesidad mórbida o colitis ulcerosa. En cuanto a cardiología están cardiopatías, miocardiopatías y arterioesclerosis, mientras que de alergias la dermatitis.
La lista de patologías cardiovasculares es bastante más amplia. Se incluyen aneurisma, arteriopatías, fibrilación auricular, infartos agudos de miocardio, parkinson, síndrome Wolf, hipertensión pulmonar o taquicardias.
Las enfermedades psíquicas también se tienen muy en cuenta. Entre ellas están la depresión, adicción a las drogas o alcoholismo, agorafobia, esquizofrenia, trastorno bipolar y trastorno obsesivo compulsivo, entre otros.
En medicina interna se encuentran la sensibilidad química, síndrome de fatiga crónica, lupus eritematoso sistémico y fibromialgia. En el ámbito de la nefrología se admiten el trasplante de riñón y la insuficiencia renal crónica. Por su parte, en neumología se valoran la apnea del sueño, enfermedades provocadas por el amianto, sarcoidosis, EPOC, enfisemas y asma profesional u ocupacional.
Las enfermedades neurológicas, entre las más frecuentes
En el apartado de neurología, la clasificación de enfermedades también es bastante numerosa. Entre ellas están el alzheimer, demencia, ictus, esclerosis múltiple, migrañas, neuropatía periférica, traumatismos craneoencefálicos o síndromes Arnold Chiari, de Lambert.
En el sector de la oftalmología, las patologías que suelen ser más comunes a la hora de conceder la pensión están las siguientes. Pérdida de visión, glaucoma, neuropatía óptica o desprendimiento de retina son algunas de las más repetidas.
En cuanto a reumatología encontramos la fatiga crónica, fibromialgia, enfermedad de Behçet, artritis reumatoide o espondilitis anquilosante. En traumatología se presentan la hernia cervical, lumbalgia, síndrome de cola de caballo y patologías de gravedad en mano, hombro, cadera, codos o pies.
En el apartado de la oncología, las dolencias que más se tienen en consideración son el cáncer de mama, de pulmón y el de recto. Por su parte, en otorrinolaringología se encuentran el síndrome de Ménière e hipoacusia.