¿Podemos comer yogur caducado o es peligroso para nuestra salud? ¿Es cierto que el peculiar procedimiento al que hay que someter a la leche para preparar este alimento lo hace inmune a la caducidad?
En este artículo nos hemos propuesto dar respuesta a esta pregunta. Para ellos hablaremos tanto de las propiedades nutricionales del yogur como de la diferencia entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente, muy importante para entender bien este tema.
Preparación y propiedades nutricionales del yogur
El yogur es un alimento que se obtiene a partir de la fermentación bacteriana de la leche; en concreto, en su preparación se utilizan cultivos de bacterias como Lactobacillus y Streptococcus thermophilus que se alimentan de las proteínas de la leche y excretan ácido láctico.
Al preparar yogur en primer lugar la leche se calienta a una temperatura aproximada de 85ºC con el objetivo de evitar que sus proteínas se cuajen. A continuación se añaden los cultivos bacterianos y se mantiene el producto a unos 43-45ºC durante varias horas, normalmente entre 4 y 12. La fermentación se detiene cuando el yogur alcanza una temperatura de 5ºC (Chandan y Kilara, 2010).
Por lo general se fabrica a partir de la leche de vaca, aunque también es posible hacer yogur con la que proviene de otros animales como las cabras, las yeguas e incluso los camellos.
Los yogures contienen niveles muy elevados de proteínas y de ácidos grasos saludables, si bien la cantidad de grasas varía en función de si el yogur es desnatado o no. Además, como todos los derivados de la leche, se trata de un alimento rico en calcio y en otros minerales esenciales.
¿Podemos comer yogur caducado de forma segura?
Según afirma un gran número de expertos, muchas veces es seguro comer yogur caducado por las peculiares propiedades de este alimento. En particular, su elevado pH o nivel de acidez previene el desarrollo de agentes patógenos que podrían causar trastornos y enfermedades.
Por otra parte, los yogures pasteurizados se mantienen en buen estado durante más tiempo que los que no lo son. Podemos comer este tipo de yogures muchos meses después de haberlos comprado y ni siquiera es necesario refrigerarlos para que conserven sus propiedades nutricionales.
En cualquier caso, es importante prestar atención al estado de los yogures antes de ingerirlos, sobre todo si sospechamos que pueden haberse estropeado -aunque esto no es tan sencillo como podríamos pensar.
Así, la presencia de moho es un indicador evidente de que no debemos comernos un yogur caducado, como también lo es el hecho de que la textura sea distinta de lo habitual, pero el olor y el sabor no pueden ser considerados criterios muy fiables.
Diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente
Un criterio muy relevante que hay que tener en cuenta a la hora de valorar cuándo podemos comernos un yogur y cuándo es mejor no hacerlo es la dicotomía entre los conceptos “fecha de caducidad” y “fecha de consumo preferente”.
Así, mientras que el primero hace referencia a la fecha aproximada en la que podemos consumir un alimento sin poner en riesgo nuestra salud, la fecha de consumo preferente solo indica cuándo empieza a perder algunas de sus propiedades (por ejemplo el aroma o la textura).
Es muy habitual que los envases señalen solo una de las dos fechas, por lo que es importante no confundir una con la otra. En el caso de los yogures, o al menos en el de los pasteurizados, se suele señalar únicamente la fecha de consumo preferente; en sí mismo esto ya constituye una pista sobre su gran resistencia a la caducidad.
De forma sintética podemos afirmar que es mejor comer yogur en las fechas estipuladas en el envase pero que los riesgos de consumirlo después de que haya caducado son relativamente bajos -aunque se vuelven cada vez mayores a medida que pasa el tiempo.
Además, cuanto más tardemos en comerlo menores serán sus efectos probióticos a causa de que se irá reduciendo el número de bacterias beneficiosas que contiene.