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Primer plano de la rueda de una silla de ruedas

Los 4 tipos de discapacidad: intelectual, visual, auditiva y motriz

Revisamos las características de los 4 principales tipos de discapacidad (o diversidad funcional).

Las personas con discapacidad suelen necesitar apoyos según su condición física y las características del entorno en el que viven. En este artículo te explicamos qué es la discapacidad, qué tipos o grados existen y cuáles son sus causas, además de cómo podemos mejorar la funcionalidad de las personas con esta clase de problema.

¿Qué es la discapacidad?

En 1980 la Organización Mundial de la Salud definió la discapacidad como una restricción o ausencia de la capacidad de un ser humano para realizar una actividad dentro de los márgenes considerados normales.

Actualmente el concepto de discapacidad se refiere a la situación que vive una persona, que se ve influida por dos factores principales: el primero es su condición física, y el segundo las barreras o apoyos que existen en su entorno.

Esta definición ha representado un cambio de paradigma en los modelos de atención y en la detección de  las necesidades de apoyo de las personas con discapacidad, e incluso ha permitido que el concepto se transforme hacia el de diversidad funcional, que ha sido recogido de forma oficial por la Organización Mundial de la Salud desde el año 2005.

Aunque el cambio ha generado polémica, la intención de entender la discapacidad como diversidad funcional es utilizar un lenguaje que sea respetuoso hacia las necesidades de todas las personas. Asimismo busca reconocer que los seres humanos tenemos capacidades diferentes, por lo que hay muchas formas distintas de funcionar en sociedad.

 

Los 4 tipos de discapacidad

En términos generales, ha sido complicado clasificar la discapacidad precisamente porque tiene muchas variables y muchas posible causas. No obstante, para facilitar su comprensión e intervención, la discapacidad se ha dividido en algunas categorías.

A continuación presentamos los tipos de discapacidad que se reconocen actualmente: intelectual, visual, auditiva y motriz.

1. Intelectual

“Discapacidad intelectual” es el concepto que sustituyó al de retraso mental; hoy en día se está popularizando otro nuevo, el de diversidad funcional intelectual.

La discapacidad intelectual una limitación tanto en el funcionamiento intelectual como en el adaptativo que se expresa en la dificultad para desarrollar habilidades conceptuales, sociales y de adaptación al entorno. Estas limitaciones coexisten con muchas otras capacidades, las cuales pueden desarrollarse a través de una buena intervención.

Los factores que causan la discapacidad intelectual son múltiples -desde cuestiones relativas al desarrollo cromosómico, como en el caso del Síndrome de Down, hasta infecciones, desnutrición severa, traumatismos o dificultades en el metabolismo, entre otros.

Tradicionalmente la discapacidad intelectual se había clasificado según “niveles” o “grados” como ligero, moderado, severo o profundo, según los resultados de pruebas psicométricas.

Actualmente se recomienda utilizar enfoques multidimensionales y más centrados en el entorno, es decir, que el foco de la intervención sea la evaluación y el desarrollo de habilidades no solo cognitivas sino también sociales (por ejemplo, la conducta adaptativa), de autocuidado (como la higiene y los hábitos) y para la vida práctica (independencia en la movilidad, etc.).

Esto debe considerarse según la edad, la cultura, las características lingüísticas y las condiciones del contexto donde la persona se desenvuelve. Esto es así porque la misma persona con discapacidad intelectual puede requerir menos apoyos en unas sociedades que en otras.

2. Visual

La discapacidad visual engloba tanto la ceguera como la discapacidad visual parcial. Si hablamos de ceguera significa que una persona no ve nada en absoluto o que, como máximo, puede percibir la luz solo ligeramente. En cambio, cuando la persona es capaz de distinguir la forma de los objetos, aunque con dificultad, nos referimos a una debilidad o discapacidad visual que puede ser moderada o severa.  

Así, una persona con discapacidad visual puede no ver nada en absoluto, captar la luz ligeramente, y distinguir o no la forma de los objetos. En el caso de la ceguera, las causas más comunes son cataratas, errores de refracción no corregidos y glaucoma, por lo que las personas en mayor riesgo son las que tienen más de 50 años.

En el caso de la discapacidad visual moderada y severa las causas principales son errores de refracción no corregidos, cataratas, degeneración macular y retinopatía diabética.

No obstante, con apoyos especiales como el uso de gafas, cirugía ocular, un bastón adecuado o el aprendizaje del sistema Braille, las personas con discapacidad visual pueden realizar las tareas de la vida diaria y, en algunos casos, mejorar la visión o frenar el deterioro.

3. Auditiva

En estos casos la persona tiene dificultades para recibir estímulos auditivos. Esta discapacidad puede manifestarse como una pérdida profunda de la audición (a lo que llamaríamos sordera), pero también puede ser una pérdida parcial lo (que se conoce como hipoacusia) o completa (sordera total o cofosis).

Así mismo puede presentarse de manera unilateral (en un solo oído) o de bilateral (en ambos). Se diagnostica a través de una audiometría, una prueba que mide la agudeza auditiva según distintas frecuencias sonoras.

Las causas de la discapacidad auditiva son múltiples. Puede originarse antes de la adquisición del lenguaje, o después, a causa de enfermedades, edad avanzada, infecciones o traumas acústicos, entre otras.

Tanto las personas con hipoacusia como las que tienen sordera pueden ser funcionales en la vida diaria si se satisfacen sus necesidades de apoyos individuales. Por ejemplo, se utilizan desde prótesis auditivas e implantes cocleares, hasta lenguaje de señas y apoyos visuales que faciliten la comunicación.

4. Motriz (o motora)

También conocida como movilidad limitada, el concepto “discapacidad motriz” se refiere a una dificultad para realizar movimientos que afectan el desplazamiento, al equilibrio, a la manipulación de objetos e incluso al habla y la respiración.

Puede estar relacionada con daños en huesos, articulaciones y músculos, que por lo general son causados por enfermedades en la infancia o por accidentes que perjudican la médula espinal y que impiden la comunicación de las extremidades con el cerebro.

La discapacidad motriz también  puede estar relacionada con el funcionamiento de la corteza motora cerebral, encargada de procesar sensaciones y de controlar los movimientos de algunas partes del cuerpo. En este último caso se encuentran la parálisis cerebral, los traumatismos craneoencefálicos o los tumores en el cerebro.

La necesidad de apoyos empieza por identificar las barreras del entorno, es decir, detectar las condiciones de accesibilidad de los espacios (por ejemplo, rampas, ascensores y otros servicios que faciliten la movilidad), así como adaptar productos de apoyo (silla de ruedas, carro o moto, bastón) y, en caso necesario, utilizar herramientas para la comunicación alternativa, como pictogramas.

La investigación científica en salud ha demostrado que tratar la discapacidad como una situación multidimensional, y no sólo como la condición física (o intelectual) de una persona, permite una mayor acceso a los servicios sociales así como una mejora significativa en la calidad de vida.