Comer de forma saludable y sostenible es una necesidad. Una de las soluciones que parecían haberse puesto para ello es la introducción de los insectos como comida en la dieta diaria. Los insectos son una fuente alternativa de proteínas de buena calidad, micronutrientes y ácidos grasos esenciales.
Además, su producción puede suponer una ayuda para el medioambiente, sobre todo en comparación con otras opciones, como la ganadería. Sin embargo, a pesar de los beneficios, consumir insectos puede entrañar también ciertos riesgos. Los expertos advierten sobre las posibles consecuencias para la salud, si no se hace de forma controlada.
Los insectos, una comida con ciertos riesgos
Una de las cosas que puede echar para atrás a la hora de consumir insectos es su forma. No obstante, hoy en día, se pueden comer en diferentes opciones, como en harinas, salsas o pastas, para mejorar su aspecto. Sea como sea, su consumo presenta algunos riesgos, por lo que más vale que los tengas en cuenta antes de animarte a comerlos.
1. Esta comida puede contener bacterias
Así lo corroboran, entre otros algunos informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Los insectos pueden estar contaminados por ciertas bacterias patógenas.
Algunas de ellas pueden ser la Campylobacter, la Salmonella o la Escherichia coli. Esto sucede, sobre todo, en aquellos que no han sido procesados o producidos bajo unas condiciones determinadas.
Sin embargo, al cocinarlos, se puede eliminar y/o reducir la presencia de estos microorganismos. Además, también se ha determinado que pueden ser esporádicos y que estarían relacionados con un almacenamiento o manipulación no correctos.
2. Los insectos también pueden tener parásitos
Además de bacterias, los insectos también pueden ser una vía para la aparición de parásitos. En los cuerpos de moscas y cucarachas, se ha descubierto la presencia de ciertos protozoos y helmintos.
De hecho, algunos funcionan incluso como portadores de dichos parásitos, como las cucarachas o insectos como los escarabajos. Si se sufre de una infestación tras su consumo, los primeros síntomas serán gastrointestinales.
Por este motivo, cada vez cuenta con más importancia realizar investigaciones en insectos como los silvestres para determinar la presencia o no de parásitos. Esto sucede, sobre todo, en los países tropicales y subtropicales, pues su venta se está convirtiendo en un mercado al alza.
Por otro lado, el riesgo se reduce de forma considerable cuando los insectos se congelan, pues se trata de un método de conservación capaz de destruir los parásitos.
3. Pueden contener sustancias antinutritivas y tóxicas
Pero las bacterias y parásitos no son el único problema del consumo de insectos. Otra de las cosas de las que hay que estar pendiente es de algunas de sus sustancias, que pueden resultar tóxicas para el ser humano.
Entre las sustancias antinutritivas presentes en los insectos destaca la quitina, cuya cantidad en los mismos varía de los 2,7 a los 49,8 mg/kg. Su problema es que actúa de forma negativa en la digestibilidad y utilización de las proteínas.
Otras sustancias de este tipo que pueden estar presentes son los taninos, los fitatos y los oxalatos. Estos son capaces de reducir la absorción de minerales como el zinc, el manganeso, el calcio o el hierro, entre otros.
Por otro lado, algunos alcaloides podrían llegar a resultar tóxicos para quienes consuman insectos. Las pupas del gusano de seda africano, por ejemplo, contiene tiaminasa. Ingerirla puede llegar a provocar deficiencia de tiamina o vitamina B1.
4. Los insectos pueden producir determinadas alergias
Otro problema asociado con el consumo de insectos es la alergia, aunque se desconoce todo su alcance. Muchos artrópodos podrían causar reacción debido a su contenido en arginina quinasa, tropomiosina, hemocianina o fosfato deshidrogenasa, entre otros.
Además, también se han identificado reacciones cruzadas entre cucarachas, crustáceos y ácaros. Los síntomas de dichas alergias pueden ser varios, desde una urticaria hasta un choque anafiláctico. Por ello, se deben extremar las precauciones.
5. Hay que tener cuidado con los contaminantes químicos
Por último, también hay que tener presente la contaminación química, pues esta puede suponer uno de los mayores peligros que tiene el consumo de insectos. Algunos compuestos que se han detectado en el cuerpo de los mismos son metales pesados, como el plomo o el cobre, así como pesticidas.
En definitiva, aún queda mucho por investigar con relación a si el consumo de insectos puede ser la alternativa adecuada a otro tipo de animales. Mientras tanto, debemos conocer todos sus peligros para poder comerlos con seguridad.