La indigestión o dispepsia es un trastorno estomacal muy común entre la población general. El malestar y dolor abdominal son algunos de los síntomas más comunes que sufren las personas que la padecen y su tratamiento varía en función de la causa subyacente a ella.
A continuación explicaremos qué es la dispepsia, las causas más comunes y cuáles son los síntomas y signos principales. Finalmente también hablaremos sobre los tratamientos que se suelen utilizar en estos casos.
La dispepsia es un tipo de patología estomacal definida como una especie de dolor de estómago. Éste puede ser causado por una digestión difícil y/o alterada. Esta enfermedad suele ir acompañada de síntomas como las náuseas o la acidez estomacal, entre muchos otros.
En concreto, existen 2 tipos de dispepsia: la funcional y la orgánica. En el primer caso, la patología se produce sin una causa clara aparente, mientras que en el segundo tipo está directamente causada por un daño orgánico claro.
Si bien en el caso de la de tipo funcional, la prevalencia suele ser incierta ya que las personas no suelen acudir a consulta; en la orgánica se suelen ver más afectados los hombres de mayores de 30 años.
Finalmente, en la dispepsia funcional, la impresión clínica ampliamente compartida es que las mujeres se ven más afectadas que los hombres y las personas menores de 40 años más que sus mayores. También se cree que este tipo de patología es más frecuente en los países desarrollados.
En general no existe ninguna causa orgánica que explique las indigestiones frecuentes. Es por eso que se diferencia entre dispepsia funcional y la orgánica. La funcional está relacionada con la motilidad anormal del tracto gastrointestinal superior.
Este estado estado conocido como dismotilidad en la cual el esófago, el estómago y el intestino superior se comportan de manera anormal. Este tipo de personas suelen responder a unos medicamentos conocidos como agentes profinizados.
Una simple revisión de sus hábitos alimenticios -masticar con la boca abierta o hablar mientras se traga o se mastica- pueden explicar una tendencia de esa persona a tragar aire. Esto último puede conllevar a la persona a sentirse hinchada o a eructar de forma excesiva. El consumo de tabaco, café, alcohol o bebidas gaseosas pueden contribuir también a una incomodidad estomacal.
Cuando existe sensibilidad o alergia a ciertas sustancias alimenticias, también pueden existir problemas gastrointestinales. Asimismo algunos medicamentos o ciertas respuestas al estrés -o malestar emocional- pueden asociarse a la indigestión.
Las personas dispépticas pueden sufrir acidez estomacal, un dolor en la boca del estómago, también conocido como epigastralgia, que a veces sube a la garganta, como resultado del reflujo esofágico. La acidez estomacal es la aflicción común que suelen sufrir las personas con hernia de hiato deslizante cuando se doblan o se reclinan.
Asimismo, se suelen presentar otros síntomas comunes y de forma bastante recurrente cada vez que se realiza una comida. Entre ellos se incluyen lo siguientes:
Dolor abdominal
Sensación de plenitud o pesadez en el estómago
Distensión abdominal
Acidez en el estómago
Malestar estomacal
Náuseas y vómitos
Eructos normales
Eructos ácidos
Gases frecuentes
En aproximadamente la mitad de los casos de dispepsia, sin embargo, no se puede encontrar una lesión, y los síntomas surgen de trastornos de las funciones motoras, secretoras o de absorción, especialmente la motilidad gástrica retardada, el reflujo esofágico y la hiperacidez.
Esta indigestión funcional se ha relacionado con el estrés físico (aerofagia, fatiga, indiscreción alimentaria) y, más comúnmente, con el estrés nervioso. La ansiedad, la ira, la frustración y otras indicaciones de agitación emocional pueden afectar significativamente a la función digestiva en individuos sensibles o tensos.
El tratamiento de la dispepsia se basa en la evaluación de los síntomas y los factores causales sospechosos. La evaluación clínica está dirigida a distinguir a aquellos pacientes que requieren un diagnóstico inmediato de aquellos que pueden beneficiarse con seguridad de un tratamiento inicial más conservador.
En algunos casos solo es necesario algunas modificaciones en la dieta, el uso de antiácidos o la práctica de terapias de relajación. Asimismo, se pueden considerar el uso de medicamentos, como el Levogastrol, indicados para bloquear la producción de ácidos estomacales, agentes patrocinantes o tratamiento con antibióticos.
Se suele indicar también una investigación diagnóstica adicional si hay dolor abdominal intenso, dolor que se irradia a la espalda, pérdida de peso inexplicable, dificultad para tragar, una masa palpable en el estómago, la presencia de anemia o en el caso de que la persona no responda a los medicamentos recetados.
Los procedimientos diagnósticos indicados para detectar la dispepsia incluyen el examen físico y el examen rectal para descartar riesgo de hemorragia. En el caso de que se encontrara sangre, se pueden pedir pruebas de laboratorio como el hemograma.
Asimismo se pueden realizar endoscopias para descartar enfermedades gastrointestinales subyacentes. Mediante los rayos X se pueden ver ciertas anomalías que la provoquen. Finalmente, la endoscopia permite la recolección de muestras de tejidos y cultivos que pueden servir para confirmar un segundo diagnóstico.
Wright, K. D. (2002). Dyspepsia. In D. S. Blanchfield & J. L. Longe (Eds.), The Gale Encyclopedia of Medicine (2nd ed., Vol. 2, pp. 1118-1119). Detroit, MI: Gale.