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Una alcachofa de ducha con agua saliendo por los agujeritos de color azul

¿Con qué frecuencia hay que ducharse según los dermatólogos?

Según algunos dermatólogos, ducharse demasiado puede alterar la función protectora de la piel.

¿Ducharse todos los días es bueno o no? Saber qué es lo mejor para nuestra piel es un dilema que se viene dando desde hace años y que ha sido estudiado por los dermatólogos. Actualmente la mayor parte de personas tenemos fácil acceso a aseos y a un lugar donde ducharnos diariamente, lo cual hace que en ocasiones podamos abusar de ello.

En este artículo expondremos los consejos de la dermatología acerca de la frecuencia, el tipo de ducha y los productos  que son más beneficiosos para mantener un órgano tan importante como la piel en perfecto estado. Veamos qué opinan los profesionales del área de la salud de la piel en torno a esta cuestión.

La piel: ¿qué función cumple en el organismo?

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, con una extensión de aproximadamente 2 m2 y un espesor de entre 0,5 y 4 mm, y se encarga de funciones muy diversas y relevantes.

Además de la función de protección contra agentes externos potencialmente dañinos, la piel es la responsable del mantenimiento de la hidratación, favoreciendo la flexibilidad, así como de la eliminación de toxinas y de la mediación entre el entorno y el cuerpo, comunicando el exterior con el interior.

Popularmente se conocen las tres capas principales de la piel. Esta son  la epidermis, la capa más externa, la dermis, que es intermedia, y la hipodermis, cuya función principal consiste en el almacenamiento de grasa.

El acto de ducharse implica fundamentalmente a la epidermis, puesto que es la capa que entra en contacto directo con el agua, con los productos químicos que se utilizan y con el modo de secarla. A continuación vamos a ver cuán beneficioso es ducharse cada día.

¿Qué opinan los dermatólogos?

Dentro del acto de ducharse encontramos diversos factores que pueden incidir en la correcta salud de la piel. La frecuencia, la temperatura del agua, el tipo de productos que aplicamos y el procedimiento de secado hacen que para los dermatólogos el estudio de este acto tan común sea de especial interés.

El doctor Richard Gallo, experto dermatólogo de la Universidad de California, ha descubierto en una de sus investigaciones que en la piel se halla una bacteria que "enseña" a las células cutáneas a crear sus propios agentes protectores.

En concreto, esta bacteria crea un tipo de antibióticos que lucha contra las bacterias negativas que pueden afectar a nuestra piel. Además ayuda a mantener un equilibrio saludable de los lípidos y los aceites que encontramos en ella.

Para Richard Gallo, ducharse todos los días no es necesariamente un hábito saludable. Además apunta que ducharse con agua caliente acelera y acentúa la deshidratación y el deterioro de la piel. El dermatólogo José Raúl González añade que “el exceso de limpieza en el cuerpo da más problemas que la suciedad del mismo”.

Por otro lado, dermatólogos como José Carlos Moreno afirma que ducharse todo los días no es ni bueno ni malo y que no provoca daños en la piel. Puesto que este experto apunta que “el uso de jabón puede ser negativo ya que puede diluir las sustancias de defensa de la piel”, aboga por enjabonar prioritariamente las áreas que más se ensucian.

Por tanto, vemos que entre los profesionales existe disparidad de opiniones. En cualquier caso encontramos un punto medio con respecto a la frecuencia en que la ducha debe realizarse: no es conveniente ducharse dos veces al día ni una vez a la semana. Veamos qué es lo que se considera ideal para nuestra piel.

¿Con qué frecuencia es bueno ducharse?

Si bien el doctor Brandon Mitchell, dermatólogo y profesor en la Universidad de Washington,  considera que ducharse una o dos veces a la semana es lo ideal, si tenemos en cuenta la sociedad en la que vivimos y la importancia que damos a la apariencia esta frecuencia de aseo puede parecer algo escasa.

Es por ello que, si decidimos ducharnos una vez al día, los profesionales aconsejan  que el enjabonado se haga sólo en las partes que más bacterias acumulan -particularmente los genitales, las plantas de los pies, las axilas y el ano.

Apuntan que el resto del cuerpo no requiere jabón, ya que los lípidos y los aceites existentes son esenciales para contribuir a la humectación de la piel y su correcta hidratación.

De todos modos, de manera general, los dermatólogos coinciden en que  bañarse dos veces al día es negativo para la salud de la piel  ya que se dañan el manto ácido, el hidro-lipídico y el córneo, barreras protectoras que evitan la aparición de hongos, bacterias y virus. Por supuesto, también hay opiniones en contra de esta postura.

En cualquier caso, ducharse una vez al día utilizando el producto adecuado, enjabonando las áreas indicadas y a una temperatura baja no tiene por qué resultar muy negativo para nuestra piel y de hecho es lo más común entre la mayoría de personas occidentales.

El uso de los jabones adecuados

Dada la gran variedad de productos para la higiene que encontramos en el mercado, los anuncios publicitarios y su fácil adquisición, nos resulta casi enigmático saber cuál escoger y qué jabón es el más efectivo para limpiar nuestra piel a la vez que la nutrimos.

Olor a fresa, a miel, a vainilla; textura líquida, oleosa, en barra, etcétera. Las variables son infinitas, de modo que es necesario recurrir a la opinión de los expertos para resolver dudas.

Un jabón con el mínimo perfume y color posibles nos asegura un menor índice de alcoholes y químicos que deshidraten la piel. Además debe contener un pH (coeficiente de acidez) de aproximadamente 7; este nivel de pH es el que se considera neutro y puede ser utilizado sin problema en la mayoría de tipos de piel.

Que un jabón contenga un pH 7 (neutro) quiere decir que la sosa caústica (NaOH) que contiene ha neutralizado los ácidos grasos y se ha conseguido un equilibrio. Y, debido a que  el pH de la piel se encuentra entre 4,8 y 5,9, un jabón con un ph de 8-9 (alcalino) sería dañino para la piel, contribuyendo a su deshidratación.