Aunque su frecuencia es relativamente en comparación con otras especies animales, los síntomas del embarazo psicológico o pseudociesis también se dan en las personas. Es con este segundo nombre como aparece dentro de la guía de diagnóstico médico más conocida, la CIE-10.
Factores como la infertilidad, el deseo intenso de ser madre o, por el contrario, el miedo adolescente a quedar embarazada son algunas de las situaciones que dan pie al embarazo psicológico o fantasma. Veamos cuáles son los mecanismos específicos de este fenómeno.
La pseudociesis ocurre cuando una persona cree estar embarazada sin que realmente sea así. Es un trastorno psicológico en el que se experimentan síntomas gestacionales, amenorrea (interrupción de la menstruación) y aumento del volumen abdominal sin que haya feto.
Se diferencia de la posibilidad de que una mujer finja estar embarazada, ya que en el caso de la pseudociesis creen de manera firme y fehaciente que lo están. Aunque también puede darse en varones, la frecuencia es mucho más baja.
El diagnóstico de embarazo fantasma o pseudociesis se incluye dentro del apartado de psiquiatría del CIE-10; de forma más específica, pertenece al grupo de "Otros trastornos somatomorfos" (F45.8). Con una incidencia muy baja (tan solo 1 de cada 22.000 embarazos es fantasma), resulta un tema de especial curiosidad entre el sexo femenino.
El embarazo fantasma o pseudociesis es un trastorno fundamentalmente psicológico. No obstante, las causas a las que lo atribuimos no son únicamente producto de la mente, sino que también están implicados de forma clave factores neuroendocrinos, es decir, relacionados con la actividad de las hormonas.
Dentro de las causas psicológicas que modulan la pseudociesis encontramos la idea de que el papel más importante y fundamental de la mujer es ser madre. Es por ello que mujeres con problemas orgánicos como infertilidad y esterilidad, o relacionales, como la dificultad para encontrar pareja, sienten con frecuencia una presión o deseo intenso por concebir y formar una familia.
Otra causa psicológica de especial interés es el que se expresa como un trastorno somatomorfo ante la imposibilidad de poder expresar los sentimientos; esto ocurre especialmente en personas alexitímicas. También se han dado casos de adolescentes que, ante el miedo intenso a quedar embarazadas, han llegado a sufrir un embarazo psicológico.
Sea cual sea el desencadenante de esta alteración, todos confluyen en el hecho de que la mujer está convencida de su embarazo. A partir de aquí los impulsos nerviosos activan el sistema neuroendocrino, que prepara al cuerpo para concebir a ese bebé imaginario.
Una vez que el sistema nervioso central envía la información de que la persona está embarazada (por así decirlo) al eje hipotálamo-hipófiso-ovárico, las hormonas encargadas empiezan a hacer su función. De este modo se producen síntomas de embarazo sin verdaderamente estarlo.
Algunos de estos síntomas son los mareos, las náuseas matinales, la amenorrea (ausencia de menstruación), el aumento de peso, la hinchazón del abdomen y de los senos, la secreción de leche e incluso la sensación de que el feto se mueve dentro de la barriga de la mujer.
Pese al crecimiento abdominal, producido entre otras causas por la posición que la mujer adopta al imaginar que está en estado, el diagnóstico diferencial con un embarazo real se basa en el borrado del ombligo: en los verdaderos embarazos el ombligo se invierte, mientras que en la pseudociesis no.
Aunque existan casos de embarazo psicológico que duran meses o incluso años, es común diagnosticarlos de manera precoz. La gran mayoría de mujeres, cuando piensan que pueden estar encinta, acuden al médico.
La prueba principal para detectar un embarazo real es realizar un test de embarazo a la mujer en cuestión. Estas pruebas detectan la hormona Beta HCG, que es la que desprende la placenta cuando estás embarazada. Evidentemente, en las personas que padecen pseudociesis no se encuentra la hormona BhCG.
Este es el diagnóstico más fiable que existe. De todos modos los síntomas pueden seguir produciéndose aunque la mujer sepa que no está concibiendo un bebé. En ocasiones pueden llegar a experimentar el dolor y las contracciones de una situación de parto, y a partir de ese momento mejorar.
En ocasiones detrás de la pseudociesis o el embarazo psicológico se esconden situaciones estresantes, de ansiedad o incluso cuadros depresivos. Es por ello que no existe un tratamiento exclusivo para este trastorno.
Lo que se intenta es proporcionar a la persona acompañamiento psicológico en el momento de comunicarle que realmente no está embarazada, hacer un seguimiento de cómo evolucionan los síntomas y, lo más importante, indagar sobre cuál es la base real del problema.
Cabe la posibilidad de que la mujer oculte tras el embarazo psicológico la negación de una amenaza de muerte por enfermedad grave, como sería un cáncer situado en la región pélvica. No obstante, esto sucede en muy pocas ocasiones.
Además, existen casos en que la presión social existente hacia la mujer por el deber de crear una familia convencional y ser madre influye de manera muy negativa, generando estrés, baja autoestima y, en casos más graves, depresión.
La prevalencia de embarazos psicológicos ha disminuido en los últimos años. Quizás esto se debe a los cambios que recientemente se están produciendo en lo que concierne al rol de la mujer dentro de la sociedad.
La continua homogeneización entre los roles tradicionalmente asignados a los hombres y a las mujeres, la mayor posibilidad de realización profesional dentro del mundo laboral y una visión menos crítica acerca de la decisión de no tener hijos hacen posible que las situaciones de presión social que comentábamos anteriormente disminuyan.
De todos modos, aún queda un largo camino por recorrer hasta una completa y real equivalencia entre los juicios que se emiten hacia los hombres o hacia las mujeres respecto a su decisión de convertirse o no en padres.