El organismo humano es muy complejo y está expuesto a un gran número de factores biológicos y ambientales; por desgracia, ello conlleva también la posibilidad de contraer distintos tipos de enfermedades que se diferencian en función de sus causas y de otras características.
Los 4 tipos de enfermedad (y algunos ejemplos)
Si bien existen muchas clasificaciones posibles de los trastornos médicos, vamos a centrarnos en una división de las enfermedades en 4 tipos básicos: infecciosas, carenciales, genéticas y fisiológicas. Veamos cuáles son las características de cada uno de ellos.
1. Infecciosas
El concepto “enfermedad infecciosa” hace referencia a aquellas que se producen a causa del contacto con agentes patógenos externos como virus, bacterias, hongos y parásitos. Estos pueden entrar en el organismo humano por vía oral (por ejemplo por medio de la comida o del agua), a través del tacto o de otros modos.
En estos casos los síntomas de la enfermedad no se deben sólo a la invasión de los tejidos del cuerpo por parte del patógeno sino también a la propia reacción de éste al contagio. Así, por ejemplo, la fiebre o la inflamación son respuestas asociadas al sistema inmune (es decir, a las defensas) pero que pueden llegar a resultar problemáticas.
Entre las enfermedades infecciosas causadas por virus encontramos la gripe, el sarampión, la mononucleosis infecciosa, el VIH/SIDA o el herpes zóster. La tuberculosis, la lepra y la gonorrea son ejemplos de infecciones bacterianas, mientras que la candidiasis y la meningitis criptocócica son enfermedades infecciosas fúngicas y la malaria o la toxoplasmosis están causadas por parásitos.
2. Carenciales
Las enfermedades carenciales se deben a déficits nutricionales; lo más habitual es que la causa específica sea la falta de vitaminas, de minerales, de proteínas, de calorías o de hidratos de carbono. Los déficits de hierro y los de vitamina A, por ejemplo, tienen una frecuencia especialmente elevada.
Este tipo de enfermedad puede estar provocada tanto por una dieta pobre en general o en algún aspecto determinado como por problemas del propio organismo que afecten a la digestión de alimentos o a la absorción de nutrientes.
Con gran frecuencia las enfermedades carenciales se asocian a la malnutrición crónica, una de las consecuencias más graves de la pobreza. Sin embargo, también hay algunas afecciones que se deben al consumo excesivo de nutrientes; en este sentido, la diabetes mellitus tipo 2 o la hipertensión arterial se relacionan con el sobrepeso y la obesidad.
Algunos enfermedades de este tipo son el raquitismo, caracterizado por malformaciones de los huesos que se deben a falta de calcio y de fósforo, el escorbuto, un déficit de vitamina C que altera la calidad de la sangre, y la anemia ferropénica, causada por insuficiencia de hierro.
3. Genéticas
Las enfermedades genéticas están causadas por alteraciones en el ADN. Los tipos de mutación más habituales incluyen la multiplicación o la ausencia de uno de los 21 cromosomas, así como la falta, la duplicación o la desorganización de un fragmento de cromosoma. No obstante, las enfermedades genéticas no siempre se transmiten de padres a hijos.
En este sentido es importante distinguir las enfermedades genéticas de las hereditarias, a pesar de que con frecuencia ambos términos son utilizados de forma errónea como sinónimos. Cuando las alteraciones en los genes no se deben a la herencia biológica hablamos de “mutaciones de novo”.
Entre las enfermedades genéticas no hereditarias podemos destacar el síndrome de Down, causado por la presencia de un cromosoma 21 extra (lo que se conoce como “trisomía 21”). En cuanto a las enfermedades con un factor causal hereditario clave, algunos ejemplos son la enfermedad de Huntington, la fibrosis quística y el daltonismo.
A modo general las enfermedades genéticas son más frecuentes y tienen síntomas más graves en los hombres que en las mujeres porque, al disponer de dos cromosomas X, en el caso del sexo femenino en ocasiones es más probable que las mutaciones puedan corregirse y no lleguen a expresarse.
4. Fisiológicas
El concepto “enfermedad fisiológica” no es muy habitual en la literatura en castellano, aunque sí se emplea con frecuencia en inglés (“physiological disease”) para hacer referencia a las afecciones que se deben a alteraciones en el funcionamiento de los órganos, los tejidos o las células. Se trata, no obstante, de un término bastante ambiguo.
Cuando uno de los sistemas de nuestro organismo se encuentra alterado o no funciona correctamente puede afectar de modos diversos a nuestro cuerpo, en ocasiones llegando a causar enfermedades. Esto puede manifestarse de modo súbito pero lo más habitual es que las enfermedades fisiológicas se hagan evidentes de forma progresiva.
Entre las enfermedades fisiológicas más comunes encontramos la diabetes, el asma bronquial, la hipertensión arterial y otros trastornos cardiovasculares o la enfermedad de Crohn. Con frecuencia el tratamiento de este tipo de enfermedad tiene que ver con cambios en el estilo de vida de la persona, incluyendo la dieta o el nivel de actividad física.