El mosquito Aedes aegypti transmite enfermedades como el chikungunya, el zika y el dengue, que provocan síntomas similares y no implican un riesgo de muerte elevado, pero que, aun así, causan muchos fallecimientos en las regiones tropicales del planeta por la falta de mecanismos de prevención adecuados, que hace que haya un gran número de infectados cada año.
En este artículo vamos a hablar sobre qué es el dengue, sus síntomas, su tratamiento y la vacuna que se ha desarrollado recientemente para prevenir esta enfermedad.
El dengue es una enfermedad infecciosa causada por virus y transmitida por mosquitos que se da con cierta frecuencia en zonas tropicales del planeta. Provoca síntomas parecidos a los de la gripe, como la fiebre y los dolores musculares, así como alteraciones cutáneas características.
Aunque en general el dengue no comporta un riesgo de muerte significativo, en un pequeño porcentaje de casos de esta enfermedad se desarrolla el dengue hemorrágico, una variante grave del síndrome a la que nos referiremos más adelante.
Según las estimaciones disponibles, el virus del dengue es un problema de salud pública en 110 países y cada año mueren entre 10 mil y 20 mil personas a causa de esta enfermedad. Ha sido calificada como una de las “enfermedades tropicales desatendidas”, grupo en el que se engloban también la lepra, la rabia, la sarna o el chikungunya, entre otras.
El virus del dengue es transmitido por el mismo mosquito que el del chikungunya, el del zika, el de la fiebre amarilla y el del virus mayaro. Se trata de la especie Aedes aegypti, originaria de África, pero que en la actualidad se encuentra en todo el mundo -en concreto en las regiones tropicales y en las subtropicales, los hábitats adecuados para este animal.
La chikungunya o artritis epidémica se caracteriza por dolores intensos en las articulaciones de los brazos y de las piernas y no suele causar la muerte de las personas afectadas, mientras que la fiebre del zika, que por lo general tampoco es muy grave, se ha asociado con malformaciones como la microcefalia en bebés.
Como la chikungunya y el zika, la fiebre amarilla y el virus mayaro también provocan fiebre y otros síntomas similares, incluyendo los dolores articulares. Ninguna de estas enfermedades suele ser mortal; no obstante, en el caso del dengue la probabilidad de que la persona infectada fallezca es significativamente mayor.
Los síntomas del dengue guardan cierta similitud con los de la gripe: los más comunes son la fiebre de elevada intensidad, los vómitos, la diarrea (sobre todo en niños) el dolor de cabeza (o cefalea), el de músculos y el de articulaciones.
No obstante, probablemente el signo más característico del dengue sea la aparición de erupciones o sarpullidos en la piel. Este tipo de síntoma también es propio de los virus del chikungunya, del zika y del mayaro, que como hemos dicho se contagian a través de las picaduras de mosquitos de la misma especie (Aedes aegypti).
Lo más común es que los síntomas desaparezcan después de entre 2 y 4 días. Estos se vuelven visibles entre 3 días y 2 semanas tras la infección, aunque 4 de cada 5 infectados no presentan ningún síntoma y, cuando sí se dan, estos suelen tener una intensidad leve.
De forma ocasional la enfermedad puede agravarse y poner en peligro la vida de la persona afectada a causa de la pérdida de sangre y de la aparición de alteraciones en esta. Hablamos de “dengue hemorrágico” o “dengue grave” cuando se produce dicho fenómeno.
En la actualidad la prevención del dengue se centra en el exterminio de los mosquitos que portan el virus que lo provoca, fundamentalmente. Esto se lleva a cabo a través de la eliminación de los hábitats de Aedes aegypti -los recipientes naturales o artificiales de agua que se estanca- o el uso de insecticidas en estos.
Por otra parte, se recomienda a las personas que corran riesgo de contraer el dengue que vistan ropa protectora y que usen objetos como mosquiteros y repelente de mosquitos durante los periodos de descanso.
A pesar de que el dengue ha sido ignorado durante muchos años, desde 2016 se comercializa una vacuna llamada Dengvaxia que tiene una eficacia del 60% y previene el agravamiento de los síntomas en la mayoría de casos. Sin embargo, solo está disponible en un pequeño número de países (como Indonesia, Filipinas, México, Brasil o Singapur) y no es suficientemente segura.
En los casos en que no se ha podido aplicar una vacuna o esta no ha sido efectiva y se desarrollan los síntomas, el tratamiento del dengue se centra en mantener la hidratación; si es necesario se administra agua por vía externa durante 1 o 2 días. Si bien los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como el ibuprofeno pueden empeorar el sangrado, el paracetamol es útil para aliviar algunos síntomas.
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