Este pasado 8 de septiembre de 2022 pasará a la historia para siempre por ser el día en el que falleció la reina Isabel II de Inglaterra. La reina, de 96 años de edad, era un pedazo de historia viviente, tras haber reinado durante un largo periodo de 70 años. Por delante de ella desfilaron hasta 15 primeros ministros, desde el conocidísimo Winston Churchill, al poco de ser coronada, hasta la actual premier Liz Truss.
De hecho, con esta última se reunió pocas horas antes de su fallecimiento, tras ganar la batalla para suceder al polémico Boris Johnson. Y más allá de la formalidad del acto, en dicha reunión hubo un detalle que no pasó nada desapercibido. De hecho, muchos afirman que se trataba de un claro indicio de que la salud de la reina estaba en las últimas.
El detalle de la mano de Isabel II que avisaba de lo peor
El encuentro entre la actual primera ministra del Reino Unido e Isabel II tuvo lugar el pasado martes, 6 de septiembre, en el castillo de Balmoral. "Su majestad le ha pedido que forme una nueva Administración", informaban a través de la cuenta oficial de la Familia Real británica. Naturalmente, Truss aceptó el encargo de "Su Majestad", gesto confirmado con un cordial saludo de manos.
Y fue precisamente en la mano de la monarca tristemente fallecida este jueves en lo que se fijaron todos. Isabel II presentaba un llamativo hematoma de color azul oscuro en la mano derecha sobre el que las autoridades no ofrecieron ningún tipo de información. Como es habitual, esto dio paso a todo paso de especulaciones sobre el estado de salud de la longeva reina.
Según explican en Infobae, los cambios en la coloración de la piel son fenómenos naturales del proceso de envejecimiento. "Pequeños capilares se van fragmentando a niveles subdérmicos, y al fragmentarse sangran un poco", aseguran los expertos. De hecho, otro aspecto que muchos destacaron fue la deteriorada y envejecida imagen que presentaba la reina.
Fragilidad, mal estado de salud o golpe
Y es que a partir de los 70, pero sobre todo por encima de los 80 años la fragilidad de las venas de la piel hace que se rompan, produciendo hematomas. Esto afecta especialmente a las personas mayores que padecen de problemas cardiovasculares o que toman aspirina.
También podría ser que el hematoma hubiera aparecido a raíz de la administración de suero. Generalmente, a las personas se les suele administrar suero a través de las venas (pudiendo producir también moratones). Ahora bien, en el caso de los mayores, al tener las venas más frágiles, los líquidos se administran también a través de las manos.
Otra opción menos probable, pero que tampoco se puede descartar, es que la reina hubiera sufrido algún tipo de caída o golpe. Eso sí, los expertos lo creen menos probable, ya que el moratón se apreciaba en la parte dorsal de la mano. Se trata de una zona en la que es más difícil sufrir un fuerte golpe, ya que por lo general las personas tendemos a caer con las manos abiertas.
No es la primera vez que aparece en público con hematomas
Vale la pena destacar que la mancha azul en la mano de la reina durante su encuentro con Liz Truss no es la primera. En 2019 ya saltaron todas las alarmas en el Reino Unido tras la publicación de unas imágenes del encuentro de Isabel II con el rey Abdalá de Jordania y su esposa, Rania. En ese caso, la mano que presentaba un llamativo moratón fue la izquierda, y las autoridades tampoco dieron explicaciones.
El estado de salud de la reina se había resentido en el último año
A pesar de la conmoción que ha generado en todo el mundo la muerte de la monarca de 96 años, lo cierto es que las preocupaciones sobre su salud no dejaron de aumentar en el último año. Recordemos que los problemas de movilidad de Isabel II no han dejado de aumentar.
De hecho, se vio obligada a renunciar a sus apariciones en público y delegar muchos actos protocolarios en su hijo, Carlos. Un buen ejemplo de ello es el mencionado encuentro con la líder conservadora Liz Truss en el castillo escocés de Balmoral, algo muy inusual. Y es que los problemas de movilidad impidieron a Isabel II desplazarse hasta el palacio de Buckingham para recibir a la nueva premier, como es habitual.