Aunque resulte difícil de creer, el agua es el principal componente con el que está formado nuestro organismo. Cuando nacemos somos un 75% por ciento, mientras que llegados a la edad adulta esta cantidad desciende al 65%. Este agua, que se almacena sobre todo dentro de las células, es vital para la supervivencia del organismo.
Este es el motivo por el que mantener una buena hidratación diaria resulta tan importante para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, de lo contrario podemos ser víctimas de los efectos de la deshidratación. En este artículo explicaremos qué es la deshidratación, sus signos y síntomas, así como las causas y tratamiento de esta.
¿Qué es la deshidratación?
La deshidratación hace referencia a un proceso fisiológico por el cual el organismo experimenta un déficit agudo de agua corporal total, el cual se acompaña de una interrupción en los procesos metabólicos.
Esto ocurre cuando la pérdida de agua corporal excede la ingesta de agua o líquidos y, por lo general, es causada por aumento en la sudoración debida al ejercicio físico, a enfermedades o a una temperatura ambiental excesivamente alta.
No obstante, incluso enfermedades menores como infecciones que afectan a los pulmones y la vejiga pueden provocar deshidratación en adultos mayores. Además, en el caso de los en niños, la causa más común de esta es la diarrea y los vómitos intensos.
Todo el mundo puede experimentar los efectos de esta condición pero esta condición supone un riesgo mucho mayor en niños y en persona mayores. En la mayoría de personas, se puede tolerar cuando la pérdida de agua corporal no es mayor al 3-4% de agua corporal total.
Cuando la pérdida alcanza el 5-8% la persona puede comenzar a experimentar síntomas como sensación de cansancio, fatiga y mareos, los cuales se resuelven con la rehidratación oral. Mientras que si la disminución del agua corporal total llega al 10% aparecen síntomas de deterioro físico y mental, acompañados de una sensación de sed muy intensa.
No existe de riesgo de muerte hasta que la deshidratación no alcanza la pérdida de entre un 15 y un 25% del agua corporal total, aunque este porcentaje puede variar según la edad y el estado físico de la persona.
Generalmente, los síntomas y efectos de la deshidratación leve o moderada suelen remitir con la ingesta de líquidos, pero cuando esta es mucho más grave es necesario recurrir a un tratamiento médico urgente.
Por otra parte, algunos de los efectos secundarios son la aparición de hipernatremia o aumento de los niveles de iones de sodio en sangre y la hipovolemia o pérdida del volumen sanguíneo, sobre todo del plasma.
¿Qué signos o síntomas presenta?
Aunque en la mayoría de casos, el primer y principal síntoma de deshidratación es la sensación de sed, este no siempre es un indicador fiable de que nuestro cuerpo necesita agua. El motivo es que muchas personas, sobre todo adultos mayores, no tienen sed o no sienten la necesidad de beber hasta que no están ya deshidratados.
Esto hace que resulte tan importante aumentar la ingesta de agua durante los meses de calor, en climas calientes o cuando estamos enfermos. Además, los signos y síntomas de la falta de agua en nuestro organismo también pueden variar según la edad.
Los principales síntomas de deshidratación en bebés y niños incluyen:
Boca y lengua secas
Falta de lágrimas durante el llanto
El bebé no moja el pañal durante tres horas o más
Ojos y mejillas hundidos
Punto suave hundido en la parte superior del cráneo
Irritabilidad o desgana
En cuanto a los síntomas en adultos y personas mayores, los síntomas pueden cambiar según si es leve/moderada o severa. Los signos y síntomas de la variante leve/moderada son:
Sed
Boca seca o pegajosa
Disminución de la frecuencia de orinar
Orina de color amarillento oscuro
Piel seca
Dolor de cabeza
Calambres musculares
En cuanto a la deshidratación grave o severa, esta se manifiesta mediante los siguientes síntomas:
No orinar o orina muy oscura
Piel muy seca
Mareos
Aumento de la frecuencia cardiaca
Aumento de la tasa respiratoria
Ojos hundidos
Somnolencia, falta de energía, confusión o irritabilidad
Pérdida de la consciencia o desmayos
¿Cuáles son las causas?
En muchas ocasiones la deshidratación ocurre por un simple motivo y es que la persona no bebe la suficiente cantidad de agua que su cuerpo necesita. Bien porque no se acuerda, cree que no lo necesita o bien porque no tiene agua potable a su disposición.
No obstante, existen otros factores que pueden afectar también a personas que poseen unos buenos hábitos relacionados con la ingesta de agua. Entre las principales causas se incluyen:
1. Diarrea y vómitos
La diarrea que aparece de manera repentina y grave puede causar una gran pérdida de agua corporal en un corto espacio de tiempo. Si a este le sumamos vómitos, esta disminución de los niveles de agua corporal total todavía es más acusada.
2. Fiebre
Por norma general, cuanto más alta es la fiebre más se deshidrata la persona. Además, a menudo a la fiebre se experimenta con otros problemas como vómitos o diarrea, lo que agrava la pérdida de agua.
3. Sudoración excesiva
Cuando sudamos perdemos más cantidad de agua de la que creemos. Si realizamos ejercicio físico intenso o nos exponemos a climas cálidos y húmedos sin reemplazar los fluidos que perdemos, también corremos el riesgo de sufrir un ataque de deshidratación.
4. Aumento de la frecuencia urinaria
Algunas enfermedades como una diabetes no diagnosticada o no controlada, así como en consumo de fármacos para la tensión o diuréticos también pueden llevar a la deshidratación al aumentar considerablemente la frecuencia con la que la persona orina.
Finalmente, también existen unos factores de riesgos que hacen a algunas personas más propensas que otras a la hora de deshidratarse. Los factores de riesgo incluyen:
Edad: los niños y personas mayores corren más riesgo.
Personas con enfermedades crónicas.
Personas que trabajan o realizan ejercicio al aire libre o bajo condiciones de mucha calor.
¿Cómo se puede tratar?
Por el momento, el único tratamiento efectivo para aliviar la deshidratación y sus síntomas consiste en reemplazar los líquidos, minerales y electrolitos perdidos. No obstante, el tipo de tratamiento concreto dependerá de la edad del paciente, de la gravedad y de las causas de esta.
En el caso de niños y bebés se suelen administrar soluciones orales de rehidratación o sueros. Los sueros contienen agua y sales en proporciones específicas para restablecer los niveles de agua y electrolitos normales.
Por otra parte, mientras que en los casos leves o moderados de deshidratación en adultos el aumento de la ingesta de agua pueden mejorar los síntomas, si la persona está gravemente deshidratada deberá ser tratada por personal sanitario de emergencia el cual restablecerá las sales y los líquidos por vía intravenosa.