A lo largo de todo el confinamiento, la sociedad se ha visto obligada a adaptarse a la nueva normalidad decretada por el Gobierno.
Por ello, durante estos tres meses ha sido imposible celebrar fiestas de cumpleaños junto a familiares o seres queridos. Con el fin del estado de alarma, todos los eventos y tradiciones volverán, aunque con precauciones, para evitar posibles riesgos de contagio por coronavirus, como el momento de soplar las velas.
Vicente Blanch, abogado de profesión, asistió a la fiesta de cumpleaños de uno de sus sobrinos, donde se dio cuenta del riesgo de contagio que supone soplar las velas.
«Llegó el momento de soplar las velas y todos querían soplar, incluso se hacían turnos e iban apagando las velas hasta 10 veces. Entonces pensé que eso no sería muy higiénico, ni saludable», explica Blanch.
En el siguiente aniversario, el abogado valenciano decidió probar su teoría y puso un film de plástico sobre la tarta. «Cuando lo quitamos, estaba lleno de saliva y también había restos de cera de las velas».
En ese momento, Vicente Blanch tuvo la genial idea de contratar a un diseñador gráfico que desarrollara un cubretartas con pequeños orificios en la parte superior para colocar las velas.
Al parecer, la idea del artilugio ya la había patentado en junio del año pasado, pero se quedó a medio camino hasta el día que se decretó el estado de alarma. «Pensé que era el momento porque toda esta triste situación iba a cambiar los hábitos de higiene en general y en particular en el tema de los cumpleaños», ha señalado.
Debido a la gran cantidad de ERTES que llegaron a su bufete de abogados, Vicente tomó la decisión de localizar una empresa capaz de fabricar las primeras unidades de su cubretartas. «Las pedimos a finales de marzo, pero con toda la crisis y el cierre de empresas se ha ido retrasando todo», explica.
En poco tiempo, el abogado afincado en Valencia ha vendido 2.000 unidades, a tres euros cada una, y ha alcanzado un acuerdo con una cadena de supermercados para su distribución. Hasta la fecha, Vicente Blanch había tenido que asumir íntegramente la gestión y entrega de los pedidos con su propio medio de transporte.
Las velas se colocan en unos orificios colocados en la parte superior del cubretartas. De esta forma, se pueden soplar las velas sin la preocupación de que caiga saliva sobre el delicioso pastel que se comerán el resto de invitados.
Otra de las ventajas del cubretarta es que el envoltorio cuenta con unas pegatinas para personalizarla y escribir dedicatorias.
Los cumpleaños del coronavirus
El invento de Vicente Blanch ha causado gran interés en la población. Algunas residencias de la tercera edad han comenzado a solicitar el cubretartas para celebrar los cumpleaños de los ancianos.
«Ahora no están para muchas fiestas con la trágica situación que están pasando, pero me han dicho que en cuanto mejore utilizarán el cubretartas» confiesa el abogado.
De momento, la idea no deja de crecer y su creador aspira a que su negocio se convierta en un producto de uso generalizado en las fiestas de cumpleaños postcoronavirus.
«El sueño sería que cuando alguien vaya a comprar una tarta, le digan con cubretartas o sin cubretartas», explica.