El sueño, junto con otros factores como la higiene o la alimentación, constituyen un pilar fundamental en la vida de cualquier ser humano. De hecho, si tenemos en cuenta la esperanza de vida actual, las personas pasaremos una media de 20 años de nuestra vida durmiendo.
Por esta razón, y siendo conscientes de que como mínimo deberíamos descansar entre 6 y 8 horas diarias, es importante que lo hagamos sobre un buen colchón. A la hora de elegir uno es muy habitual que surjan dudas, sin embargo, en el artículo de hoy vamos a darle respuestas a todas.
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La importancia de hacernos con un colchón adaptado a nuestras características
Todos somos diferentes, y como es lógico, también tendremos necesidades diferentes. En lo que respecta a la calidad del sueño no iba a ser menos: no todos los colchones están hechos para todo tipo de personas.
Con el objetivo de conseguir un descanso nocturno y placentero, lo mejor que podemos hacer es buscar un colchón que se adapte precisamente a nuestras necesidades. En este sentido, la elección de un buen colchón es algo serio y que no deberíamos tomarnos a la ligera.
El peso, el material, los problemas físicos... son muchas las variables que pueden interferir a la hora de realizar dicha elección. De hecho, es tanta la variedad que hay en el mercado que muchas personas no saben por cuál decantarse.
Por esta motivo, y con la intención de despejar el máximo de dudas posibles, vamos a ver a continuación las recomendaciones que debemos tener en cuenta antes de comprar un colchón, según la OCU.
1. Conocer los tipos de colchones
Una de las primeras cuestiones que debemos tener claras es la existencia en cuanto a tipos de colchones. A grandes rasgos podríamos clasificarlos en cuatro: de muelles, de espuma de poliuretano, de espuma viscoelástica y de látex.
Los primeros son aquellos que se distribuyen de forma individual y están envueltos en sacos de tela. Los segundos están creados a base de poliuretano, un material silencioso, resistente y no acumulativo de polvo.
Los terceros contienen espuma viscoelástica, la cual permite una mayor adaptabilidad al contorno del cuerpo, y los últimos al ser de látex suelen ser muy resistentes y duraderos.
No obstante, también debemos tener en cuenta la existencia de colchones especiales, como por ejemplo los ortopédicos. Este tipo de colchones suelen estar recomendados para determinados tipos de personas, como es el caso de aquellas que deben estar mucho tiempo en cama.
2. La base también es importante
La base es la parte que se encarga de dar un soporte firme al colchón, por lo tanto, la elección que hagamos de esta también es importante. Podemos clasificar tres tipos: somier de láminas, somier de muelles o tabla tapizada.
El primer tipo de somier es apto para cualquier tipo de colchón y suele ser el más económico. Sin embargo, el segundo tipo es una base más especial aunque se emplea en colchones más simples, como por ejemplo los de los hoteles. Respecto a la tabla tapizada, esta suele ser la más recomendada para colchones de muelle y espuma, pero no para los de látex.
3. No hay que olvidarse de la firmeza
Y por último, pero no menos importante, debemos prestar también atención a la firmeza del colchón. Recordemos que un buen colchón debe repartir de forma adecuada el peso de nuestro cuerpo, por lo tanto, es importante que respete la curvatura natural de la columna vertebral.
A grandes rasgos podemos diferenciar dos tipos de firmeza: la rígida y la blanda. Un colchón con firmeza rígida puede no acabar de adaptarse al cuerpo, sin embargo, uno más blando también podría tender a hundirse.
Por lo tanto, una de las preguntas que deberíamos hacernos antes de valorar la firmeza sería conocer nuestro peso. Así mismo, la postura en la que dormimos, el movimiento que realizamos en la cama o la época del año también serían determinantes antes de elegir.