El término “droga” resulta un poco ambiguo si analizamos sus acepciones en la literatura especializada y en el lenguaje común. Las definiciones de esta palabra dan un peso relativo distinto a los efectos psicoactivos, al potencial de adicción o al tipo de reacciones fisiológicas que provocan determinadas sustancias, que pueden o no ser ilegales.
En este artículo vamos a explicar qué son las drogas, qué tipos hay y cuáles son los efectos y las consecuencias de su consumo. En este sentido resulta muy importante tener en cuenta el riesgo de adicción, tanto a nivel físico como psicológico.
¿Qué son las drogas? Efectos y consecuencias del consumo
En un sentido amplio, el término “droga” hace referencia a cualquier agente químico que altera los procesos de un organismo vivo (Serrano y Diez, 2010). De hecho, la Organización Mundial de la Salud (1994) afirma que la palabra “droga” se usa para hacer referencia a cualquier sustancia que tiene la capacidad de curar o de prevenir una enfermedad.
Lo cierto es que esta acepción, propia del ámbito farmacológico, se acerca más al término anglosajón “drug” y en español hablaríamos más bien de “fármaco” en estos casos. Es decir que, aunque por su acción en el organismo podríamos nombrar “droga” a cualquier fármaco o medicamento, comúnmente esto no ocurre.
En cambio, en el lenguaje coloquial, las drogas son sustancias cuyo consumo tiene efectos psicoactivos. Es decir, que alteran el funcionamiento del sistema nervioso y otros elementos del organismo causando ciertos efectos reforzantes (así como otros indeseados).
Además la palabra suele emplearse para hablar específicamente de sustancias ilegales. En este sentido, el término “droga” es muy parecido a “estupefaciente”, “narcótico” o “psicodélico”, siendo cada una de ellas sustancias que alteran en distinta medida el sistema nervioso central.
En este sentido, los efectos de las drogas, y su intensidad, varían en gran medida en función del tipo de sustancia al que nos refiramos. Por ejemplo, existen drogas que provocan efectos estimulantes y otras que actúan como depresores (o sedantes) del sistema nervioso, mientras que algunas provocan efectos relativamente similares pero en grados muy distintos -como la cafeína y la cocaína.
Por otro lado, el riesgo de adicción a las drogas es una consecuencia muy relevante para su definición, según muchos autores (como Mendoza Patiño, 2008; Serrano y Diez, 2010). Esto se relaciona con la preocupación por los efectos y las consecuencias negativas del consumo de drogas, que hace que se empleen de manera prioritaria aquellos términos que hacen referencia a esta faceta (como "drogas duras" o "drogas blandas").
Finalmente, las drogas varían en su farmacocinética (su proceso específico de absorción, distribución, metabolismo y excreción de las drogas) que no es la misma en todos los casos. Por ejemplo, pueden diferenciarse por la parte del cuerpo o el tejido en el que se administran.
11 tipos de drogas: clasificación según varios criterios
Tomando en consideración la definición coloquial de droga, que hace referencia a sustancias capaces de alterar el sistema nervioso central, describiremos a continuación distintas drogas y sus características principales.
Específicamente hablaremos de 11 tipos de drogas: ilegales, legales, estimulantes, depresoras, narcóticas, alucinógenas, duras, blandas, inyectadas, inhaladas y orales.
Para realizar esta clasificación hemos tenido en cuenta cuatro criterios principales:
el estatus legal de las drogas (ilegales frente a legales)
el tipo de efectos que provocan (estimulantes, depresoras, narcóticos y alucinógenas)
el hecho de si causan dependencia física y psicológica (drogas duras) o sólo de una de las dos clases (blandas)
y finalmente la vía de administración (inyectada -intravenosa, subcutánea, intramuscular-, inhalada y oral).
1. Ilegales
Cuando se utiliza el concepto “droga” suele aludirse a sustancias cuya adquisición o consumo se encuentran penados por la ley en un lugar específico. En realidad, esta acepción hace referencia sólo a las drogas ilegales, si bien también existen drogas que son legales en la mayor parte del mundo, como veremos en el siguiente apartado.
Entre las drogas ilegales más consumidas en el mundo encontramos la cocaína, la heroína, las setas alucinógenas o el éxtasis. Por otra parte, sustancias como el cannabis (marihuana) o las anfetaminas (speed) tienen un estatus legal más delicado en muchos lugares, encontrándose en una frontera entre la concepción de droga ilegal y droga legal.
Por ejemplo, mientras que en países como México la marihuana es ilegal tanto en consumo como distribución, en otros países como Uruguay su distribución y consumo están permitidos, aunque regulados por la ley, así como en España.
2. Legales
Como hemos dicho, las drogas son todas aquellas sustancias que las personas empleamos con el fin de modificar de algún modo la actividad de nuestro sistema nervioso u otros aspectos de nuestro estado físico y mental.
Siendo así, es fácil ver que en esta definición encaja un gran número de productos que se pueden obtener de forma legal. A estos últimos los conocemos como drogas legales.
De este modo, las drogas legales más populares incluyen el alcohol (cuyo consumo abusivo puede tener consecuencias más negativas para la salud que el de cannabis, por ejemplo) y el tabaco (más concretamente la nicotina que éste contiene).
Así mismo incluyen fármacos con efectos estimulantes, depresores o alucinógenos (de los que hablaremos a continuación), e incluso los productos que contienen cafeína y teína son ejemplos de drogas legales.
3. Estimulantes
Las drogas estimulantes potencian la actividad del sistema nervioso de modos diversos. Entre sus efectos principales encontramos el aumento de la presión sanguínea, disminución del apetito, sensación de incremento de energía, sensación de euforia, disminución del sueño y estados de manía (elevación patológica del estado de ánimo) en dosis altas.
En caso de sobredosis, las drogas de tipo estimulante pueden causar agitación, aumento de la temperatura, convulsiones, alucinaciones y un incremento del riesgo de muerte.
Son consideradas drogas estimulantes la cocaína, las anfetaminas, los antidepresivos y, según muchas de las definiciones de la palabra “droga”, también la cafeína y la nicotina.
4. Depresoras
Las drogas depresoras inhiben la actividad del sistema nervioso, causando disminuciones de la presión sanguínea, problemas de memoria, somnolencia y, en casos de sobredosis, el coma e incluso la muerte por paro respiratorio o cardiaco.
Este tipo de drogas reducen la función del tejido encefálico, por lo que a dosis reducidas generan inhibición, mientras que en dosis altas generan depresión de SNC, afectando más funciones cada vez que la dosis incrementa (Serrano y Diez, 2010).
En esta categoría se incluyen los ansiolíticos, los antihistamínicos, el alcohol y los opiáceos como la heroína, entre otras sustancias.
5. Narcóticos (opiáceos)
Los narcóticos, también llamados opiáceos, son drogas que inducen un estado placentero de relajación y somnolencia, acompañado de . Así mismo pueden provocar euforia parcial, disminución de la frecuencia respiratoria y náuseas.
En caso de sobredosis pueden provocar respiración frecuente y superficial, contracción de la pupila, coma, y un incremento del riesgo de muerte.
Se utilizan comúnmente como analgesicos, y son ejemeplos de narcóticos el opio, la morfina, la codeína, la metadona y la heroína.
6. Alucinógenas (psicodélicas)
Los alucinógenos modifican el modo en que percibimos el entorno, el tono de las emociones que sentimos, el contenido de nuestros pensamientos o el nivel de conciencia. Es decir, generan alteraciones de la percepción, induciendo un estado similar a la psicosis (que incluye alucinaciones e ilusiones).
Por estos efectos se conocen también como drogas psicodélicas. Dentro de esta categoría cabe destacar sustancias como la psilocibina (presente en los hongos o las setas alucinógenas), el ácido lisérgico (LSD), la mezcalina (que contiene el peyote), así como ciertos fármacos que pueden causar delirios y alucinaciones.
7. Duras
Las drogas duras son aquellas que tienen una alta probabilidad de causar adicción y dependencia física y psicológica. En algunos casos la misma droga puede generar mayor dependencia física que psicológica, y en otros casos puede ocurrir lo contrario.
En esta categoría se engloban la cocaína, las anfetaminas, la heroína y otros opiáceos (como la morfina y la codeína), pero técnicamente también son drogas duras el alcohol y la nicotina.
No obstante también es habitual, sobre todo en el lenguaje coloquial, que el término “droga dura” se use para hacer referencia a las que tienen un elevado potencial de provocar adicción o consecuencias muy negativas para la salud y que se entienda por “droga blanda” a la que tiene efectos menos potentes.
8. Blandas
En contraste con las drogas duras, las blandas son potencialmente adictivas a nivel físico o psicológico, pero no en las dos áreas -aunque el término se suele usar para hablar de las drogas cuyo consumo habitual no perjudica significativamente la vida cotidiana, como sucede con la cafeína, el tabaco e incluso la marihuana.
Tal como las drogas denominadas “duras”, las “blandas” pueden variar en cuanto al grado de dependencia que generan. Por ejemplo, la marihuana puede considerarse “blanda” porque puede provocar dependencia psicológica moderada y dependencia física muy leve. Esto en contraste con la heroína, considerada “droga dura” porque es muy alta la probabilidad de que genere dependencia tanto física como psicológica en niveles severos.
9. Inyectadas
Las drogas inyectadas son aquellas que siguen una vía de administración intravenosa, intramuscular o subcutánea, especialmente a través de una aguja. Estas se conocen como drogas administradas por vía parenteral, ya que se introducen en el cuerpo por una vía distinta a la gastrointestinal.
Pueden ser intravenosas, subcutáneas o intramusculares, y entre sus principales características se encuentra la absorción rápida de la sustancia y los efectos potencialmente inmediatos.
Ejemplos de drogas inyectadas pueden ser la heroína (que también puede ser fumada) y los estimulantes como la cocaína y las anfetaminas (que también pueden administrarse por vía oral).
10. Inhaladas
Como su nombre lo dice las drogas inhaladas son aquellas que se introducen en el cuerpo por inhalación. Está es una vía eficiente ya que evita varios de los efectos adversos de la administración por vía gastrointestinal.
Las drogas inhaladas ejercen rápidamente sus efectos debido a que, al contacto con el humo, la superficie húmeda de los pulmones favorece la disolución de la droga y su absorción en el torrente sanguíneo.
En el mismo sentido, tienen la desventaja de dañar de manera importante los tejidos del sistema respiratorio. Se consideran drogas de este tipo el tabaco (la nicotina), el crack, la marihuana y el opio, por ejemplo.
11. Orales
Las drogas orales son aquellas que se administran principalmente por la boca. La absorción suele ser más lenta que en las otras vías de administración, aunque esto depende de las características de la sustancia y de cómo interactúan con el intestino.
El tracto intestinal es el principal órgano de absorción de estas drogas, así mismo el hígado (órgano que metaboliza las sustancias químicas que entran al torrente sanguíneo).
Son ejemplos de drogas orales el alcohol y el LSD. Aunque la marihuana, por ejemplo, también puede administrarse por esta vía.
Diferencia entre dependencia a las drogas y adicción a las drogas
Como hemos visto, las drogas psicotrópicas se caracterizan por generar estados alterados de consciencia, razón por la cual son sustancias frecuentemente utilizadas por los seres humanos.
Hemos dicho también que, a pesar de ser alto el riesgo de generar tanto dependencia como adicción, cada droga puede provocar esto en distintos niveles. Pero, ¿es lo mismo la “dependencia a las drogas” y la “adicción a las drogas”?.
La dependencia es definida por la Organización Mundial de la Salud (2007) como la necesidad del usuario para administrarse dosis repetidas de una droga con el objetivo de sentirse bien o para evitar sentirse mal.
Puede producirse tanto a nivel físico (cuando el cuerpo se ha adaptado a la presencia de la droga) como psicológico (el impulso emocional o mental para continuar usando la droga y mantener el estado de bienestar). O bien, puede producirse dependencia en ambos sentidos.
Por su parte, una adicción a las drogas se define como el uso repetido de una o varias sustancias psicoactivas al grado en que el usuario se encuentra periódica o crónicamente intoxicado (OMS, 2007).
Esto hace que exista una compulsión hacia el consumo y una dificultad para interrumpirlo, así como una serie de conductas que llevan a la persona a obtener la sustancia por cualquier medio.
En este sentido, una “adicción a las drogas” sería un grado severo de dependencia (Serrano y Diez, 2010), caracterizado por un uso a largo plazo, compulsivo y problemático de la sustancia, tanto en términos sociales como físicos.